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El coloso uruguayo

El coloso uruguayo

Cuando los enfrentamientos entre Barça y Madrid vivían otros tiempos, a las puertas de inaugurar la que quizá sea la época dorado de los duelos entre los dos grandes del futbol español, el 2-6 del equipo de Guardiola en el Bernabéu quedó grabado como un partido para la historia. Por lo contundente de la goleada, por su trascendencia en la definición del campeón de aquella Liga, por el juego que desplegaron los culers y por un ajuste del técnico de Santpedor (la utilización de Messi como falso nueve) que entonces todavía era sorpresa pero que terminaría redefiniendo el impacto y la dimensión del crack argentino. Antes de todo eso, de que en el minuto seis de partido Pep ordenara el cambio de posición entre Leo y Samuel Eto’o, los primeros copases de aquel enfrentamiento pertenecieron a Arjen Robben. El neerlandés, el arma más amenazante del conjunto madridista, regateó en varias ocasiones, y con bastante suficiencia, a Eric Abidal, generando así las primeras situaciones de peligro del partido. El Barça ajustó, no tanto a través del propio lateral izquierdo, sino de las ayudas que dispuso a su alrededor para contener al extremo del Real Madrid. En su zona, los blaugranas se prepararon para ganar colectivamente una batalla que podían perder a nivel individual.

La escena resultó un buen ejemplo de por qué suele decirse que para frenar al delantero rival más importante, a menudo son más relevantes las coberturas que la marca directa de su par, pues se entiende que debido a su calidad es probable que una vigilancia meramente individual se quede corta. Sin embargo, la lógica dice que, cuando se encuentra al defensor adecuado siempre será más positivo solventar la tarea con un solo futbolista, pudiendo utilizar a sus compañeros en otras disputas. Es lo que viene buscando y encontrando Xavi cuando se enfrenta al Real Madrid de Vinícius, empleando contra los blancos a Ronald Araújo como lateral. El saldo del uruguayo ante la estrella madridista es prácticamente impoluto, encadenando actuaciones defensivas de un dominio que ya trasciende el mero reto futbolístico e individual contra el brasileño. El impacto de Araújo cerrando el carril derecho del Barça resuena desde la previa y llega a impactar las coordenadas emocionales de su rival. En los últimos dos clásicos, por ejemplo, ha sido más frecuente ver a Vinícius desengancharse de la banda para buscar refugio en otras zonas del ataque, y negociar su habitual atrevimiento y agresividad encarando ante la figura del futuro capitán azulgrana.

La defensa sobre Vinícius fue una de las claves para explicar que el jueves, a pesar de tener más balón que su adversario, y de tenerlo más cerca de Ter Stegen que de Courtois, los de Carlo Ancelotti no lograran disparar a portería. Para detener a Vinícius, el Barça no solo se encomendó a Ronald Araújo, sino que alrededor de su lateral diseñó una red de ayudas, sabiendo de la trascendencia del extremo en el juego madridista tanto desde el plano individual como colectivo. Para el conjunto blanco, ahora que Karim Benzema pasa por un bajo momento de forma, Vinícius es casi la única vía para generar peligro. Su futbolista con más desequilibrio, pero también el que inyecta un desorden en el rival y un ritmo a su propio equipo que suele permitir un contexto más favorable para que aparezcan otros compañeros en ataque. Es el interruptor para que todo se ponga en marcha, por eso cuando el Real Madrid no puede encenderlo su juego ofensivo no encuentra la luz. La defensa del Barça sobre Vinícius subrayó el valle de Benzema, el escaso peligro de la banda derecha cuando Modric dejó de buscarle las cosquillas a un Balde algo nervioso en el inicio, o el hecho de que empezando a jugar desde muy abajo a Kroos le costara concretar su juego en campo rival.

El alemán libro otra batalla muy atractiva con Frenkie de Jong a un lado y otro del campo, como marco de una de las pocas armas que contemplaba el plan visitante para acercarse a Courtois: la presión. Sin Lewandowski, sin Dembélé y sin Pedri, la capacidad ofensiva culer resultó muy limitada, toda vez ni Raphinha ni Ferran Torres lograron imponerse a los zagueros del Madrid. La posibilidad de recuperar arriba o de atacar con espacios, no obstante, le dio a los visitantes la opción de firmar los dos únicos disparos a portería de la noche, ambos de Kessié. Con tan poco colmillo arriba, y sin salida después de que en el segundo tiempo el Madrid lograra encapsular el partido en la mitad que custodiaban los visitantes, la fortaleza del equipo de Xavi volvió a ser su defensa, especialmente solida respondiendo a la insistencia de su rival en el centro lateral. Araújo y Balde cubriendo el segundo palo, Marcos Alonso y sobre todo Koundé despejándolo todo por arriba y por abajo, De Jong o Kessié barriendo la corona y Ter Stegen teniendo y transmitiendo un gran dominio de su zona, alejaron la portería del ataque madridista, por mucho que el balón se moviera cerca de ella. Si el arco del Madrid fue pequeño para los delanteros azulgranas, la defensa culer hizo diminuto el del Barça. Uno disparó sólo dos veces a puerta. El otro ninguna.

– Foto: OSCAR DEL POZO/AFP via Getty Images

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