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El primer tridente de Leo Messi

Ronaldinho, Messi y Eto'o. La delantera de lujo del Barça en la temporada 2005-06.

El primer tridente de Leo Messi

Se hizo esperar. Después de la larga y dolorosa travesía que tras el fin del primer Barça de Van Gaal recorrió el club catalán, encadenando ya cuatro años en blanco y un quinto que todavía estaba por venir, unas elecciones mediante, la institución cambiaba de arriba abajo con la llegada de una nueva junta directiva, un nueva dirección deportiva, un nuevo entrenador y un nuevo jugador franquicia. Avivando la lúbrica relación entre el club y las últimas estrellas brasileñas, Ronaldinho Gaúcho fue el elegido como nuevo emblema del proyecto deportivo. Interruptor que ponía en marcha el por entonces llamado círculo virtuoso, Ronaldinho parecía predestinado para el papel de as de la canarinha que antes habían tenido Romário, Ronaldo y Rivaldo, desde que en 1999 las actuaciones que protagonizó en las categorías inferiores de su selección, situaran sobre él todos los focos. Aquel verano, por primera vez, su nombre aparecería vinculado con el F.C.Barcelona, y repetiría un año más tarde tras los Juegos Olímpicos de Sydney, pero tuvieron que pasar algunos más y una escala previa en París antes de que el equipo azulgrana y el crack de la sonrisa eterna se encontraran.

Fuera de la disputa por la Champions League y con las arcas custodiando alguna que otra telaraña, el deterioro que había sufrido el club en los años inmediatamente anteriores impedía una renovación inmediata, pero aquella primera temporada sirvió para tener claros algunos cimientos. Ronaldinho, su ilusión y fantasía, embrujaban a un Camp Nou al que casi pesaba más la falta de alegría que de metal, se erigía en rutilante estrella y, tras meses de probaturas, encontraría su posición ideal en el campo. La cesión de Edgar Davids en Navidad sirvió para ordenar y resituar todas las piezas, como una hilera perfecta de fichas de dominó. Rijkaard pasaba definitivamente al 4-3-3, Xavi subía un peldaño hasta la demarcación de interior en la que sería eterno y Ronaldinho, hasta entonces mediapunta, decantaba su posición hacia la izquierda. Desde ahí, pudiendo recibir con su pierna derecha orientada a todo el largo y ancho del campo y en ventaja para arriesgar en el uno contra uno, se convirtió no ya en el mejor jugador del equipo sino en la clave colectiva de una segunda vuelta prácticamente perfecta. Terminado el curso, teniendo claro el sistema, la posición del crack y lo que ésta permitía, era momento de mejorar las piezas que gravitarían a su alrededor.

En uno de los mejores y más coherentes mercados de fichaje que se recuerdan en Barcelona, aquel verano, además de incorporar a Silvinho para sumar rotación al lateral izquierdo, Belletti sustituyó a Reiziger, Edmilson a Cocu, Giuly a Luis García, Deco a Davids, Larsson a Kluivert y Eto’o a Saviola. La llegada del delantero camerunés, afortunada como en su día la de Ronaldinho, le dio al 10 brasileño su delantero centro perfecto. El mejor desmarcándose para el mejor pasador: Tú corre y sólo te llegará la pelota. Como pareja ganaron la primera Liga de aquel corto ciclo, y marcaron la identidad del equipo que cambió las tornas. Cuando el balón llegaba al Gaúcho en posición de extremo, Eto’o, Giuly y hasta los dos laterales -aquella 04-05 el inquilino del derecho fue Belletti-, picaban en profundidad reclamando el balón al espacio, algo que el 10, orientado a la panorámica, activaba con la precisión perfecta de su bota derecha o incluso con el talón si se trataba de buscar a Gio van Bronckhorst cuando corría por su espalda. Lo incisivo de los desmarques sin balón y el hambre de gol de Samuel si lograba quedarse frente a frente con el portero, arrastraban hacia atrás a las dos líneas defensivas del rival y las giraba hacia su propia área, de modo que incluso si la pelota no lograba filtrarse, el Barça mantenía la ventaja, pues los interiores – y en especial Deco- encontraban un escenario proclive para ganar el rechace y empezar a jugar arriba y con espacios.

A la primera Liga de Rijkaard contribuyeron con 25 tantos el camerunés y otras 9 dianas el brasileño, en la que sería la temporada del debut oficial de Leo Messi. Fue en Montjuïc cuando faltaba poco para el final del encuentro, pero el tridente no llegó a coincidir porque aunque el argentino ingresó en el lugar de Deco, Eto’o ya hacía algunos minutos que se había ido al banquillo. Tampoco lo hicieron a la semana siguiente, ya que entonces Leo a quien sustituyó fue a Ronnie, sino que tuvo que ser a la tercera, la vencida, contra el Málaga en el Camp Nou. Eso sí, con asterisco, pues ni en ese ni en ninguno del resto de ratitos que jugarían juntos aquel año, se repartieron las tres posiciones de ataque. Tuvieron que esperar a la 2005-06, inaugurada muy estruendosamente por Messi en el trofeo Joan Gamper que enfrentó al Barça con la Juventus de Turín. Hay quien dice que de no haber sido por aquella actuación, al joven crack le aguardaba una cesión a otro equipo de Primera, pero fuera como fuese, poner de los nervios a los Pessotto, Vieira, Cannavaro y a un Chellini que, entonces procedente del Livorno y en mediocampo, es el único miembro actual de la plantilla de la Juve que vivió sobre el campo aquello, no solo le valió para empezar la temporada con el primer equipo sino que le reservó un papel de importancia en los planes de Frank Rijkaard.

El técnico holandés gestionó el asunto repartiendo, de inicio, el protagonismo en el extremo derecho -la única puerta abierta en el equipo de Ronaldinho y Eto’o- entre un Messi que todavía lucía el 30 en la espalda (suma intencionada de los dorsales de Ronaldinho y Deco), y el cumplidor titular de la anterior campaña: Ludovic Giuly. El punto de inflexión, sin embargo, llegó en la jornada 12, fecha en que el Barça visitaba el Santiago Bernabéu y en la que Rijkaard se rindió al indudable talento superior del argentino a la hora de elegir el once inicial en el primer gran partido de aquella temporada. Con las cámaras buscando algún mal gesto de Giuly en el banquillo, sobre el césped Messi, Eto’o y Ronaldinho pasaban por encima del Real Madrid de Vanderlei Luxemburgo con un histórico 0-3. En la noche que inauguró Eto’o y clausuró Ronaldinho con dos goles que recibieron los aplausos de parte de la afición madridista, Leo Messi fue el cabo suelto y quien empezó a desequilibrar a un conjunto merengue enfocado en la defensa de los otros dos cracks.

Como el Madrid aquella noche, con Ronaldinho en el otro extremo del campo y Eto’o amenazando la profundidad, el resto de rivales no podían mandar ayudas al marcador del que por aquel entonces era solo un regateador infalible. La aparición de Messi y el buen momento de forma de sus dos compañeros de vanguardia, hacia de la delantera del Barça algo casi imposible de defender. Tácticamente su comportamiento había cambiado, porque el argentino nada tenía que ver con Giuly, y con él Ronaldinho más que insistir el pase al espacio buscaba acercarse para asociarse en corto, pero individualmente la suma era incontrolable. Aquella temporada 2005-06, los de Rijkaard ganaron siempre que salieron de inicio con su tridente estrella, salvo en el empate ante el Chelsea de Mourinho que aun así les servía para clasificar en los octavos de Champions. En la ida, un Leo Messi adolescente fue clave castigando a un abandonado Asier del Horno hasta provocar la expulsión del vizcaíno. Las lesiones de Leo, sin embargo, recurrentes a poco que el argentino encadenaba partidos con cierta continuidad, limitaron las veces en que los tres coincidirían y, por ejemplo, apartaron a La Pulga de la Final de París en la que el conjunto azulgrana lograría la segunda Copa de Europa de su historia.

A la vuelta del verano, todo parecía que sólo podía ir a mejor. Messi, recuperado, era ya el ocupante indiscutible del extremo derecho, y las espectaculares victorias en la Supercopa de España y en el Gamper ante el Bayern Múnich, anticipaban grandes noches del tridente ofensivo culé. Pero la decepción en el Mundial de Alemania algo había cambiado en Ronaldinho, y una temprana lesión grave de Eto’o dejaba al brasileño sin media naranja. El recambio del camerunés, Gudjohnsen, muy poco tenía que ver con las galopadas sin balón de Samuel, y como Messi había desbancado de forma incontestable a Giuly, el equipo de Rijkaard se quedaba sin el mecanismo de seguridad en su juego de ataque: el pase de Ronnie hacia el desmarque en profundidad de un compañero. Como además a la ausencia del 9 y a la distancia respecto a su nivel que había con su sustituto, se sumaba la abdicación del 10 y una relación todavía conflictiva de Messi con las lesiones, se juntaba a la pérdida de soporte táctico el descenso individual de los tres delanteros. Los rivales aprendieron a defenderles, el sistema siguió descomponiéndose y a la vuelta de Eto’o ya no se estuvo a tiempo de recomponerlo. Pese al trasvase de poderes que ya entonces se estaba empezando a producir entre Ronaldinho y Messi, y que tuvo en el hattrick de Leo en el clásico su puesta en escena más categórica, la temporada finalizó, después de dos años de éxitos, sin ningún gran trofeo que levantar.

Para reconducirlo, de cara a la siguiente temporada el club incorporó nada más y nada menos que a monsieur Thierry Henry. Con un año de retraso, el atacante francés venía a completar lo que en la época se denominó la delantera de Los 4 Fantásticos, una nómina de cracks que a la manera de aquella del Dream Team debería competir en las tres plazas de ataque. Un incentivo para Ronaldinho, un aliciente para Samuel y una opción de primerísimo nivel para cuando Messi visitara la enfermería. A la práctica, en realidad, ninguno de los cuatro tuvo un año demasiado feliz. Eto’o se lesionó a finales de agosto y se perdió buena parte de la primera vuelta, la adaptación de Henry no fue fácil y Leo sufría su particular calvario con las lesiones hasta el punto de romper en llantos ante el Celtic a causa de su enésima recaída. Mientras tanto, Ronaldinho seguía cuesta abajo y sin frenos, desapareciendo de las alineaciones a partir de la jornada 27 de Liga y finalmente abandonando el club por expreso deseo del nuevo entrenador, Pep Guardiola. Sin el Gaúcho el cuarteto de nuevo fue tridente, pero de ese ya hablaremos otro día.

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Comments:2
  • Halilović 10 4 junio, 2015

    SE hace complicado recordar y disfrutar de estoos grandes posts cuando hay una gran final tan cerca, cuando vas a empezar con la final???

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    • Morén 4 junio, 2015

      Mañana mismo. Hoy era de calentamiento^^

      Reply

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