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El Clásico desde la presión

BARCELONA, SPAIN - MAY 06: Marcelo of Real Madrid battles with Philippe Coutinho of Barcelona during the La Liga match between Barcelona and Real Madrid at Camp Nou on May 6, 2018 in Barcelona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)

El Clásico desde la presión

No por muchas veces comentado pasa a ser menos cierto: la presión es uno de los aspectos más determinantes del momento actual en el fútbol europeo. La primera barrera para impedir al contrario progresar en ventaja, una arma alternativa de ataque, o el interruptor que activa duelos frenéticos con puertas abiertas a un lado y al otro del campo. La Liga del FC Barcelona, la remontada de la Roma, la presencia del Liverpool en la Final de Kiev o la autoridad continental del Real Madrid son capítulos, muy distintos los unos de los otros, de una misma historia. Para algunos de sus protagonistas la presión ha supuesto la forma de hallar respuestas que el balón no confesaba, para otros la posibilidad de abrazar un todo o nada en el que no han sentido el vértigo, y para otros la opción de negar la mayor sorteando con más recursos que ninguno la seña de identidad que hoy define prácticamente a todos. El clásico del pasado domingo, sin más en juego que la imbatibilidad culé en Liga y aquello que se deposita sobre la mesa en cualquier duelo entre Barça y Madrid, también se explicó a través de ella. Ambos conjuntos, de hecho, se refugiaron de inicio en la misma arma, mostrandose decididos a la hora de ir a buscar arriba a su rival. Más posicionales los blancos en la tarea, pues en el mediocampo local tanto Busquets como Rakitic realizaban persecuciones bastante individuales en pos de incomodar las recepciones de Modric o Kroos, y es que más que en la efectividad de ambos acosos, el relato futbolístico del clásico estuvo en la capacidad que demostraron unos y otros para superarlos.

De este modo, el Barça no solamente fue el primero en hacer moverse al marcador, sino también el que más rápido abrió una grieta en el planteamiento defensivo de su adversario. A través de su perfil derecho, ocupado de fondo a fondo por Piqué, Sergi Roberto, Messi y Coutinho, forzaron los locales una ruta de avance que no sólo le proporcionó altura a su juego, sino también desajustes en la zaga del Madrid. Con Marcelo encimando a Sergi Roberto, no con la misma intensidad que en el Bernabéu pero sí con un espíritu parecido, los primeros toques de Gerard Piqué fueron capaces de allanar una salida limpia que superase la posición del enfrentamiento entre laterales, y que llevara el nudo de la jugada a otras zonas del campo. En concreto, las recepciones en banda que durante los primeros veinte minutos protagonizó Coutinho, sacando hacia el exterior a Sergio Ramos y separando la influencia defensiva del capitán blanco tanto de la zona de recepción de Messi retrasada como ante el Valencia o en la Final de Copa- como del emparejamiento cuerpo a cuerpo de Luis Suárez con Varane, acompañaron el juego culé hacia arriba, activaron a Iniesta ya en campo rival, e impulsaron las llegadas de cara y en carrera de Sergi Roberto. Así se adelantaron los hombres de Valverde y así lograron, también, su mejor tramo de juego de la noche, pues a través de la profundidad en el ataque consiguieron que Messi, pese a iniciar muy cerca del mediocampo, no terminara lejos del área.

Sin embargo, a medida que Sergio Ramos fue imponiendo su ley ante Coutinho hasta reducir el peso del brasileño en un gran porcentaje, y al tiempo que Marcelo medía el achique ante Roberto y lo alternaba con un posicionamiento defensivo más controlado, consiguió el Madrid cerrar la vía de agua y dar paso a un guión de partido distinto. Y es que, además del refuerzo sin balón que se tradujo, ahora sí, en la lejanía de Leo con respecto a la finalización, quedando el argentino no sólo separado de Keylor Navas sino teniendo que superar dos líneas madridistas para enfrentar cara a cara al guardameta, también a nivel ofensivo los de Zidane empezaron a darle la vuelta al mapa. Superando la presión culé guiados por la batuta de Toni Kroos y la sociedad que el alemán forma en el lado izquierdo con a Ramos y Marcelo, lograban los blancos desactivar los intentos del Barça de recuperar arriba y castigaban un espacio a la espalda del mediocampo que ni Busquets ni Iniesta tuvieron la frescura para compensar. Durante la primera mitad, de hecho, resultó frecuente ver a Rakitic como el centrocampista más retrasado, e incluso detectar al croata más sujeto en el centro con Sergio desplazado sin balón a uno de los perfiles. Especialmente en el derecho -el izquierdo del Madrid- es donde más claramente se localizó la grieta en el sistema de contención azulgrana, pues los visitantes lo exigieron alternando las apariciones de Marcelo, Benzema y Cristiano. Pudo el Madrid, entonces, llegar arriba, llevando la pelota de dentro a fuera y de fuera a dentro, y culminando buena parte de las jugadas de ataque con un balón colgado al área que siempre tuvo cerca el remate de un Cristiano Ronaldo. El portugués estuvo muy fino eligiendo la zona del área en la que ubicarse en cada momento para que el centro lateral lo encontrara bien perfilado.

Con su lesión y la expulsión de Sergi Roberto, no obstante, arrancó un segundo partido. Uno, a priori, poco amable para los de Valverde, obligados con un hombre menos a bajar la altura de la presión, a tener que recuperar abajo y a salir con muchos metros por delante pero poca velocidad en sus delanteros a la hora de recorrer grandes distancias. Sin embargo, la necesaria reestructuración local, les sirvió también para cerrar algunas heridas que habían permanecido muy abiertas durante el segundo tramo de la primera mitad. Desechar una presión a la que de todos modos el Madrid había sabido hacer frente, por ejemplo, hizo que se redujeran los espacios y los desajustes atrás, y por lo tanto las oportunidades para los blancos de correr campo a través. Por otro lado, pasar a formar en defensa sólo con tres centrocampistas por delante de la zaga, ancló mucho más en sus posiciones a Rakitic, Busquets e Iniesta, acotando su radio de acción a sus particulares parcelas. Si en el primer tiempo no fueron pocas las ocasiones en que se observó a Ivan y a Sergio cruzar movimientos en campo propio, en el segundo prácticamente esto no ocurrió nunca. De este modo, los espacios que los de Zidane antes habían degustado en los tres carriles, tras la reanudación se concentraron en las alas. Los blancos conquistaron la línea de cal, pero su peligrosidad centrando al área se vio muy mermada por la ausencia de Cristiano. El Barça, por su parte, más atrás de lo deseado pero menos zarandeado de lo esperado, afrontó la transición defensa-ataque con muchos metros hasta llegar a Navas pero con facilidad para iniciar la acción orientado hacia el costarricense. Corriendo sin necesidad de girarse, y con Leo Messi como llave maestra. La llave que está a tres puertas de una Liga impoluta.

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– Foto: David Ramos/Getty Images

Comments:1
  • puntero 8 mayo, 2018

    Muy buena nota. Es muy interesante la pregunta de como evoluciona el futbol con entre otras cosas la llegada de los nuevos jovenes técnicos con una informacion y planes de trabajo muy distintos a la de los tecnicos procedentes. Yo veo que por ej. el RMadrid entrena con rondos estilo Barcelona y me pregunto cuanto hace que se practica esto de forma habitua., Si todo cambia en el futbol y el JUGAR JUNTOS de Valverde se extiende ahora al RMadrid, el tocar buscando los espacios. Hay con Zidane una voluntad de pasar de hacer pases que yo no identificaba con el hacer del RMadrid y como además tienen jugadores de calidad superior pues eso el RMadrid mejora en su colectivo de forma que antes solo se aplicaba con comodidad al Barcelona al estilo Guardiola etc. y no al estilo mouriñiano de esa época. Bienvenido si con Zidane gran crack como jugador el RMadrid organiza y potencia su juego colectivo. El beneficiado es la calidad del futbol como juego.

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