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Koundé le dio la solución a Lopetegui

Koundé le dio la solución a Lopetegui

«No puedo pensar en general, sino en concreto. Hay jugadores que son buenísimos, pero eso me implica otras decisiones. A veces uno es buenísimo, pero con otro buenísimo que tengo me crea problemas. De repente un jugador menos bueno, pero que se complementa mejor con el otro, hace que el equipo funcione y que los jugadores crean en el equipo.» La frase con la que arranca este texto está extraída de la entrevista que concedió el técnico de voleibol Julio Velasco al magazine The Tactical Room, a propósito de la asignación de roles y de lo complejo que resulta la construcción de un equipo. Plantea, como resumen, que a la hora de componer estructuras colectivas, el resultado final no siempre responde a la suma de sus partes. El fútbol, en tanto que deporte colectivo, son relaciones, las que se establecen entre los jugadores de un mismo equipo y entre éstos y sus rivales. El impacto individual de cada uno de ellos, en consecuencia, no será el mismo dependiendo del contexto. A propósito de las relaciones de juego que se establecen en el FC Barcelona con su principal estrella, Leo Messi, el partido ante el Sevilla, en el momento justo previo al inicio del encuentro, llamaba la atención sobre la delantera. A la suplencia de Antoine Griezmann, a la titularidad de Luis Suárez y a la elección de una pieza como Martin Braithwaite para acompañar a la pareja que conforman el argentino y el uruguayo.

A Leo, al menos a día de hoy, le beneficia la presencia de un delantero centro. Su fútbol, en los últimos años, se ha acostumbrado a ello, y ninguna de las alternativas que sus respectivos técnicos le hayan podido presentar como alternativa le ha procurado la misma comodidad. Ocurre que su media naranja, a lo largo de las últimas temporadas, viene perdiendo capacidad física a la hora de mantener el volumen de actividad que antaño le valía al 10 para iluminar cada una de las esquinas que su luz alumbra con menos ganas, lo que ha puesto de relieve la necesidad de virtudes tales como la profundidad o la agresividad al espacio en la tercera pata de la delantera barcelonista. Hoy, tanto el tándem que puede formar Leo junto a Suárez como el que puede integrar con Griezmann, parecen recibir con más naturalidad la compañía de Braithwaite o de Ansu Fati que la del tercer crack en discordia. Corriendo ya el esférico sobre el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán, las relaciones vinculadas a Messi sobre las que el partido reclamó atención, sin embargo, pronto hicieron referencia al perfil derecho del ataque del Barça. En esa zona del campo arrancó, tiempo atrás, el despegue definitivo del argentino, de la mano de Pep Guardiola y secundado por un central como Rafa Márquez, un lateral como Dani Alves y un interior como Xavi Hernández. Después de la era de los dobles pivotes, del reparto de funciones y de un equilibrio en los equipos entendido como la suma de compensaciones entre futbolistas a veces antagónicos, una de las patas de la revolución del de Santpedor consistió en buscar el equilibrio juntando a iguales.

En el mismo lado del campo que ocuparía Messi, el primer Barça de Guardiola agrupó al central con mejor salida de balón, a un lateral con cerebro de centrocampistas y al interior con más deseo de pelota de cuantos han pasado por el Camp Nou. Un cuarteto de iguales, tallados por el patrón de la asociación, que pudiera dialogar a golpe de pase usando todos un vocabulario similar. A falta de aquellos socios, en los capítulos más recientes de su trayecto como azulgrana, Leo había venido encontrando refugio en el registro de centrocampista que Sergi Roberto mantiene como lateral, ese que le permite ofrecer una replica asociativa a Messi cerca de la cal para que el 10 no desestime por completo el juego exterior, y que cuando el argentino se muda al centro sujeta fuera ciertas dotes en la gestión de la jugada y una interpretación canónica del ataque posicional. En su ausencia, la banda derecha que debía acompañar a Messi en la visita del Barça a Sevilla la completaban Nélson Semedo y Arturo Vidal, dos jugadores más vinculados a la ocupación de espacios y a la llegada que a la combinación y la descarga asociativa. No por nada, especialmente durante el primer tiempo, el 10 buscó aliados en el carril central con más frecuencia de lo habitual, e incluso se asomó más a la zona izquierda de la frontal del área sevillista que a la derecha.

– El mapa de calor de Leo Messi durante el primer tiempo, y el mapa de pases de Clément Lenglet. (vía as.com) –

De todos modos, a pesar de lo apuntado en el párrafo anterior, la primera media hora del encuentro fue de neta superioridad culé. La iniciativa de los de Quique Setién se cimentó en dos aspectos: el inicio de la jugada y la presión, siendo el primero de ellos la tecla que facilitaría activar al segundo. El Sevilla planteó su presión liberando a Lenglet y a Semedo (Imagen abajo a la izquierda), de tal manera que en primera línea sólo De Jong tapara a Piqué y que Munir contuviera por dentro para emparejarse con Arturo Vidal. Así lograría Lopetegui liberar de marca tanto a uno de los zagueros como a Fernando Reges por delante de la línea defensiva. No obstante, a lo largo de los primeros compases de la noche, los visitantes supieron interpretar el escenario para sacar provecho de él, usando a Lenglet para dividir atenciones, a Semedo para profundizar por banda después de que Messi arrastrara hacia el centro a Reguilón (Imagen abajo a la derecha), y a Ter Stegen para que Sergio Busquets fijara su campamento en el círculo central y desde ahí se erigiera en el punto de apoyo de todos. El Barça podía salir, llegar arriba, juntarse alrededor del balón y presionar la pérdida con la defensa muy adelantada y sin que Luuk de Jong amenazara la espalda descubierta de Gerard Piqué y Clément Lenglet.

En los últimos metros, la falta de desequilibrio por fuera y de aliados interiores para Leo por dentro mantuvieron el cero en el marcador, pero hasta el cooling break la superioridad culé fue manifiesta. En el parón, sin embargo, Jules Koundé le dio la solución a su entrenador. El joven central francés había sido, hasta entonces, el encargado de librar con Luis Suárez la batalla del balón directo cuando el Barça había buscado una salida en largo a la espalda de la presión hispalense. Sobre el papel, podría decirse que no siempre lo había hecho desde un control del tiempo y del espacio muy prudente. Que, en ocasiones, su anticipación había tenido algo de precipitación y que, con ello, habría podido abrir puertas al ataque barcelonista. Pero en la practica, el contraste de ritmos y energías entre el defensor y el delantero señalaban que Koundé siempre tenía opción de corregir y apagar cualquier fuego. La jugada le permitía una segunda o una tercera intervención antes de que emergieran las consecuencias de la primera. Para el central, esta vez, arriesgar tenía un riesgo moderado.

Siguiendo la estela de Koundé, así pues, Lopetegui respondió a la interrupción con la decisión de incrustar a Fernando Reges entre centrales tanto a la hora de iniciar el juego como de lanzar la presión. Lo primero le daría al Sevilla la superioridad numérica inicial frente al 1-4-4-2 sin balón del Barça, y la segunda, finalmente la clave, abriría la puerta a un emparejamiento defensivo hombre a hombre (Imagen abajo a la izquierda). Tan bien le funcionó el ajuste, que de cara al segundo tiempo redobló la apuesta organizando a su equipo con una defensa de cinco también en campo propio (Imagen abajo a la derecha), una vez el Sevilla redujo la intensidad de su presión y buscó una respuesta más vinculada al repliegue. Con los centrales y Fernando cerrando por dentro a los tres delanteros del Barça y los carrileros desactivando la sorpresa que suelen causar Semedo y Jordi Alba ante una línea de cuatro. Redondeando el plan, la entrada de Banega para alargar los momentos con balón y las opciones de salida de un Sevilla defensivamente más hundido, y el papel primero de Jordan y después de Gudelj repartiéndose la vigilancia de uno de los interiores visitantes y el refuerzo de la zona del mediocentro para dificultar la arrancada de Messi. El argentino, en el Sánchez-Pizjuán, tuvo cerca más obstáculos que aliados.

– Foto:Fran Santiago/Getty Images

Comments:2
  • Tano-Urayoan 22 junio, 2020

    Disculpe Albert ¿Cuál es el entrenador de volibol al que cita al comenzar el artículo?

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