
Si el Barça no puede presionar
En el Barça, durante los últimos años de sinsabores europeos, la ineficacia de su presión adelantada ha tenido un papel clave. Sin las aptitudes físicas o futbolísticas, ni la predisposición individual o colectiva, ni un funcionamiento con balón que de manera previa sentara las bases de una transición ataque-defensa ganadora, temporada tras temporada los culés sangraron por la misma herida. Por un corte que permitía a los rivales llevar los partidos cerca del área de Ter Stegen, subrayar el valor de los laterales en campo contrario contra un adversario sin extremos para enfrentarlos, castigar a unos futbolistas más preparados para defender lejos de la portería y evidenciar la falta de mecanismos barcelonistas, tanto colectivos como individuales, cuando se requería que sus ataques nacieran muy lejos del meta rival. Durante años, en Europa, no poder presionar ha condenado al Barça a competir en escenarios donde tiene muy difícil imponerse.
El Barça de Xavi tiene recursos y caminos distintos a los de sus antecesores. Transita mejor, es capaz de hacer grande el campo desde el ataque tanto a nivel de profundidad como de amplitud, y su salida desde atrás suele permitirle llegar a la siguiente escala. Aun así, es un conjunto que crece alrededor de su presión, como puerta de entrada a muchas de las recompensas que busca el equipo en sus encuentros. Aspectos como el ritmo de juego, la posibilidad de defender lejos del área o la opción de recuperar el cuero cerca del gol, son parte fundamental del plan del técnico de Terrassa que su Barça invoca a partir de la presión. Si no puede recurrir a ella, el Barça de Xavi es menos Barça de Xavi. Por eso en Frankfurt ofreció una de sus versiones más desdibujadas desde que el cuadro barcelonista conquistó velocidad de crucero. Fue un Barça incómodo con y sin balón, que no encontró en su juego de ataque el atajo para imponer su autoridad defensiva, ni en su presión adelantada la fórmula para impulsarse cerca de Kevin Trapp.
A la hora de poner en practica su habitual defensa adelantada, llevando a los interiores cerca de la posición de Aubameyang para trabajar contra los centrales y el mediocentro rival, el Barça tuvo muchas dificultades para leer la salida con línea de cinco de su adversario. Sobre todo porque, con Pedri y Gavi tapando muy arriba y Busquets reclamado por la pareja Jakic-Sow, los dos mediapuntas del Eintracht disfrutaron de una enorme pista de despegue a la espalda del mediocampo culé (Imagen abajo a la izquierda). Buscando recibir el balón a la espalda de los interiores del Barça y abiertos a ambos flancos del mediocentro, la defensa de Kamada y Lindstrom quedaba demasiado lejos de cualquier jugador azulgrana. Muy abajo para Gavi y Pedri, muy arriba para Eric y Piqué, muy lateralizados para Busquets y muy centrados para Araújo y Jordi Alba, el danés y el japonés fueron dos versos libres en el entramado defensivo del Barça. Un interrogante que por lo general los visitantes no acertaron a descifrar, y que a menudo comprometió especialmente la tranquilidad de sus laterales.
Para evitar que los tres atacantes del Eintracht enfrentaran en superioridad por dentro a la pareja de centrales azulgrana, de forma habitual Araújo y Alba llevaron su defensa hacia el interior, una solución que, a su vez, liberó los carriles para la llegada de unos muy punzantes Knauff y Kostic (Imagen arriba a la derecha). No pocas veces los carrileros locales aparecieron lanzados por banda, sin la barrera de los laterales culés, para profundizar, empujar al Barça hacia atrás, llevar la zaga hacia una de las orillas o atacar sin oposición desde el lado débil. Un escenario muy comprometido para Araújo y Alba, obligados a enfrentar una doble amenaza y a hacerlo, muchas veces, desde el desorden, en el que el uruguayo acertó a sobrevivir con más entereza que su compañero, menos sereno, menos preciso en la lectura o la técnica defensiva, y menos cubierto por su capacidad física en la corrección o en la disputa.
Que el Eintracht pudiera ser muy profundo en sus ataques y llevarlos hasta la línea de fondo o hasta el área de Ter Stegen significó, a su vez, que cuando el Barça recuperara el esférico e iniciara sus ataques lo hiciera, también, desde una posición muy alejada de Kevin Trapp. Con balón, los hombres de Xavi no se vieron sometidos a una asfixiante presión adelantada local, pero sí a un entramado rival que apenas le habilitó caminos para llevar el cuero a zonas prometedoras desde las que generar peligro o poder juntarse en campo rival. El planteamiento de Oliver Glasner dio prioridad a defender de forma casi perfecta los pasillos interiores, de manera que el Barça no pudiera construir juego a través del carril central. En este punto, resultó especialmente interesante su propuesta para enfrentar la posición adelantada de Gavi y Pedri, pues no mandó sobre ellos a su doble pivote sino que delegó su vigilancia a sus tres centrales (Imagen arriba). Tuta, Hinteregger y N’Dicka quedarían emparejados por dentro con Aubameyang y los interiores culés, permitiendo así que Jakic y Sow pudieran tapar las líneas de pase hacia Pedri y Gavi por delante de los dos jóvenes talentos barcelonistas.
Equilibrando de forma muy coordinada la zaga cuando uno de los centrales abandonaba la línea anticipando sobre el apoyo de uno de los medios visitantes (Imágenes arriba), cómodo ante la poca agresividad de los movimientos culés y desahogado por la imprecisión de Aubameyang en la descarga, la libertad en la marca que el Eintracht le otorgó a sus dos mediocentros también resultó clave para que cuando el Barça llevara el balón a la banda éste nunca pudiera cortar hacia dentro para filtrarse entre líneas. Formando sendos triángulos en cada uno de los costados con el carrilero, el mediocentro y el maediapunta, el cuadro alemán obligaba a que Adama y Ferran tuvieran que devolver el cuero hacia atrás sin opción a superar una de sus barreras.
Quien más lo consiguió fue De Jong, que entró en el segundo tiempo junto a Ousmane Dembélé para cambiarle la cara a la posesión del Barça. Ajustando con precisión tanto su posición como sus movimientos a partir del comportamiento de los centrales y los medios del Eintracht, el neerlandés supo ubicarse en el espacio indicado para separar a las piezas del rival, acertó atacando los nuevos huecos que se abrían en la estructura de su rival, y contribuyó en todo momento a crear un contexto de juego más fluido y dinámico para sus compañeros. Busquets, Dembélé, Aubameyang, Ferran o un Pedri que con Frenkie regresó al perfil izquierdo, respiraron mejor con De Jong sobre el campo.
– Foto: Alex Grimm/Getty Images
Patrafisic 8 abril, 2022
Gavi es muy bueno, pero ayer se pudo comprobar que está muy lejos de poder mostrar el nivel de Pedri y De Jong. Es un chico con un talento y desparpajo enormes, pero ayer evidenció una obviedad: tiene 17 años. En su forma de superar líneas a través de la conducción me recuerda más a Iniesta que no Pedri. Pero Gavi es tan joven que todavía toma malas decisiones después de sus explosiones de talento, y ayer abusó excesivamente de la conducción. Y es normal, pues es un futbolista en formación. Lo que no es normal es que Pedri, que es casi igual de joven, juegue como juega. Eso es lo más extraordinario del canario para mi: como lee y entiende el juego con la edad que tiene.
Por otro lado, ayer también se pudo constatar la diferencia abismal que hay entre Adama y el Dembélé actual. Ver jugar a Adama te hace entender la tremenda ventaja que tiene Dembélé al ser determinante tanto si sale por fuera como por dentro.
Los alemanes jugaron el partido que habían preparado y no marcaron más goles porque son un equipo de Europa League en lugar de ser equipo de Champions. Al mismo tiempo, creo que con De Jong y Dembélé de inicio habríamos visto un partido muy distinto, pero Xavi sabe que tiene que rotar y ayer era el partido ideal para repartir minutos.
Creo que en el partido de vuelta el Barcelona ganará fácil.