
Papeles cambiados
Una de las noticias negativas que le han dejado al Barça sus tropiezos en la Champions League es que, por el momento, el conjunto de Xavi Hernández no ha logrado hacer constar de forma determinante a sus extremos en los duelos de la máxima exigencia. El azulgrana es un conjunto que mira con insistencia hacia sus delanteros de banda, pero que no ha podido encontrar todavía en ellos argumentos alternativos a Lewandowski para marcar las diferencias. Quizá por este motivo, después de que el ataque culer se atascara en Milán y antes de volver a intentarlo contra los hombres de Inzaghi, ante el Celta puso en práctica una alternativa a la hora de abrigar a su delantero centro. En lugar de mirar hacia la banda, miró hacia el carril central, y en concreto hacia un Pedri que situado en el interior derecho actuó más adelantado de lo que venía haciéndolo en este arranque de temporada:
En el reparto posicional que ha diseñado Xavi para su Barça 2022-23, el derecho es el interior más próximo al área, el de más llegada, aprovechando que el extremo de ese lado es el más abierto de los dos y el que, por lo tanto, menos se acerca a la mediapunta. Mientras el extremo izquierdo muchas veces es el encargado de cerrar el cuadrado en el carril del 8, dejando la orilla a las incursiones del lateral, el extremo situado en la derecha mantiene una relación más estricta con la cal, cumpliendo con una función que permita generar espacios por dentro a sus compañeros. Lo más común este curso ha sido que el jugador beneficiado por la amplitud del extremo haya sido Gavi, gestionando el espacio entre el extremo y el punta a partir de sus innumerables e incansables desmarques desde la segunda línea. Ante el Celta, sin embargo, la zona le perteneció a Pedri, menos relacionado con los espacios que el canterano, y con el que Xavi seguramente esperaba más pausa y capacidad para combinar en las proximidades de Lewandowski, si bien la tendencia del juego culer fue la de volver a mirar hacia los costados:
Ocupar la misma parcela, pero actuar de un modo distinto en ella. Exactamente es lo que ocurrió también en el interior izquierdo, posición que asumió Gavi y que el andaluz reinterpretó a partir de su sentir futbolístico. El interior izquierdo le dio a Gavi mayor participación (55 pases) y la posibilidad de intervenir en fases más tempranas de la acción, al tiempo que Gavi le dio al interior izquierdo del Barça un punto superior de verticalidad. De hecho, a pesar de ser el interior más atrasado de los dos, no fue extraño descubrirlo corriendo al espacio, a la espalda del central o del lateral celtista.
El concurso y protagonismo de Gavi fue clave para explicar el control que pudo ejercer el Barça durante el primer tiempo, a pesar de la poca participación de Lewandowski y del cortocircuito que sufrió la banda derecha azulgrana. Mientras en el perfil izquierdo del Barça las posiciones de Gavi, Alba y Ferran fluían para atacar en superioridad la zona de Hugo Mallo a través del centro, el desmarque o la diagonal, en la derecha Balde y Raphinha tendieron a anularse. Ambos situados a pierna cambiada, en ningún momento lograron acompasar sus respectivas posiciones. En este sentido se notó especialmente la incomodidad del lateral, que ubicado en una posición antinatural para él apenas pudo sumar con la pelota. Su posicionamiento lo desconectó de las jugadas de ataque, y su orientación corporal le dificultó mucho poder conectar con sus compañeros.
Que los protagonistas barcelonistas en el relato del primer tiempo fueran sus piezas más ofensivas tuvo que ver, principalmente, con la inicial renuncia del Celta a la presión. El conjunto visitante, acostumbrado a ejercicios muy agresivos sin balón que persiguen recuperar el esférico cerca de la meta rival, esta vez saltó al césped del Camp Nou con el colmillo menos filo, agrupado en un bloque medio que se alejaba de la que a priori era la línea más débil de su adversario. La improvisada defensa local, con tres laterales zurdos y Piqué haciendo pareja con Marcos Alonso en el centro de la zaga, vivió pocas situaciones de estrés a lo largo de los primeros 45 minutos, pues pudo respirar en salida y ver al Celta tocar el balón más cerca de la portería de Marchesín que de la de Ter Stegen.
Este escenario cambió radicalmente para la zaga culer tras el descanso. A diferencia de lo que había sucedido durante la primera mitad, el Celta salió de vestuarios con la clara intención de adelantar líneas, a lomos de una presión mucho más agresiva sobre los primeros pases del Barça. Así, Coudet i Broggi mandaron al rombo y la doble punta sobre los centrales y los centrocampistas locales, obligando a una salida barcelonista por banda que en pies de Alba y Balde tuvo pocas posibilidades de éxito. El partido pasó a jugarse en la mitad que defendía el Barça, cerca de su zaga, y exponiendo a varios jugadores que durante la primera parte habían disfrutado de un contexto mucho más benevolente. Piqué, más exigido, tendió a retrasar la línea para hacerse fuerte en el área, Busquets chocó contra las envestidas celestes, Jordi Alba hizo pasar a Hugo Mallo por una suerte de Javi Galán diestro, mientras el Javi Galán verdadero castigaba sobre la zona de Balde.
El resultado de todo esto fue un Celta asentado cerca del área contraria, que pudo lanzar muy arriba a ambos laterales para abrir el campo, que cargó el carril central con sus medios y al que solo una nueva intervención decisiva de Ter Stegen le impidió puntuar en el Camp Nou. Junto a Lewandowski, el guardameta está siendo el mejor fichaje de la temporada para el Barça. Un fichaje que, como el polaco, ya le ha dado varios puntos al equipo. Un fichaje que, como el polaco, con su autoridad en el área permite a sus compañeros jugar con más tranquilidad. Saber que cuentan con un seguro allá donde se deciden los partidos. Que si la temporada pasada los pies del gigante eran de barro, en esta vuelven a ser de acero. Y que por eso su pisada es más firme, su huella más segura y su despegue más puntual.
– Foto: Photo by JOSEP LAGO/AFP via Getty Images