
La parte por el todo
Paris Saint Germain y Real Madrid jugaron anoche, en el Parque de los Príncipes, un partido enormemente desigual. Noventa minutos de autoridad y precisión parisina enfrentados a otros tantos de dudas y desorden en el lado madridista. Una interminable sucesión de jugadas, disputas y promesas con claro color local, que, sin embargo, culminaron a lo largo de la noche en un lance en particular. Una acción, pretendida y repetida por ambos contendientes, que tanto desde el punto de vista de quien la propuso como del de quien la replicó concentró en su núcleo el conjunto de realidades que definieron la victoria de los hombres de Thomas Tuchel.
El técnico alemán, sin Neymar, Mbappé ni Cavani, dispuso para la ocasión a su equipo en un 1-4-3-3 de extremos cerrados y laterales incisivos, en cuyo funcionamiento resultó fundamental el papel jugado por Idrissa Gueye a modo de desencadenante. Inicialmente situado como interior derecho, la treta del senegalés marcada en la pizarra consistió en retrasar y lateralizar su posición a la hora de desarrollar la jugada en campo rival, con el objetivo de abrir agujeros en la estructura rival. Cayendo a la derecha de Marquinhos en un espacio teóricamente reservado para el lateral que Meunier limpiaba con su incorporación por bada, Gueye no sólo encontró una zona cómoda para la recepción, sino que también, a partir de ella, dio con el campamento base desde el que poner en jaque el ordenamiento sin balón del Madrid. Y es que, repartido el cuadro blanco según un 1-4-2-3-1 sin balón en el que James Rodríguez formaba por delante de Casemiro y Kroos tapando la posición de Marquinhos en el mediocentro, fue el alemán el centrocampista visitante encargado de seguir los recorridos de Gueye, abriendo con ello una brecha en el corazón del mediocampo madridista que los de Zidane no acertaron a contener sin romperse.
Atacado en primera instancia por la posición centrada de Pablo Sarabia, lanzado a la distancia justa entre Militao, Mendy y Kroos, y listo para recibir el cuero, girarse y atacar al central; y, en segunda, por Icardi jugando de espaldas en el apoyo. Cualquier cobertura que enfocase el Madrid sobre las recepciones del ex del Sevilla descubrían otros frentes, de modo que si Casemiro acudía sobre él Verratti libraba para acelerar la jugada en campo contrario, y si era Hazard quien cerraba al PSG se le abría limpia y despejada la línea de pase hacia su lateral derecho para que éste profundizara y fijara las coordenadas del juego muy cerca del área de Courtois. Como fue esta segunda solución la que más veces emplearon los blancos, el primer tiempo se desarrolló como una historia mil veces repetida en la que Gueye recibía arrastrando a Kroos, Hazard abandonaba la banda para ir al centro y los centrales o Marquinhos lanzaban a Meunier para que o bien su equipo generase la ocasión de gol previa intervención de Di María en la frontal del área, o bien, después de perder el balón, pudiera presionar la pérdida en mejor disposición que su rival.
La variante de la recepción en banda por parte de uno de los interiores, sin embargo, no fue únicamente un recurso utilizado por el PSG, sino que tanto con James Rodríguez en el primer tiempo como con Kroos en el segundo también el Madrid recurrió a ella. En su caso, sin embargo, apenas logró alguno de los efectos que sí obtuvo de ella su adversario, puesto que ni la ejecución por parte madridista ni, sobre todo, la respuesta parisina, fueron equivalentes a cuanto aconteció en la otra mitad del campo. Quizá porque, en comparación con su rival, para enfrentarla pudo contar con un centrocampistas más, por parte del PSG todas las partes del del mecanismo que debía desactivar la jugada merengue funcionaron de forma armónica y eficaz. Desde la presión de Gueye sobre Kroos a la posición de Sarabia cortando la opción de pase del alemán hacia la banda, pasando por la orientación interior de Meunier para impedir una recepción desahogada de Hazard por dentro (Imagen de la derecha).
Así pues, del mismo modo que a los locales esta acción no sólo les ofreció soluciones de ataque sino también un escenario de defensa en campo rival ventajoso, el hecho de que para el Madrid el intento no tuviera ningún premio ofensivo desencadenó, a su vez, en un ejercicio poco efectivo en la recuperación, ante el cual los de Tuchel hallaron multitud de oportunidades para salir al contraataque. Un escenario que el entrenador local potenció con la entrada al campo de Choupo-Moting para que el alemán y Sarabia formaran pareja repartiéndose, en cada uno de los perfiles, el espacio entre el lateral y el central madridistas, y Di María arrancara desde la mediapunta, por detrás de la presión ineficaz de Casemiro y Kroos, para desgarrar al contraataque la estructura blanca. El Fideo rompió en pedazos al Madrid a partir de la grieta que, antes, habían abierto el técnico alemán e Idrissa Gueye.
– Foto: THOMAS SAMSON/AFP/Getty Images
Pepe Urias 21 septiembre, 2019
Gracias Albert