
El primer tridente para Leo Messi
En su presentación como nuevo entrenador del F.C.Barcelona, Josep Guardiola, nervioso ante el reto pero seguro en sus convicciones, empezó a esbozar delante de los medios de comunicación alguna de las líneas maestras del que sería su proyecto para el primer equipo. Requerido por los periodistas que cubrían el acto, respondió sobre su ideal de juego, las posibles incorporaciones o los futbolistas que iban a causar baja. Llegados a este punto, como si no fuera suficiente noticia la puesta a los mandos de un coloso de un inexperto técnico sin más experiencia que una temporada en Tercera División, Pep fue claro: Deco, Eto’o y Ronaldinho no formarían parte del nuevo ciclo. De los marcados por el derrumbe de la era Rijkaard, solo Rafa Márquez sería indultado. Tratándose, probablemente, de los tres futbolistas con más peso y relevancia en el anterior proyecto, la decisión, huelga decirlo, no era cualquier cosa. La capacidad en el pase del gaucho, la profundidad de Samuel y la lectura de la segunda jugada por parte de Deco habían definido qué era aquel conjunto, ya agotado, que tras años de sequía había dado lustre, de nuevo, a las vitrinas del club. El cambio sacudía por completo los cimientos de lo que había sido el equipo los años anteriores. Todo empezaba de nuevo…o quizá no tanto.
Mientras se escrutaba el mercado en busca de una salida para el camerunés y de su relevo en punta, el trasvase de poderes tenía en la propia plantilla a los destinatarios del nuevo bastón de mando. Xavi, Iniesta y, por encima de todos, Leo Messi, serían los nuevos abanderados. El relevo entre Ronaldinho y el argentino se había empezado a gestar desde dentro, de hecho desde el mismo momento en que Leo accedió a la titularidad y con ello cambió la fisonomía de los dominios del entonces rey, pero el adiós de Ronnie, el cambio de 10, venía a dejar claro aquello que desde el hattrick de Messi al Madrid de Capello apuntaba a inevitable destino. La temporada 2008-09, la primera de Pep Guardiola como principal responsable del equipo, sería también la primera que Leo Messi empezaría como máxima estrella y jugador franquicia. No solo sería el mejor del equipo y el crack, sino que por primera vez el funcionamiento del colectivo se adaptaría a él. Como hiciera antes Ronaldinho, ahora Messi definiría al resto.
Al tiempo que desfilaban por portadas y debates candidatos de variado pelaje para coronar la punta de ataque (Adebayor, Drogba, Berbatov, el eterno Trezeguet…) la declaración de Guardiola también ponía de relieve la necesidad de recuperar a Henry tras un primer año discreto y de que el francés fuera una de las piezas importantes en el renovado ataque culé. No fue tarea fácil. Aunque Thierry jugara como titular la previa de Champions y la jornada inaugural de Liga, su mejor rendimiento tardó en llegar. Eto’o no había encontrado salida y se hacía fuerte en punta, Messi era el nuevo origen en banda derecha y a Henry le quedaba la banda izquierda. Hasta la jornada 14 (casualidades), sin embargo, el francés contaba únicamente con cuatro dianas en su haber, y el irregular nivel ofrecido le había hecho alternar muy a menudo la posición con Iniesta, lo que permitía a Guardiola sumar un centrocampista más al once dando entrada a Keita o Gudjohnsen a la izquierda del mediocentro. El equipo había dado con la tecla tiempo atrás, cuando goleó al Atlético en el Camp Nou en la sexta fecha, pero le faltaba que Henry se sumara al plan. Lo hizo el 6 de diciembre contra el Valencia, en pleno tourmalet, con un rotundo hattrick.
Henry era la pieza que faltaba para completar el tridente, y con él en funcionamiento, el ataque voló. Todo encajaba. En la banda derecha de la que después huiría, Messi encontraba en Xavi y Dani Alves los aliados para hacer del perfil diestro el que, exageradamente, más volumen de juego aglutinaba. También contribuía a ello la presencia de Rafa Márquez como central derecho, pues el mexicano, normalmente, era el encargado de iniciarlo todo desde atrás. El mecanismo clave de aquella delantera, sin embargo, fue la diagonal de Leo desde la banda a la mediapunta, con la que el 10 generaba un efecto imán que reportaba beneficios para todos los compañeros cercanos. A los centrocampistas les despegaba la vigilancia de sus homólogos en el otro bando, y les permitía adelantar metros para situar el juego lo más cerca de la frontal posible. La aparición de Messi en tres cuartos suponía también un anzuelo lanzado a los centrales adversarios, que encontrándose al rosarino en tierra de nadie muchas veces eran llamados a salir y a habilitar, por lo tanto, el movimiento a su espalda de Eto’o o Henry. De central a central el camerunés, y de lateral a central derecho el galo, las diagonales de los dos veloces delanteros fueron una de las claves que explicaron al tricampeón y a su abrumadora capacidad goleadora.
30 dianas en Liga firmó Samuel, por 23 de Leo y 19 de Henry, en la que fue la última temporada en que el argentino no finalizaría el curso como máximo anotador azulgrana. Con esta disposición en la que Messi partía desde la banda derecha, Henry desde la izquierda y Eto’o habitaba el centro, probablemente uno de los mejores partidos del tridente se dio ante el Bayern de Múnich en el Camp Nou. En una noche que para los alemanes fue al mismo tiempo un derrumbe y el punto desde el que empezar a construir los éxitos que vendrían después (quizá incluso también los de la selección germana como reflexiona Axel Torres en el libro Franz. Jürgen. Pep), el Barça de Guardiola pasó por encima del Bayern como un vendaval con su flamante tridente martilleando sin piedad a una zaga absolutamente superada. Vieron puerta los tres para repartirse los goles de un 4-0 que ya lucía en el marcador antes del descanso. Dos tiros cruzados de Leo y Henry, uno desde cada lado del ataque, una diagonal de Eto’o a la espalda de la de Messi y el desborde del francés hasta línea de fondo alojado en la red por el 10 en el corazón del área, rubricaban con estruendo la primera noche grande de un equipo nuevo y joven, que goleaba en Liga y que por primera vez despachaba con la misma autoridad a un grande de Europa.
Con todos los focos encima, el sorprendente por inesperado Barça de Guardiola poco a poco fue enfrentando planteamientos más ajustados y que le ponían las cosas más difíciles. Especialmente, los entrenadores rivales comenzaron a trabajar la fórmula para tapar la diagonal con balón de Leo desde la banda al centro, aquella en la cual se originaban buena parte de las consecuencias de tan arrollador conjunto. Con el Chelsea de Guus Hiddink como piedra de toque más dura, Messi empezó a encontrarse a un jugador rival esperándole a medio camino, cortándole el acceso a la espalda del mediocentro rival. Pocas decisiones futbolísticas han marcado tanto el devenir de su época como la solución que halló Guardiola como respuesta. Si Messi iba a encontrar la puerta cerrada para poder entrar, esperaría dentro, y así, el hasta entonces extremo derecho, se convirtió en falso nueve. Demasiado lejos para los centrocampistas rivales que si se giraban hacia él descuidaban a Xavi e Iniesta, y demasiado lejos también de los centrales que si salían a por el 10 dejaban libre, a su espalda, todo el espacio del mundo para que tanto Henry como Eto’o lo aprovecharan entrando a la carrera desde la banda, aunque al camerunés su nueva ubicación no le fuera muy grata. Lo alejaba del área y, sobretodo, lo obligaba a encarar la diagonal a pierna natural incomodándole el remate.
Así asaltaron el Bernabéu para asegurarse el título de Liga sin que Gago, Lass, Cannavaro o Metzelder pudieran rebatir la nueva posición de Messi, y así coronaron la temporada en Roma, contra el Manchester United de Anderson, Carrick, Vidic y Ferdinand, con el primer triplete de la historia del club. Aquella final fue también la despedida del tridente, pues terminado el curso, Pep no dio marcha atrás a las intenciones expresadas en su presentación y Eto’o abandonó el equipo. Pese a lo que pudiera parecer, la causa no fue la mutación de Leo, que en el paso de extremo a falso nueve la invadiría el espacio, ya que en su lugar quien aterrizó en Barcelona fue también un nueve. Uno muy distinto. El que siempre había querido Guardiola incluso antes de ser entrenador.
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Halilović 10 10 septiembre, 2015
Bravo! Me encantan estos posts 🙂 , muy adecuados para los parones de selecciones, creo recordar que Pep dijo que haria jugar a Henry de 9 no? al final no cumplio, tenia dificil encaje un jugador como Titi en el Barça, quizas demasiado especifico para jugar al contraataque, demasiado enfocado a la carrera larga y a la definicion.
Sin embargo Ibra tampoco encajo, es raro que lo ficharan porque Messi ya la habia roto de falso9, esa temporada de haber fichado otro tipo de delantero (Van Persie?) habria sido muy distinta, y sumando el bajon de Henry todavia mas.
Halilović 10 10 septiembre, 2015
Tras el actual, ese tridente debe ser el de mas pegada de la historia cule y eso que Messi empezo a meter mas goles ese año, Guardiola lo acerco a la porteria.
Kim jong un 23 septiembre, 2015
Tengo el recuerdo que la salida de Etoo fue muy problematica, tenia muchas exigencias a la hora se irse.
Por eso creo que la opcion Ibra fue contemplada no como la idonea sino como la menos mala, se priorizo sobre todas las cosas la salida del camerunes.