Raphinha sin Gavi
Se dice que hacer un cambio antes del descanso habla bien del entrenador. Que incumplir esa norma no escrita según la cual las sustituciones deben retrasarse, al menos, hasta llegar a la media parte, demuestra cintura y humildad para reconocer un planteamiento inicial fallido y que conviene modificar lo antes posible. Ocurre, sin embargo, que esta lectura positiva sólo lo es cuando responde a un suceso infrecuente y excepcional. Cuando se trata de un hecho aislado y puntual. Y es que, de ser recurrente, hablaría mal del técnico ya que señalaría que con demasiada frecuencia sus planteamientos iniciales no funcionan y tienen que ser corregidos de forma apresurada. Si ocurre en una ocasión es buena señal, pero si ocurre en muchas es un mal síntoma.
Algo así sucede con la capacidad de remontar los partidos en los minutos finales. Hacerlo una vez destaca la personalidad, la concentración, los recursos, la calidad y el compromiso competitivo que tiene un determinado equipo para sacar adelante un encuentro que se había torcido. De sobreponerse a escenarios que se le ponen en contra. Pero tener la necesidad de hacerlo de manera regular muestra, también, que el equipo no logra hacer valer su juego antes. Que en el grueso del encuentro tiene dificultades para ser superior a sus rivales o, si acaso, para hacer productiva su superioridad. Incluso, también, que quizá su fútbol es más efectivo cuando la estrategia se desdibuja fruto de la prisa y la necesidad, que cuando mantiene su propio orden. El Barça de Xavi es, con diferencia, el equipo de las grandes ligas que más puntos consigue en los últimos quince minutos de partido. Lo es porque tiene la capacidad de serlo, pero también porque tiene la necesidad de serlo.
Como la tuvo el sábado en Vallecas, de donde arrancó un punto y tuvo opciones de sacar los tres, gracias a una reacción motivada por el impacto positivo de sus hombres de refresco. La entrada de Gündogan para formar junto a De Jong en la base de la jugada y subirle el ritmo a la circulación barcelonista, la de Joao Félix y Fermín en los vértices superiores del cuadrado, recibiendo a la espalda del mediocampo y atacando a la zaga rayista; y la de Raphinha en un extremo derecho que, en las botas de Lamine, se había descubierto como el principal recurso ofensivo del Barça hasta el momento. Hasta que Xavi movió el banquillo, los visitantes habían chocado contra una presión del Rayo que, encabezada por Óscar Valentín, les impedía asentarse con comodidad en campo contrario. De Jong no tuvo la seguridad en el inicio de las jugadas que había mostrado antes de su lesión, Oriol Romeu, por delante, no logró girarse o dar ventajas desde el pase, y sólo Pedri aglutinando vigilancias rivales en el centro desde la mediapunta para descargar hacia el uno contra uno de Lamine en banda acertó a coser unas líneas azulgranas de nuevo muy alejadas entre sí.
Se acercaron en el segundo acto, en parte por el ya mencionado efecto de los cambios, y en parte también porque el Rayo, con ventaja en el marcador, retrasó la altura de su defensa permitiendo una salida más cómoda desde atrás a los culers. El reto del Barça ya no era llegar a campo rival, sino llegar al área. A ello le ayudaron los hombres de refresco, y en especial un Raphinha que a pesar de los buenos minutos de Lamine puso sobre la mesa algunos atributos que pueden incrementar su valor en ausencia de Gavi. Más allá de que su zurda sea una de las opciones más claras que tienen los blaugranas para generar peligro, ya sea desde el disparo de media distancia o desde el centro de rosca al segundo palo, el brasileño pasa por ser el atacante más peligrosos del equipo desmarcándose al espacio. Esos que el Barça campeón de Liga encontraba en Gavi cuando el canterano formaba como mediapunta cerca del área. Corriendo a la espalda de su marcador o, especialmente, entre el lateral y el central del equipo contrario, para habilitarse como opción de pase o como señuelo para girar a las líneas del rival.
Es también un delantero intenso y aplicado en la presión, faceta en la que la temporada pasada Gavi fue clave como argumento defensivo y ofensivo, y que este curso el Barça no logra aplicar con la misma eficacia. Y además también corriendo hacia atrás el brasileño puede ser valioso en una banda derecha donde la entrada de Joao Cancelo por Koundé ha tensionado el equilibrio defensivo de un conjunto que hace sólo unos meses pareció imbatible. A falta de ver si como extremo, o sumándose a un mediocampo que con la baja Gavi y los regresos de Pedri y De Jong tiene la oportunidad de reconfigurarse, Raphinha tiene un nuevo escenario para aportar. Para contribuir a que el Barça deje de remontar partidos. No porque no pueda, sino porque no necesite hacerlo.
– Foto: OSCAR DEL POZO/AFP via Getty Images