Sentenció Xavi Hernández durante su presentación que la idea está por encima del dibujo táctico. Que lo realmente importante es el modelo de juego. Para él, como para el resto de entrenadores, el esquema es un punto de partida, un camino decidido en función de diferentes variables a través del que ordenar sobre el campo tanto a los futbolistas como los principios de su idea de juego. Es el cómo, pero no el qué. Un qué que el Al-Sadd fue capaz de mantener independientemente de la interpretación posicional que su entrenador le diera en cada momento, fuera ésta el más habitual 1-3-4-3 o los 1-4-3-3 y 1-4-2-3-1 más empleados por el catalán durante su primer temporada en Qatar o a la hora de disputar la Champions asiática.
No obstante, con los esquemas ocurre que, dada su condición de camino o herramienta, los hay que activan más fácilmente que otros determinadas zonas del juego. Todos los dibujos lo permiten todo, pues ninguno es en la práctica un esqueleto fijo sino más bien una abstracción de la que viven liberados los movimientos de todos los jugadores, y, de hecho, es habitual que los equipos muten de un dibujo a otro a lo largo de una misma jugada, pero los hay que simplifican el trayecto. Así se explica que determinados entrenadores o estilos de juego suelan vincularse por norma más a unos que a otros. De este modo ocurrió también en el Al-Sadd de Xavi, un equipo más o menos flexible a la hora de esquematizar su disposición inicial, pero con tendencia a que los recorridos de sus jugadores desembocaran en una fórmula compartida. En un 1-3-2-2-3 al que el conjunto qatarí podía llegar desde el 1-3-4-3, el 1-4-3-3 o el 1-4-2-31, como el destino predilecto del técnico a la hora de impulsar su idea de juego desde la colocación de los jugadores.
– Tres jugadores en salida
La construcción de un primer escalón en el equipo formado por tres futbolistas, ejerciendo a la vez como cierre defensivo y como responsables del inicio del juego, es una solución que ha tenido gran popularidad a lo largo de los últimos años. Se trata, por un lado, de un recurso muy directamente vinculado a la superioridad numérica a la hora de salir desde atrás contra las presiones rivales que defienden situando a dos jugadores en primera línea. Un tres contra dos gracias al cual disfrutar siempre de un hombre libre para dar inicio a la jugada. Es también una fórmula que proporciona mayor cobertura a los centrales a la hora de salir en conducción para incrustarse en mediocampo conservando a dos compañeros a su espalda, y que permite ensanchar el primer peldaño de la jugada dificultando la presión coordinada del adversario y potenciando el pase del defensa hacia el extremo (Imagen abajo a la izquierda).
– La base del cuadrado
Una de los pilares de la estancia de Xavi Hernández en Qatar ha sido su tendencia a reproducir un cuadrado en el mediocampo. A situar sendas parejas de futbolistas en las dos alturas del mediocampo. La primera pareja, la de los mediocentros, ha sido la encargada de ocupar la base del centro del campo, por delante de la defensa y por detrás de los mediapuntas/interiores, y normalmente situada de frente a la línea de medios del rival. Se trata de una pareja con variedad de funciones, que van desde la posibilidad de ubicar un futbolista más por detrás del balón para reforzar la transición ataque-defensa, a la opción de mantener ocupada la parcela del pivote incluso cuando uno de los mediocentros baja a iniciar el juego entre centrales.
– ‘Cuatro extremos’
Como se ha señalado en el punto anterior, en el Al-Sadd el mediocampo de Xavi ha tendido al cuadrado. A ubicar a dos futbolistas en la base a la manera de un doble pivote, y a situar a dos piezas interiores más adelantadas a la espalda del centro del campo rival. Dos centrocampistas con altura y alma de mediapunta, muy profundos y por momentos más próximos al delantero centro que al pivote, ubicados en una posición intermedia con respecto a hasta cuatro rivales. Entre el central, el lateral, el mediocentro y el volante del equipo contrario, a la espera de recibir el pase para atacar a la defensa (Imagen abajo a la izquierda). Colocados de tal manera sobre el campo que si su presencia moviliza la atención del mediocentro rival, el doble pivote gane metros y libertad para jugar la pelota; que si atrae al centrocampista de banda el extremo pueda retar a su par en el uno contra uno; y que si obliga a salir al central el punta pueda amenazar su espalda con un desmarque corto.
– El 9
El argelino Baghdad Bounedjah ha sido uno de los nombres propios de la trayectoria de Xavi Hernández en Qatar. Punta de lanza del equipo desde la posición de delantero centro, no solo ha ejercido como referencia goleadora del equipo, sino que se ha relacionado con la idea de juego del Al-Sadd como una pieza más del engranaje. A pesar de su talla y sus cifras realizadoras, el suyo no ha sido un papel limitado al remate y al juego dentro del área, sino que la pizarra le ha reservado tareas más allá del gesto final. Desde erigirse en solución para la construcción de una salida en largo, al trabajo fijando la posición de los centrales para mayor comodidad de sus compañeros de ataque, pasando por una movilidad aparentemente menos llamativa pero a la postre fundamental en los mecanismos de juego de su equipo. No por nada, en las contadísimas ocasiones en que Bounedjah no ha podido participar como titular en el Al-Sadd, Xavi ha optado por ocupar su lugar con jugadores de un perfil poco especialista en la demarcación como el de André Ayew, quien normalmente ocupa el extremo izquierdo. Y es que en el conjunto de Xavi Hernández, el de delantero centro ha sido un puesto tan ligado al remate como a los apoyos fuera del área, a los movimientos de arrastre o a los desmarques aprovechando los agujeros que pudieran generarse a través de la atracción ejercida por alguno de los interiores sobre los centrales del rival.
– Foto: Simon Holmes/Getty Images

