
Pedri y el reloj
Antes que Pedri parara el tiempo, Barça y Sevilla estaban protagonizando en el Camp Nou uno de esos empates a cero que a pesar de la falta de goles están muy lejos de dibujar un partido plano. A un lado el equipo de Xavi, controlador y ofensivo, y al otro lado el equipo de Lopetegui, un conjunto que por momentos parece de granito y que demostró manejar muchos recursos distintos a la hora de enfrentarse a las armas de ataque que han permitido a los culés escalar tanto en el juego como en la clasificación.
De forma resumida, el objetivo de Lopetegui fue conseguir que sus centrales no tuvieran que abandonar la posición. Que permanecieran por delante de Bounou y junto a Aubameyang pasara lo que pasara a su alrededor. Que no tuvieran efecto los señuelos que habitualmente lanza el Barça ya sea en banda o en la zona de los mediocentros. Sobre esto último, por ejemplo, es habitual que cuando el adversario dispone un doble pivote como el del Sevilla, Xavi busque generar el agujero separando a los dos mediocentros a partir de la posición de sus interiores. Abriéndolos a banda o escalonando mucho sus alturas para que, como en Mestalla, se cree un espacio en el centro del tablero en el que pueda aparecer Aubameyang para tocar de cara, arrastrar a un central y habilitar un carril libre por el que acceder al área. Pero Julen conocía la lección y se había preparado para responder. Lo hizo utilizando a los centrocampistas de banda, especialmente a un Lamela que cuando su equipo no tenía el balón y defendía en campo propio lucía casi como un interior cerca de Joan Jordan (Imagen abajo). De este modo, con tres jugadores por dentro, el Sevilla podía seguir a Pedri y De Jong sin tener que perder a la pieza que cubría el espacio justo por delante de los centrales.
El precio que pagó a cambio fue concederle libertad a Jordi Alba, un peaje que inicialmente no le costó caro, pues el lateral izquierdo del Barça arrancó el duelo con un rol poco agresivo en ataque y muy prudente a la hora de incorporarse por banda. También lo tuvo Alves, si bien en el caso del brasileño su presencia interior ayudó a que Dembélé recibiera muchos balones en disposición de amenazar en el uno contra uno a Rekik. Dani fijaba a Ocampos por dentro, De Jong se situaba entre líneas para que tampoco Gudelj pudiera llevar la ayuda a banda y Ousmane disfrutara del aclarado. Lo resolvió con mucho centro lateral, una acción que la zaga sevillista defendió bien y que los visitantes además reforzaron incrustando a Gudelj en el área como un tercer central. El Sevilla poco a poco fue creciendo a lo largo del primer tiempo en la medida que acertó a detener las amenazas del Barça. También aquellas que tienen que ver con la presión adelantada barcelonista y con la que los hombres de Xavi vienen logrando recuperar el balón cerca del área rival y darle al partido el ritmo y el control posicional que más les beneficia.
Los de Lopetegui, sin embargo, supieron desactivar los acosos culés haciendo valer su superioridad numérica por dentro (Koundé, Diego Carlos, Gudelj, Joan Jordán y Rakitic contra Aubameyang, Pedri, De Jong y Busquets), encontrando a Jordán en los primeros pases, y castigando el espacio a los lados de Busquets o a la espalda del mediocentro catalán (Imagen arriba). Los movimientos de Rakitic desde la mediapunta, unos apoyos de Martial que pusieron en bastantes dificultades a Piqué, o la diagonal fuera-dentro de Lamela desde la derecha, daban la réplica a la tranquilidad de Joan Jordán con el esférico en los pies. Por suerte para los azulgranas, que Rakitic, Martial o Lamela formaran parte del camino y no del destino de los ataques del Sevilla significaba que la finalización debía correr a cuenta de Ocampos, que para desgracia del argentino jugaba en el sector más próximo a Ronald Araújo. El central uruguayo, como viene siendo habitual, se impuso en el duelo directo, condicionando el juego de su rival y resolviendo cualquier situación comprometida en las inmediaciones de Ter Stegen. Fue un muro insuperable.
– A la izquierda, el mapa de calor de Jordi Alba en el primer tiempo. A la derecha, el del segundo.-
Para que Diego Carlos y Koundé dejaran de serlo, en el segundo tiempo Xavi matizó su plan de ataque, sumando agresividad a los roles de Jordi Alba, Dani Alves y Frenkie de Jong. El primero apareció más por banda aprovechando su libertad y permitiendo que Ferran apareciera por dentro (Imágenes arriba), el segundo adelantó su influencia en el juego tanto en banda como por el centro (Imágenes abajo), posibilitando que el tercero pudiera desengancharse del mediocampo con más frecuencia para vestirse como un momentáneo segundo delantero. El resultado de los tres ajustes fue el mismo: sumar presencia por dentro para vaciar las zonas laterales de la zaga del Sevilla.
– A la izquierda, el mapa de calor de Dani Alves en el primer tiempo. A la derecha, el del segundo.-
Ciertamente, también la transición defensiva culé notó el cambio, pues con los laterales más arriba y con Dembélé más expuesto a la pérdida por dentro el equipo tuvo que correr más hacia atrás, pero la autoridad de Araújo abajo y los nuevos beneficios del equipo arriba hicieron que la balanza se inclinara de su lado. Con Ferran arrastrando a Navas y De Jong atrayendo a Rekik, tanto Jordi Alba como Dembélé tuvieron más oportunidades de profundizar por fuera, girar a la zaga hispalense y retrasarla de tal modo que Pedri, Busquets y compañía pudieran ganar la frontal. Para meter a los mediocentros rivales en el área, limpiar la corona y, ahora sí, forzar a que Koundé y Diego Carlos tuvieran que salir de zona para defender el balcón del área. Para exponerlos a Pedri y no a Aubameyang. Para meterlos en la zona del mago canario. Para hacerlos caer en su trampa.
– Foto: David Ramos/Getty Images
– Mapas: as.com