
Futbolísticamente, con numerosas bajas como Buffon, Poulsen, Zebina, Andrade o Trezeguet, el fútbol desplegado hasta la fecha por la Vecchia Signora ha sido muy pobre, lo que provoca que la continuidad de Claudio Ranieri esté, cuanto menos, en entredicho. El técnico italiano utiliza un esquema 1-4-4-2 en que prácticamente los dos únicos caminos para llegar al gol son las jugadas a balón parado y el juego directo buscando la referencia del punta y la segunda jugada. Fuera de esto, el desierto. Con un mediocentro formado por Poulsen y Sissoko -el danés será baja ante el Madrid-, sin profundidad por bandas y con apenas Nedved y Del Piero como jugadores capaces de generar juego con el balón a ras de césped, la propuesta del equipo turinés resulta, durante numerosas fases del partido, realmente desoladora.
Con el balón en su poder, como ya hemos dicho su capacidad para generar juego es prácticamente inexistente y únicamente desde banda izquierda donde suelen juntarse Nedved y Del Piero, el equipo es capaz de llevar peligro sobre la portería rival. No es de extrañar, pues, que de manera frecuente el equipo opte por regalar deliberadamente el control al rival a partir del típico patadón, para presionar al rival y tratar de crear peligro a partir de un robo de balón. Estos balones largos, lanzados por lo general por Chiellini desde la defensa o por cualquiera de los dos mediocentros, tienen siempre como objetivo la cabeza de Amauri, un ariete alto y corpulento, con buen juego aéreo y que sabe proteger el balón de espaldas a portería. Éste pelea por alto el balón, pero es la segunda línea formada por Nedved, Del Piero y Camoranesi la que busca concretar el ataque consiguiendo el control del rechace. Por detrás de estos tres futbolistas se sitúa Sissoko, el encargado de barrer cualquier balón que quede muerto en el transcurso de esta lucha por el control del balón.
Defensivamente los dos puntas no presionan excesivamente la salida del rival, ya que el objetivo no es que los defensas rifen el balón y devuelvan la posesión, sino que se busca que el rival avance hasta el centro del campo, y ahí sí, someterle a una fuerte presión tras la cual salir a la contra. Para conseguirlo, la línea de cuatro dispuesta en la media mantiene un comportamiento muy dinámico que persigue juntar a muchos jugadores alrededor del hombre que lleva el balón. Cuando el rival tiene el control en el carril central, es frecuente que incluso los cuatro centrocampistas se vuelquen en la recuperación, mientras que cuando la presión la realiza en banda, ésta es ejercida mediante la intervención del interior, el lateral y uno de los dos mediocentros.
Así pues, para sacar un resultado positivo, el Real Madrid deberá prestar mucha atención a las soluciones empleadas por la Juventus en ataque, y después tratar de aprovechar los puntos débiles del equipo italiano para atacar sobre una portería que sin Buffon se hará más grande para los delanteros merengues.
Con los jugadores de mayor calidad en la banda de Ramos y un hombre poderoso en el juego aéreo en punta, la ecuación es clara, y nos percatamos enseguida que una solución que la Juventus buscará con asiduidad es el centro desde la izquierda buscando el emparejamiento por alto de Amauri con Cannavaro o Marcelo al segundo palo. Aquí sí que sería interesante que Pepe siguiese al punta, prácticamente en un marcaje individual, ya que la segunda línea italiana no se muestra peligrosa por alto y puede ser defendida por el resto de integrantes de la zaga más la colaboración del mediocentro.
La segunda vía de la Juve para generar peligro es, como hemos comentado, el contraataque después de robo en zona de creación. Para evitarlo, junto a mantener siempre cuatro o cinco jugadores por detrás del balón, no arriesgar en el pase y que éstos nunca se ejecuten en horizontal, la participación de Marcelo en la gestación del juego puede ser de gran ayuda ya que permitiría a Schuster contar con un futbolista más en el centro del campo. Junto a él, la función de Gago ofreciendo siempre un apoyo desde una posición retrasada que permita al jugador que lleva el balón no arriesgarse a un pérdida y seguir manteniendo el control del balón, será clave para no dar oportunidades al rival de armar la contra.
A la hora de atacar la defensa italiana, el Madrid deberá jugar con el hecho de que sus dos centrales -Mellberg y Chiellini- no son demasiado rápidos y sufren bastante cuando se les deja sin una marca fija que les sirva como referencia. Así pues, Van Nistelrooij deberá potenciar un juego muy móvil, cayendo a los costados y acercándose a la zona de la mediapunta para generar dudas a los zagueros y provocar que éstos habiliten espacios interiores para las entradas en diagonal tanto de Raúl como de Higuaín. Tanto el español como el argentino deben ocupar una posición a medio camino entre un extremo y un segundo punta, en el espacio entre el central y el lateral, desde el cual trazar la diagonal interior cuando los centrales pierdan la posición o un desplazamiento hacia fuera a la espalda de unos laterales que salen a presionar prácticamente hasta el centro del campo. De este modo, ganando la espalda a Grygera o a Molinaro, los centrales se ven obligados a desplazarse hasta la banda, posibilitando un emparejamiento dos para dos de los puntas del Madrid.
