Phil Foden a tu espalda
Marcan los cánones del juego de posición que cuando un jugador tiene el balón en su poder, los compañeros no deben acercarse a él sino alejarse. Confiar en su capacidad para hacerles llegar el esférico. Abandonar la línea en la que se encuentra la pelota para conquistar la siguiente. Jugar a la espalda del rival. De un tiempo a esta parte, sin embargo, son varios los equipos que aplican el juego de posición que vienen optando por utilizar a un segundo futbolista en la línea del balón a la hora de construir el juego. Mikel Arteta en el Arsenal, por ejemplo, lo ejecuta a partir de la diagonal de uno de sus laterales, que en ataque se convierte en un segundo mediocentro al lado de Thomas o de Declan Rice. Otros casos son los de Roberto de Zerbi en el Brighton (1-4-2-3-1), Xabi Alonso en el Leverkusen (1-5-2-3) o Xavi en el Barça (1-4-3-3), que logran el mismo efecto alineando, desde el comienzo, a un segundo jugador a la altura del mediocentro. El Manchester City de Pep Guardiola maneja ambas soluciones, e incluso una tercera que consiste en convertir a uno de los centrales en una suerte de segundo pivote cuando el equipo gestiona la posesión. Se trata de conjuntos que, de un modo u otro, pretenden situar a dos futbolistas en la misma línea cuando el cuero llega a la base del mediocampo.
No es casual que este hecho, teóricamente contrario a los preceptos del juego de posición, esté proliferando en un momento en el que también las persecuciones individuales han ganado popularidad. Lo detectó en 2020 Adrián Cervera, autor del libro El juego de aproximación: “Vamos a empezar a ver más mediocampos con dos jugadores en la base (…) en las zonas de intervención, las más cercanas al poseedor del balón, no necesitas que te estiren sino que te ayuden, porque el rival te muerde”. Explica también Adrián que «cuando el contrario te hacía una presión zonal, lo fundamental era tener superioridad numérica en la línea en la que está el balón para encontrar un hombre libre y atacar intervalos entre defensores y entre líneas, y así batir esas líneas de contención. Pero ahora, si te presionan y te marcan hombre a hombre, no hay líneas de contención sino duelos». En este escenario, incorporar efectivos en la base de la jugada es también una fórmula para multiplicar reclamos que puedas atraer marcas y liberar a los hombres más adelantados. Un señuelo para los mediocampistas rivales con los que, en fases de repliegue, hacerles adelantar la posición descubriendo su espalda.
Es lo que consiguió el sábado el Manchester City ante el Newcastle, en un partido en el que el cuadro skyblue situó hasta tres futbolistas por detrás de su pareja de mediapuntas. Para que Julián Álvarez y Phil Foden pudieran recibir a la espalda de Tonali, Bruno Guimaraes o Joelinton, primero Rodri, Kovacic y Akanji debían hacerles saltar. Reclamar su atención. El central suizo, en este caso, en ataque ejerció de interior izquierdo al lado de Rodri, dejando para Kovacic el papel de un interior derecho que recibiendo abajo pudiera ver el juego de cara. Por delante del croata, el futbolista encargado de revolucionar los ataques del City recibiendo a la espalda del mediocampo rival fue Phil Foden, recurso citizen ante las ausencias de Bernardo Silva y De Bruyne para verticalizar a través del carril central, instalado en la frontal pese a partir desde una posición de banda. Y es que ante un rival con sólo un delantero y consciente del trabajo en el retorno al que piezas como Walker, Akanji y Grealish obligarían a Gordon y Almirón, esta vez el City prescindió de un futbolista en la línea de los centrales para ganarlo en la de los mediocentros. Para poblar con un tercer jugador la base de la jugada, atraer al mediocampo de Las Urracas y encontrar a Phil Foden a su espalda con tal de que el inglés hundiera y girara a los de Eddie Howe.
– Foto: Stu Forster/Getty Images
