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Hijos haciendo de padres

Hijos haciendo de padres

El Real Madrid levantó cuarto Champions en cinco años siendo el equipo del impacto de la BBC, del dominio de Modric, de la puntualidad y jerarquía de Sergio Ramos o de las soluciones ofensivas de sus laterales Marcelo y Carvajal. Junto a ellos, el otro nombre propio presente en los cuatro títulos fue el de Isco Alarcón. Entrando desde el banquillo en Lisboa y Milán, y como titular en Cardiff y Kiev, el malagueño representó en el exitoso ciclo blanco el papel del centrocampista más adelantado del equipo, ubicado entre las líneas del contrario, como una suerte de mediapunta ubicado por delante del mediocentro o los interiores y por detrás de los delanteros. Una figura especialmente valiosa a la hora de escalonar las posesiones, amenazar la espalda del mediocampo rival y romper el orden de la línea defensiva del adversario. Unas funciones que, en su versión blaugrana, Andrés Iniesta encarnó durante quince temporadas, y para las que, en el Manchester City, Guardiola ha reconvertido a jugadores con un pasado más vinculado a la banda. Futbolistas con paciencia para sujetar su posición entre líneas, con capacidad de desenvolverse en espacios reducidos, y de atacar a los defensas a través del desborde y la llegada.

Desde el adiós de Iniesta en 2018, el centro del campo del Barça no ha disfrutado de un futbolista de este perfil, toda vez sus posibles recambios han preferido posiciones más retrasadas (Arthur, De Jong, Pjanic o incluso Pedri), han necesitado los espacios de la banda para recibir bien orientados (Coutinho), o han utilizado la zona en tres cuartos de campo más como espacio de paso que como campamento base (Arturo Vidal). El tiempo dirá si futuro de Gavi se terminará encaminando más cerca del círculo central o de la frontal del área, pero de momento, en el Barça de Xavi, el canterano ya es el argumento más solvente de la plantilla esperando, recibiendo y girándose entre líneas. Así lideró, a pesar de sus 17 años de edad, el necesitado triunfo culé ante el Elche, constando en el marcador (gol y asistencia), en el juego y en la temperatura emocional del enfrentamiento. A Gavi no le tocaría ser el líder, pero sin nadie más que haya reclamado el vacío, el andaluz lo asume y maneja con responsable y conmovedora naturalidad. Un hijo ejerciendo de padre.

– El mapa de pases de Gavi contra el Elche (vía as.com) –

El sábado lo fue coronando el rombo que Xavi volvió a utilizar en el mediocampo del Barça, una disposición a la que el egarense ya recurrió en Pamplona pero en la que esta vez modificó los roles. De este modo, como se apunta, el centrocampista más adelantado del equipo no fue De Jong sino Gavi, y el papel híbrido que representó el canterano en El Sadar, como interior en ataque y lateral en defensa, en esta ocasión recayó en Jordi Alba. Con Abde abierto como extremo izquierdo fijando la amplitud y la profundidad del carril, el comportamiento de Jordi fue mucho más interior de lo habitual, incorporándose al ataque por el teórico carril del ocho, a la izquierda de Sergio Busquets (Imagen abajo). La posición de los dos interiores azulgranas, sin embargo, no fue simétrica, pues mientras Alba se movió mucho por delante del balón chocando por momento con la línea defensiva del Elche, los recorridos de Frenkie de Jong tuvieron un inicio algo más atrasado y próximo al mediocentro. Cerca de Sergio en el arranque de la acción para ganar altura a medida que avanzase la jugada yendo de atrás hacia delante.

Que el vértice derecho del rombo no tuviera un comportamiento tan fijo y adelantado como el izquierdo provocó que, en varios momentos, el pico del área derecho visitante no estuviera ocupado por un centrocampista del Barça, sino que luciera libre para las apariciones de Dembélé. Más protagonista con balón e internándose por pasillos interiores, el galo trató de aterrizar en la pista que le habilitaba la posición de De Jong y el desempeño de Jutglà en punta. Móvil, agresivo en el desmarque y muy puntual en sus movimientos, el delantero del Barça B oxigenó la frontera del área grande para que el resto de sus compañeros la conquistaran en vuelo. Además de con la profundidad de Jutglà, contaron para ello con la buena gestión que hicieron los tres centrales culés del primer pase (Imágenes abajo). Liberados por un Elche que escalonó a Boyé y Lucas Pérez para que el argentino tapara a Sergio Busquets, la superioridad numérica de Araújo, Eric y Lenglet, la cantidad de líneas de pase interiores y la facilidad para llevar el esférico hacia los extremos afinó al uruguayo, potenció al francés y sacó a relucir la excelente paleta del catalán tanto en lo que se refiere a la técnica como a la decisión.

Más problemas tuvieron sin balón, espacialmente en el segundo tiempo, y en particular a la hora de engrasar el cambio de dibujo ordenado por Xavi entre el ataque y la defensa. Pues, del mismo modo que ante Osasuna, la idea del técnico fue que el Barça atacara con tres hombres atrás pero defendiera con cuatro, pasando Araújo y Alba a los laterales. El primero, no obstante, se mostró dubitativo midiendo los tiempos y las zonas de su doble rol, al tiempo que ni Lenglet ni Alba acertaron a controlar la espalda de Jordi cuando el Elche quiso explotarla con Tete Morente. Una fragilidad que cerca estuvo de arrebatarle los tres puntos al conjunto local, y que esta temporada no cuenta con Marc-André ter Stegen como aliado. El alemán para menos que nunca, y tanto su juego desorientado como su errática toma de decisiones señalan una falta de confianza innegable, para la que el momento competitivo y anímico del equipo no ofrece un blindaje. Salvo que Nico, Abde, Gavi y compañía se sienten en la mesa de los mayores y digan lo contrario.

– Foto: Alex Caparros/Getty Images

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