
Juan Román Alarcón
Dijo una vez El Flaco Menotti que “el fútbol no tiene nada que ver con la velocidad. Ni siquiera el automovilismo. El mejor piloto es el que mejor frena, no el que mejor acelera“. Pocos jugadores han representado tan bien el sentido y el valor de la pausa como Juan Román Riquelme, un futbolista con una enorme habilidad para desacelerar el juego no sólo para verlo más claro, sino también para cambiarle el paso a los demás. Parar que el resto pase de largo. Hacía bueno Román aquello de que en el fútbol lo importante no es la velocidad en sí, sino el cambio de velocidad. Que pasar de jugar muy lento a jugar sólo lento resulta más productivo que jugar rápido todo el tiempo. Lo mejor de Juan Román Riquelme en Europa se vio en Villarreal, donde el técnico chileno Manuel Pellegrini diseñó para él un envoltorio prácticamente a medida. Aquel Villarreal situaba a Riquelme en el centro de todo, y ponía a su disposición aquello que su fútbol pudiera agradecer tanto para brillar como para hacer brillar al resto. Laterales abriendo el campo, mediocentros trabajando a su espalda, delanteros desmarcándose en profundidad… ¿Valía la pena? Unas semifinales de Champions que por un suspiro no fueron una Final dicen que sí.
– El mapa de calor y el mapa de pases de Isco ante el Villarreal (vía as.com) –
Casi dos décadas después, Pellegrini dirige en el Betis a otro genio de la pausa. Francisco Román Alarcón, Isco para entendernos, está protagonizando el arranque de Liga verdiblanco. El Ingeniero lo ha situado en el centro de todo, y ha puesto a su disposición aquello que, hoy por hoy, su fútbol puede agradecer tanto para brillar como para hacer brillar al resto. Juega con total libertad por delante del doble pivote que forman Guido y Marc Roca, en el centro de una línea de tres mediapuntas que ensanchan Ayoze, Luiz Henrique o Ruibal, y por detrás del punta Borja Iglesias. Eso, sin embargo, es sólo un punto de partida. El campamento base, ya que con el partido en juego Isco tiene permiso para ir donde sea. El malagueño es un futbolista estrechamente vinculado al balón, que cuando más cómodo se siente sobre el campo es cuando tiene la libertad de moverse constantemente para acercarse a él. No es extraño verle bajar a buscar la pelota a zonas de interior o incluso a la altura de los dos mediocentros. Su función es darle siempre una solución al cuero. Recibir, esconder la pelota y desacelerar el juego. A veces para volverlo a acelerar y así encontrar al rival a pie cambiado, y otras simplemente para que éste pase de largo.
– El mapa de calor y el mapa de pases de Isco ante el Atlético de Madrid (vía as.com) –
Jugar con el balón para jugar con el tiempo. Para darlo o quitarlo a su antojo. Para conservar el esférico atrayendo adversarios, y aprovechar que los focos se posan sobre él y aclararle el paisaje al resto. Para dar tiempo a que el equipo salga después de un tramo de repliegue, para poner a correr por banda a uno de sus escuderos, o para que el compañero esquive la emboscada rival encontrando su apoyo. Pellegrini, que conoce como pocos el fútbol de Isco, en el arranque liguero ha encontrado también un remedio para las dos contraindicaciones que podía tener su plan. En primer lugar, que con Isco abandonando tan libremente la mediapunta el Betis se quedara sin referencias entre líneas, y en segundo lugar que un delantero como Borja Iglesias no pudiera aportar la profundidad necesaria en primera línea. Ambas cuestiones han tenido la misma respuesta: Ayoze Pérez. Y es que desde la banda izquierda del 1-4-2-3-1 que emplean los béticos, el canario está sumando soluciones también por dentro. Dejando el carril a las subidas de Abner para aparecer tanto en tres cuartos de campo, detrás del mediocampo rival, como haciendo pareja con Borja a la hora de amenazar la espalda de los centrales. ¿Valdrá la pena? Responde Román Alarcón.
Foto: Fran Santiago/Getty Images