
Luis Enrique sin Messi
El Barça de Neymar
Tener que jugar sin Leo Messi, si no es a voluntad, cuando el argentino se ha erigido en origen y explicación de la inmensa mayoría de mecanismos que dan forma al actual Barça, sería como asomarse al precipicio sin tener del todo claro si la tierra que se pisa es firme o no. Así sucedió la temporada pasada, cuando la ausencia del 10 fue más prolongada de lo que se prevé ahora, y si no ocurre lo mismo de nuevo -o no en el mismo grado- es debido a la respuesta que entonces ofreció el equipo para sobreponerse a tan descomunal contratiempo. “El Barça de Neymar” surgido entonces y su capacidad para sacar adelante el juego y los resultados aún faltándole la pieza maestra, es hoy la receta de aplicación más inmediata, por conocida y por haber funcionado ya. A favor de recuperarla de nuevo juegan el peso que progresivamente, desde la temporada pasada, gana el sector izquierdo en el juego culé, con la novedad este curso de los pronunciados acercamientos que Messi estaba enfocando a esa zona para encontrar en el brasileño o en Iniesta los socios que Dani Alves ya no es. Hace un año, con tal de acercar al equipo a la realidad de su nuevo jugador franquicia, Luis Enrique potenció la aparición de espacios desde un ritmo mayor que, ausente también Iniesta, favoreciera el ir, y valiéndose del mejor Sergio Busquets del curso, sujetara el venir. Quizá ahora, con un Andrés jerarca en mediocampo y un Busi físicamente mermado, el camino a transitar sea uno alternativo.
Abelardo y el orden
Si por algo se caracterizaron los duelos entre Sporting y F.C.Barcelona la pasada temporada, fue por lo sólidos de los planteamientos del conjunto de Abelardo. Con más o menos piezas habituales componiendo el once, en Gijón o en el Camp Nou, los azulgranas se toparon contra un equipo perfectamente ordenado, principalmente en campo propio aunque alternara fases en las que juntar a sus hombres más lejos de Cuéllar. Con Sergio Álvarez como mástil en mediocampo alrededor del cual tejen los sportinguistas su red de contención, es de esperar una apuesta similar de los hombres del Pitu, toda vez el Alavés ya comprobó que sin Leo Messi el Barça puede tener más dificultades derribando muros cuando el rival no regala rendijas, y teniendo todavía vivo el recuerdo reciente de cómo el Leganés sufrió en sus carnes haberle dificultado la salida a los blaugranas.
Atacar después de Jony
La temporada pasada, para el conjunto gijonés, la principal ambición futbolística fue conformar un bloque. Moverse y respirar a una, con especial atención a las fases en que no disfrutaría de la pelota, aun a costa de cartas de ataque tan brillantes como desconectadas de la idea troncal. Por eso, en ataque, halló un tesoro en la figura de Jony Rodríguez, un futbolista que generalmente desde la banda izquierda fue capaz de conducir en solitario las transición defensa-ataque del Sporting sin pedirle nada a nadie más. Recibía el balón muy atrás, conducía y sorteaba hasta campo contrario y, en él, generaba la ocasión de gol. Tras su salida, por lo tanto, y ante la dificultad de hacerse con una pieza análoga a la que encomendarle la misma misión, Abelardo trata de reconstruir su ataque a partir de tres caras nuevas que situadas en su línea de tres mediapuntas ya han enseñado en este arranque liguero las posibilidades que encierra su sociedad. Burgui, Víctor Rodríguez y Moi Gómez, el primero más fijo en la izquierda y los otros dos con libertad para intercambiar posiciones, son los tres argumentos que secundados desde la punta por el asociativo Duje Cop, deben comandar el nuevo discurso ofensivo del Sporting.
El extremo derecho culé
Es evidente: en un equipo los jugadores son mucho más que su posición. También más que sus características o virtudes. Son roles, momentos, relaciones. Piezas en diálogo con el resto de individualidades que les rodean y con el conjunto que con ellas forman. Sustituir a Leo Messi no se puede, pero más allá de eso, como mínimo en los próximo tres partidos, Luis Enrique deberá alinear a otro futbolista en su lugar. Con el foco puesto únicamente sobre qué es lo que hace Leo en el campo, cuál es su comportamiento posicional y su dinámica de movimientos, el culé que menos cambios trae consigo a cuestas es Rafinha, por su condición de zurdo, su apego al mediocampo, su capacidad en la organización o su tendencia a buscar zonas más interiores partiendo de la banda. Ocurre, sin embargo, que colocar al brasileño en el lugar de Messi y no intervenir en cambios más profundos tiene dos caras: por un lado se estaría potenciando la estabilidad de lo conocido, pero por el otro se daría el espacios del jugador más trascendente en los mecanismos no sólo a un futbolista peor que argentino sino a uno que, aun siendo muy bueno, es inferior a otros de los compañeros con los que compartirá once y ataque. El Barça de Messi pero llevado por Rafinha. Por eso, cabe la posibilidad de que Luis Enrique las próximas semanas no busque a un recambio, sino a la pieza que mejor combine con quien sí vaya a ejercer de nuevo líder y con la dirección que con él vaya a tomar el juego. El curso pasado, por ejemplo, la lesión de Leo deparó al Munir más exterior de todos, uno que en lugar de calcar al argentino o buscar unas diagonales al área aparentemente más propias de su juego, transcurría en paralelo a la cal estirando desde el lado contrario para generar espacios a Suárez y Neymar.
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– Foto: Josep Lago/AFP/Getty Images