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Botelho

En la recta final, cualquier resbalón equivale a decir adiós a la Liga, y tanto a Barça como a Madrid les está castigando jugar después que su rival. El equipo de Guardiola saltó al terreno de juego conociendo la victoria del conjunto blanco. Sólo les valía ganar. De lo contrario, el clásico de la semana que viene perdería casi toda trascendencia. Esa presión, ese vértigo ante el abismo, se notó tras el gol del Levante. Antes del gol el Barça había estado bien. Llegando con relativa facilidad y creando alguna que otra ocasión de gol. El planteamiento del Levante entregaba las bandas en defensa. Los laterales, Juanfran y Pedro López, defendían estrechos encerrando a la zaga del Levante en el ancho del área grande. Guardiola, no obstante, había salido con el 3-4-3 y dos extremos claramente abiertos en banda. El Levante regalaba las bandas pero el Barça no. Sin embargo, los ataques del Levante sí eran anchos, a tres carriles. Valdo por la derecha, Botelho por la izquierda y Koné por el carril central, castigaban la transición defensiva culé en defensa de tres.