Philipp Lahm en la Alemania de Schweinsteiger
La Alemania de Joachim Löw es la de Özil, aunque el mediapunta del Arsenal no haya protagonizado su mejor temporada. Se gestó a partir de la personalidad futbolística de Mesut hace ahora ya algunos años, y a partir de esta fueron encajando el resto de piezas. El seleccionador alemán construyó un conjunto vertical, que corre y ataca los espacios, un plan de juego acorde al tipo de futbolista que ha estado produciendo ininterrumpidamente esta generación.
Detrás del ex-madridista, la pareja formada por Schweinsteiger y Khedira reproducían a la perfección el sentir y la idea de juego del combinado germano. Ninguno de los dos mediocentro claro, ambos todocampistas de mucho recorrido, dinamismo y llegada. Sin embargo, esta temporada ha llegado a Baviera el ciclón Guardiola, y la selección no ha podido mantenerse inmune a la influencia del técnico del Bayern. Pocas pruebas más contundentes como el once con el que Alemania se estrenó en el Mundial, sin un nueve claro y con Lahm metido a centrocampista.
Uno de los mejores laterales del mundo, si no el mejor, se ha pasado la mayor parte de la temporada jugando de centrocampista. A su llegada a Múnich, a Guardiola le faltaban medios en forma y, sobre todo, que pudieran interpretar la idea de juego que pretendía para su Bayern. Lahm fue la respuesta para su juego de posesión, de control del balón y de una transición defensiva sustentada sobre una circulación previa que permita iniciar la fase sin balón en ventaja. Las causas de Löw son parecidas. En primer lugar, sus dos pilares en la medular, Bastian y Khedira, no llegaron a Brasil en las mejores condiciones, Lars Bender se cayó de la preselección por lesión, y Gundogan se quedó en casa por el mismo motivo. Así las cosas, el seleccionador se quedó solamente con Toni Kroos y los jóvenes e inexpertos Kramer y Ginter como opciones sanas en la media. Y como Guardiola, Joachim miró a Philipp Lahm.
Además, esta Alemania no termina de ser sólida en defensa, y tras la dramática baja de Marco Reus, el seleccionador encontró la excusa perfecta para meter a Lahm en la medular, tratar de dar más pausa al ataque e intentar que el equipo mejorara su defensa gracias a lo producido previamente en ataques más controlados. En fase de grupos los resultados acompañaron pero la fórmula ha dejado algunas dudas. Ahora sigue Kroos y parece que Sami y Bastian están mejor. Los tres combinan bien, mezclan ritmos, se matizan, son control y profundidad. Mientras, atrás, Lahm sería la solución a esa defensa con cuatro centrales que no termina de ser garantía.