
Busquets en el Día D
A un equipo como el Fútbol Club Barcelona hay que medirlo en los días grandes. Cuando se enfrenta a uno de esos rivales a los que quiere volver a equipararse. Cuando las diferencias de nivel individual se reducen y el listón se eleva. Cuando se necesita a los mejores en cada puesto. Son estos los partidos que más han castigado al Barça durante los últimos años. Al tiempo que se mantenía en los primeros puestos en Liga o peleaba la Copa, el cuadro azulgrana ha acumulado demasiadas goleadas en Europa, lastrado por sus apuestas fallidas en el mercado y por un progresivo envejecimiento de la plantilla que, año a año, lo ha ido apartando del ritmo de juego que impera en la Champions: “Técnicamente lo tienen todo, grandes jugadores a nivel técnico y táctico. Pero no pueden competir a máxima intensidad en el fútbol de máximo nivel”.
Las últimas dos ventanas de fichajes, sin embargo, le han servido a los culers para lavarle la cara a su plantilla. Lejos queda el once que cayó dolorosamente ante el Bayern por 8-2, el más veterano de su historia en la Champions. Hoy, en el teórico equipo de gala azulgrana, solo tres futbolistas alcanzan la treintena. El portero Ter Stegen, un Lewandowski todavía dominante también a nivel físico, y Sergio Busquets. El centrocampista catalán siempre ha sido una pieza muy especial. Un mediocentro más poderoso y preparado para marcar la diferencia cuando más próximo al área rival está. Cuando puede defender corriendo hacia adelante y no hacia atrás, y cuando sus pases quedan más cerca de los delanteros que de los centrales.
Se trata de un contexto que, con altibajos, el Barça ha podido darle en el día a día de la competición doméstica, pero que llegados al Día D, a la prueba definitiva, al examen más difícil, le ha costado mucho más sostener. Contra los mejores lo normal es no poder imponer tu discurso todo el tiempo, condicionar el partido de principio a fin para que en cada momento se juegue según el guion que más te conviene. Contra los rivales más fuertes a veces toca dar tu brazo a torcer, apretar los dientes y competir, ni que sea momentáneamente, siguiendo sus reglas. Son esos los contextos en los que más sufre Busquets. Menos preparado a los 34 años para correr hacia atrás o hacia las bandas cuando el contrario logra superar la presión culer, cuando el partido se abre, aumenta el ritmo e invita a las transiciones, a menudo su espalda es una de las zonas más vulnerables de la estructura azulgrana. Donde buscan recibir el balón los rivales para poder correr en ataque y alejar al Barça del área.
No por nada desde hace años los entrenadores del Barça buscan reforzar esta parcela del campo cuando el equipo no tiene la pelota. La última Champions azulgrana la levantó el equipo de Luis Enrique centrando la posición de Dani Alves desde el lateral para que luciera como una suerte de segundo mediocentro en transición defensiva. Ernesto Valverde, por su parte, juntó a Rakitic con Sergio para ofrecerle al pivote un contrafuerte en el que poder descargar parte del peso defensivo de su posición. Y Koeman, más rotundo, o bien planteó directamente un esquema 1-4-2-3-1 o bien optó por protegerse por dentro con un tercer central. Diferentes recetas para cubrirse mejor a la espalda del pivote.
Probablemente el Barça de Xavi tampoco sea un equipo preparado a día de hoy para ejercer un dominio tan marcado en un duelo de la máxima dificultad que no exponga a Busquets en ningún tramo del encuentro. Por eso, ya que salvo sorpresa el catalán sigue siendo la apuesta del técnico en la demarcación, también el de Terrassa está diseñando soluciones para abrigar al capitán. La más clara es la posición de Pedri, que tras insinuar el curso pasado un crecimiento cercano al área rival, esta temporada está llevando su juego más cerca de la base. Apoyando en salida de balón al lado de Sergio o cayendo a la zona del lateral izquierdo, jugando por detrás del al línea de la pelota, y delegando parte del protagonismo entre líneas en compañeros como Gavi, Lewandowski o Dembélé.
La segunda maniobra que ha trabajado Xavi para cubrir la parcela del mediocentro tiene como protagonista al lateral derecho, especialmente cuando lo ocupa Jules Koundé. Con respecto al curso pasado, el Barça 2022-23 ha modificado su estructura de presión. Si en la anterior campaña apretaba a los centrales rivales con el interior izquierdo a la altura del delantero centro, esta temporada es el interior derecho el encargado de dibujar el dos contra dos. De este modo, la espalda más accesible para el rival cuando logra superar la presión es la de Gavi, lo que lleva el cuero a la derecha de Busquets obligando al catalán a lateralizar su posición hacia este sector. La función del lateral derecho en este escenario es doble. Si Sergio no llega a tiempo a esa cobertura, es él quien debe defender hacia arriba y hacia dentro como una suerte de segundo mediocentro a la derecha de Busquets.
Mientras que si el capitán llega a la cobertura lateral, entonces el zaguero debe juntarse con los centrales para que uno de ellos -preferiblemente Araújo- pueda salir a contener la zona del pivote que Sergio ha dejado vacía yendo hacia fuera. Las características físicas y técnicas de jugadores como Araújo y Koundé le permiten a Xavi ajustar este colchón de seguridad de forma más segura de lo que podrían hacerlo Eric y Balde desde la izquierda. Además, en la derecha el entrenador cuenta con el recorrido de Gavi y la contribución defensiva de Raphinha corriendo hacia atrás. Si con Koundé tapando dentro el equipo necesita que el extremo baje hasta la zona del lateral, el brasileño puede hacerlo. Cualquier ayuda es bien recibida cuando llega el Día D.
– Foto: David Ramos/Getty Images