
Con Busquets cerca de los centrales
“Si el rival juega con dos delanteros, con tres defensas tengo suficiente“. Este razonamiento ‘cruyffista’, hijo de una era que a nivel defensivo todavía no había desterrado los marcajes individuales, es una de las bases que ha definido la evolución de las salidas de balón durante los últimos años: Iniciar el juego con un futbolista más que hombres destine el oponente para impedirlo. Así, esquemas con tres centrales, con un lateral más fijo atrás o con uno de los centrocampistas bajando hasta la zaga han invadido durante años el panorama del fútbol mundial. Al menos, hasta que los sistemas de presión zonal han pasado a convivir con los que optan por los emparejamientos individuales. No fue éste el caso del Getafe en el Camp Nou, que de entrada optó por ordenarse a partir de un 1-4-4-2 en el que Sandro y Enes Ünal taparían a Araújo y Lenglet cuando el Barça iniciara la jugada. La receta culé ante esto fue la conocida, y tuvo a Sergio Busquets como protagonista, en ocasiones ubicado entre el francés y el uruguayo, y otras veces situado a los lados de la pareja. Tres jugadores locales contra dos visitantes para disfrutar de superioridad numérica en el nacimiento de la jugada (Imagen abajo).
Ocurre que, para el conjunto que entrena Koeman, este recurso normalmente pide un sacrificio a cambio de la salida limpia. Y es que Sergio, el futbolista que suelen emplear los barcelonistas como tercer central, es un mediocentro atípico cuya influencia en el juego del equipo aumenta a medida que se aproxima al área rival. Recibiendo el primer pase para juntar al equipo y, sobre todo, estando arriba en el momento de la pérdida de balón para que continúe junto en la presión. Para que las distancias resulten cortas sea quien sea el equipo en posesión de la pelota. Para agrupar las piezas en campo contrario. Con el objetivo de esquivar el peaje contaba Ronald con la posibilidad de utilizar como tercer central a Sergi Roberto, toda vez Emerson es un lateral con escasa claridad a la hora de iniciar el juego y el catalán sí se ha ocupado con más naturalidad de la tarea cuando ha ejercido como zaguero. En esta ocasión, sin embargo, el técnico priorizó usar el recorrido del canterano por delante de la defensa, tanto a la hora de conectarla con la delantera como, sobre todo, de aprovechar el juego de espaldas de Memphis Depay. Otra alternativa, la más habitual cuando los culés optan por apartar a Busquets del primer escalón, era Frenkie de Jong. En esta ocasión, sin embargo, el neerlandés asumió un papel de interior más próximo a su compatriota Memphis, como remedio para que el delantero tuviera un socio a pesar de la ausencia de Pedri.
Y a fe que lo necesitó, pues sus compañeros de vanguardia no pudieron corresponderle ni en intención -Griezmann- ni en acierto -Braithwaite-. Al galo, situado en el sector menos creativo del ataque barcelonista se le extrañó iniciativa y recursos individuales para producir en solitario, mientras el danés volvió a mostrar dificultades a la hora de interpretar posicionalmente el juego. Sobre el papel, la jugada que el Barça buscaba explotar en ataque pasaba por un apoyo central del extremo que arrastrara hacia dentro al lateral dejando libre el costado para la internada de Emerson o Jordi Alba a la espalda del mediocampo getafense. En la práctica, la receta sólo funcionó cuando Memphis ocupó la posición de extremo izquierdo, sujetando a Juan Iglesias y despejando el carril para Alba. Tan clara era la oportunidad culé de hacer daño de esta forma que Michel intervino al descanso para cerrarla. Con la entrada de Damián Suárez por el citado Juan Iglesias el técnico recompuso a su equipo con una defensa de cinco en la que Olivera cumplía como central zurdo y el checo Jankto de carrilero por la izquierda, de manera que los centrales pudieran acudir sobre los apoyos del extremo sin prescindir de las referencias defensivas en banda (Imágenes abajo).
Además, la presencia de un tercer central contribuyó a mejorar la salida desde atrás visitante, más efectiva superando la presión del Barça y llevando el cuero a las inmediaciones del área de Ter Stegen. Situando el epicentro del partido en las zonas donde menos cómodo se encuentra defensivamente Busquets, y donde el probable error de alguno de los zagueros apenas deja tiempo para la corrección. Tuvo que actuar Koeman con la entrada al campo de Nico y Gavi, una doble sustitución que tuvo efectos positivos para los locales tanto en ataque como en defensa. Con balón, la personalidad de los canteranos le proporcionó dos zonas seguras a la posesión barcelonista, al tiempo que juntándose cuatro centrocampistas sobre el campo De Jong ganó libertad para moverse allá donde lo necesitara el cuero en cada momento. Sumar un efectivo más en línea de medios permitió también a Koeman acercar a un segundo mediocampista a la zona del pivote, reforzando así la zona de Busquets cuando el Getafe la atacaba desde el contraataque, la combinación o el juego directo. Para asegurar en campo propio lo que no pudo asegurar en la mitad de su rival.
– Foto: Gerard Franco