
La mecha que prendió Diego López
Quique Sánchez Flores había prometido sorpresa. Después de disputar tres encuentros contra el FC Barcelona desde que entrena al Espanyol, y de haberlos saldado con tres derrotas y un cómputo general desfavorable de 12 goles a 1, la eliminatoria de Copa la afrontaría con un nuevo plan. Uno segmentado en dos mitades, en el que a un primer tiempo de resistencia le seguiría un segundo más propositivo. Para discutirle al Barça de Valverde un duelo a 90 minutos, hay que llegar vivo hasta el final. Sin embargo, aunque el resultado, tanto el parcial como el global, aparentemente hable del éxito de la apuesta del técnico madrileño, lo cierto es que la primera parte fue más positiva para los periquitos en el marcador que en el juego.
El Espanyol, durante los 45 minutos iniciales mezcló fases de presión con otras de repliegue, pero su ejecución nunca encerró a un Barça, de nuevo, seguro y sereno. Con Busquets como reflejo del ánimo general, los azulgranas incluso parecieron cómodos. En salida, encontraban el camino sin comprometer el control del esférico, y en mediocampo lograban filtrar balones a la espalda de la medular blanquiazul para las recepciones de Leo Messi. Hasta cinco veces disparó a portería el 10 antes de cumplirse la media hora de juego. Para tapar su zona, el Espanyol se topó con que la estrategia de presionar con los interiores arriba y los mediapuntas abajo, liberaba a ambos lados de Javi Fuego metros para la recepción, y puesto que guiados por su mediocentro los visitantes eran capaces de sortear el primer envite, introducir el balón entre líneas no les supuso un gran esfuerzo. Como consecuencia de la idea de repartir los esfuerzos y exigir mayor recorrido durante el primer tiempo a los futbolistas más capacitados para llegar con aire al final, Quique ordenó que cuando el Barça iniciara desde atrás, David López y Víctor Sánchez se sumaran a Gerard Moreno apretando sobre Piqué, Vermaelen y Busquets. En campo propio eran los escuderos de su mediocentro, pero en campo rival defendían a una altura del campo equivalente a la de un segundo punta.
Si los de Valverde no tradujeron en ventaja un primer tiempo de cara, fue en parte por el buen hacer de los centrales espanyolistas y en parte por la soledad que se encontró Leo en los últimos metros. Pese a verse acompañado de un delantero más, pues si últimamente los culés vienen apoyándose en el 1-4-4-2 ayer recuperaron el 1-4-3-3, Messi estuvo menos abrigado. Cerca del área el Suárez de Denis pesó menos de lo que suele pesar el de Luis, Aleix Vidal no terminó de encontrar ni su sitio ni su rol, Digne no recordó a Jordi Alba y apneas las llegadas desde atrás de Aleñá y Paulinho se aliaron con el 10 en su batalla. Incluso estos, y en especial el brasileño, no lucieron la misma correa en un mediocampo formado por tres hombres que cuando también lo puebla un cuatro jugador. De todos modos, el encuentro transcurría próximo de Diego López y prácticamente nunca se acercaba a los dominios de Cillessen. Sin robo adelantado, con Gerard Moreno como único atacante y sin futbolistas de segunda línea profundos a partir de los que enganchar el equipo al delantero catalán, el Espanyol salía poco y cuando lo hacía los zagueros de su rival tenían todo a favor para desbaratar la acción. Para cambiar a su equipo y cerrar la herida que a punto estuvo de hacerle sangrar, Quique reaccionó al descanso con la entrada de Baptistao y la reconfiguración de su estratégia. Acompañado Gerard Moreno con una segunda opción para la salida al contraataque, el robo adelantado ya no era la única forma de abrigar al punta, de modo que David López y Víctor Sánchez volvieron a un comportamiento más natural en mediocampo.
A partir de entonces los locales cerraron mejor los espacios a la espalda de su mediocampo, redujeron la comodidad para recibir de Leo Messi y, en general, lograron un ejercicio defensivo más. De forma constante, sólo Sergi Roberto logró ponerlo en duda durante el segundo tiempo, cayendo sobre un Aaron sin el refuerzo claro por delante de un centrocampista. A través del lateral azulgrana iba a encontrar el Barça la ocasión que necesitaba, aquella que hace inútiles los anteriores esfuerzos de su adversario y que permite a los de Valverde afrontar el paso de los minutos con tranquilidad y confianza. Pero Diego López paró el penalti. Con esta acción dio comienzo la tercera y última fase del encuentro. Una en la que, con el espaldarazo de haber sobrevivido por segunda vez, el Espanyol se fue arriba, presionó con ímpetu, se juntó alrededor de Melendo, Granero, Víctor, Gerard o Baptistao, y profundizo a través de los laterales. Como tantas otra veces ha hecho el Txingurri esta temporada, en la segunda parte Quique ayudó con cada decisión a la espera de una chispa que iluminara a su equipo. En el Barça la mecha suelen prenderla Messi, Luis Suárez, Paulinho o Jordi Alba, anoche, en Cornellà-El Prat, la del Espanyol la encendió Diego López.
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– Foto: Alex Caparros/Getty Images