
Darle la vuelta
Durante la pasada Liga, el Barça de Xavi promedió más de quince recuperaciones por partido en el último tercio del campo. En las dos jornadas disputadas hasta ahora, en cambio, su promedio no alcanza las diez. La estadística, evidentemente, no puede ser categoría, pues además de lo escaso de la muestra los dos primeros rivales a los que se han enfrentado los culers en el nuevo curso reúnen características particulares: conjuntos con volúmenes bajos de posesión y preferencia por salir en largo para evitar riesgos en el pase cerca de la propia área. Además de los escenarios de juego concretos propuestos por sus adversarios, sin embargo, sí ha habido una cuestión achacable al propio Barça que ha contribuido a esta pérdida de eficacia en la recuperación adelantada: su falta de profundidad. O lo que es lo mismo, sus dificultades a la hora de girar a las líneas del rival.
El robo adelantado y la capacidad para girar al rival son aspectos relacionados ya que lo segundo suele ser fundamental a la hora de generar un escenario favorable para lo primero, debido a que un adversario obligado a defender corriendo hacia atrás y girado hacia su propia portería será un rival con más dificultades tanto para dar salida al juego con rapidez como para esquivar un eventual acoso de su oponente. Para el Barça que ganó la última Liga, esta acción del juego en concreto supuso una de sus principales armas de ataque, haciendo bueno la afirmación de Jürgen Klopp según la cual el mejor mediapunta es una recuperación adelantada para encontrar soluciones ofensivas a escenarios de juego poco fluidos desde la combinación.
En el duelo del domingo ante el Cádiz, la dificultad para girar las líneas del cuadro de Sergio González era doble. En primer lugar, el técnico del Hospitalet organizó a su equipo de tal modo que, en defensa, entre las dos alturas del mediocampo del Barça no hubiera una línea, sino dos. El mediapunta Álex no cerraba entre los centrales y los mediocentros culers, sino entre las parejas formadas por Oriol Romeu y Gündogan y por Pedri y Gavi (Imagen arriba). Así pretendían los visitantes que, por un lado, San Emeterio y Alcaraz no tuvieran que saltar a la presión sobre la base de la jugada azulgrana abandonando la posición, y que por el otro, para poder intervenir, Gavi y Pedri tuvieran que descender un peldaño de modo que después de recibir por delante de Romeu y Gündogan todavía encontraran en frente dos líneas defensivas del Cádiz.
A decir verdad, esta primera prueba la superó el Barça con cierta holgura, no bajando a sus mediapuntas sino escalonando la posición de sus mediocentros y apoyándose en las conducciones de un De Jong que pese a partir desde el central izquierdo terminó influyendo en tres cuartos de campo. Suyo fue el lado por el que más salió el Barça, juntando al neerlandés con Gündogan y Pedri para aglutinar balón en el lado izquierdo y utilizando a Gavi para limpiar el cambio de orientación hacia Yamal Lamine. El canterano que, tras exhibir calidad en el Gamper, en Getafe demostró fortaleza para competir también desde la incomodidad, fue la pieza más punzante de los azulgranas, si bien sus centros al área encontraron buena respuesta tanto en Ledesma como en la zaga gaditana.
La segunda dificultad que planteó Sergio fue un cierre defensivo de cinco hombres, formado a partir de los retornos de Alejo por banda derecha para emparejarse con Alejando Balde (Imagen arriba). La influencia tan retrasada del vallisoletano no sólo le permitió a los visitantes incrementar la anchura de su última línea y, por tanto, abrir menos opciones a la espalda de los alejados, sino que también libero a Iza Carcelén para activarse por dentro e igualar numéricamente el duelo que propone el Barça cuando sus interiores toman altura. Con Alejo y Javi Hernández marcando por fuera a Balde y Yamal, cada recepción interior de Pedri, Gavi o Lewandowski pudo ser respondida con la equivalente anticipación de Iza, Fali y Luis Hernández. Fue ahí cuando los locales extrañaron una de las virtudes mostradas por Robert Lewandowski tanto en el Bayern como a su llegada a Barcelona: el desmarque diagonal/horizontal a la espalda del central que sale en anticipación.
El polaco, en esta ocasión, jugó más pendiente de los recorridos verticales, viajando desde la mediapunta al punto de penalti, y apenas buscó castigar el salto abandonando la línea que realizaban los centrales cuando el Barça era capaz de filtrar un balón entre líneas hacia Gavi o Pedri. El más punzante en el desmarque, de hecho, fue Koundé, cortando por dentro llegando desde atrás aprovechando las vigilancias que Lamine atraía en banda. Sin más amenaza a la espalda que el galo, los defensores del Cádiz pudieron concentrarse en defender hacia adelante sin que nadie les diera la vuelta. Sólo Pedri, atacando el espacio que él mismo había generado con una conducción en la frontal y un pase hacia Gündogan. Él generó el agujero y él lo aprovechó. A la espalda de los centrales.
– Foto: Alex Caparros/Getty Images