Una liga en 27 jornadas
¿Y ahora qué hacemos? ¿Balance a finales de marzo?-. El Bayern Munich de Guardiola ya es campeón en Alemania, y con números de récord. Búsquenlos donde quieran: En la rapidez para conseguirlo, en el número de victorias consecutivas, de partidos sin perder, de goles a favor o de pases completados. No nos viene de nuevo, pero no por eso es menos loable la capacidad de los equipos de Guardiola para, ganando títulos que también ganan o han ganado otros, ponerles siempre una rubrica de más, también en lo numérico. La gran conquista de Pep, sin embargo, no ha sido esa, sino, otra vez, lograr convencer a los suyos. Fácil del todo no le ha sido. Los futbolistas del Bayern venían de ganarlo todo, de sentirse invencibles y de aplastar a “la antigua idea de Guardiola”. Y lo de empezar perdiendo, mientras en Barcelona no hizo más que reforzar su posición ante el grupo, en esta ocasión se lo ponía más difícil. Es la diferencia entre querer cambiar a un equipo que ha perdido o a uno que ha ganado. No un cambio profundo, pero sí sustancial.
El de Santpedor llegó a su nuevo club diciendo que del Bayern de Heynckes sólo tocaría una cosa: la salida de balón. Una mentira piadosa y toda una declaración de intenciones. Como si se pudiera cambiar sólo el inicio de la jugada. Por algo se le llama inicio. A partir de él desemboca el resto. Más allá de verle repetir con la salida lavolpiana, algo que el Múnich ya usaba la temporada anterior pero a lo que Guardiola había renunciado en Barcelona, el cambio más que en la forma fue en el fondo. Una salida siempre limpia en la que nunca hay un pase de más si así se evita rifar el cuero. Además en el equipo se encontró a Dante y el recurso de la diagonal. Guardiola quería un equipo paciente en la sala de máquinas, pero como sus centrocampistas no lo eran, se inventó a uno hasta que lo fueran. Como gesto simbólico, esta será la Bundesliga del Lahm centrocampista. El otrora lateral -derecho o izquierdo- era de toda la plantilla es hombre que más y mejor le permitía a Pep jugar al no perderla. Primero en el 4-3-3 y ahora alternando ese dibujo con un 4-2-3-1 de encaje más sencillo para algunos hombres, Philipp ha sido el emblema. El coronel, Kroos. El crecimiento del interior ha sido descomunal, ha mantenido su esencia germánica y la ha bañado con los nuevos postulados de su entrenador. Y los estiletes Robben y Ribery. El francés, que con Alaba ha formado una banda izquierda casi perfecta, ya era un futbolista ideal para Guardiola. Arjen no, y Pep lo ha cambiado.
Pero el Bayern de Guardiola no está terminado. No sólo porque no sepamos donde van piezas como Müller, Javi Martínez o Götze -quizá Pep no quiera saberlo tan pronto-, ni porque en verano se incorpore una tan potente como Lewandowski. El Múnich todavía no es el equipo que a veces a dado la sensación de ser y que sólo a finales de 2013 fue. Le han llegado más de lo que a Guardiola le gustaría, la temporada que viene querrá controlar más. Este es el gran argumento que tiene Guardiola de aquí al final para que no se le vaya el equipo. La temporada no ha terminado, de hecho le aguarda el verdadero reto, pero sus jugadores han perdido el día a día, y ya sólo les queda el objetivo puntual. Competir cada dos semanas. Guardiola tendrá que darle valor a las siete jornadas que le quedan para conseguirlo.
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