
Encajar la mediapunta
Esta temporada, el Real Madrid de Zinedine Zidane se ha presentado al estreno liguero luciendo dos vestidos diferentes en cada uno de sus dos primeros encuentros. En el Reale Arena lo hizo engalanado con un 1-4-2-3-1 que tenía a Vinícius y a Rodrygo en las bandas y a la pareja formada por Modric y Kroos en el primer escalón del mediocampo, mientras el pasado fin de semana el técnico francés optó por enfrentarse al Betis de Pellegrini con un 1-4-3-1-2 coronado con una doble punta. Ambas recetas, no obstante, han compartido una novedad con respecto a las propuestas más habituales del vigente campeón durante el curso pasado: la presencia de un mediapunta. Odegaard, en ambos casos, le ha puesto nombre a un rol que si bien no es extraño en la paleta de Zidane y que sin ir más lejos protagonizó algunos de los tramos más brillantes del equipo en el primer ciclo del galo en el banquillo madridista, en el inicio de campeonato ha resultado una novedad a la que el equipo está necesitando adaptación.
Ante la Real Sociedad el ajuste tuvo que ver con el hecho de que, con la mediapunta ocupada y dos extremos abriendo el campo, Benzema, otrora omnipresente guía del juego de ataque blanco fuera del área, localizara mucho más su impacto en zona de remate y redujera su volumen de participación. Si la temporada pasada su promedio de pases por partido superaba los treinta y seis, contra los de Imanol Alguacil se quedó en veintisiete. En este sentido, la receta del Madrid frente al Betis le devolvió a Karim un escenario donde poder gestionar desde la libertad posicional su influencia en el partido, igualmente escoltado por Odegaard, pero en este caso con Jovic como compañero en quien delegar la referencia y con las bandas como plataformas libres hacia donde acudir. El regreso de Fede Valverde al once, además, le añadió llegada desde segunda línea al equipo, equilibrando así un planteamiento que de inicio le permitió nuevamente al Madrid dominar territorialmente el encuentro, organizarse en campo rival con y sin balón, y obligar a su oponente a buscar una salida en largo que por norma fue ventajosa para los zagueros madridistas. Sucedió que tras el 0-1 de Valverde y vistas las dificultades de los verdiblancos para imponerse en el descontrol del envío largo, los de Pellegrini matizaron su puesta en escena hacia una mayor predominancia del pase corto en fase de construcción.
El cambio le valió a los béticos para encontrar descanso en la pelota y alternancia en el partido, pero sobre todo les dio la oportunidad de aprovecharse de una debilidad madridista hasta ese momento oculta: la zona de Casemiro. Dos son los factores que la hicieron vulnerable. En primer lugar, que por momentos la medular del Madrid luciera sólo con tres efectivos, provocó que muchas veces Valverde y Kroos, los interiores, fueran atraídos por Guido y Carvalho, los dos centrocampistas más retrasados del Betis, alejándolos del mediocentro merengue. En segundo lugar, la presencia de un único futbolista en cada una de las bandas del dibujo de Zidane permitió un emparejamiento entre laterales, de manera que Carvajal y Mendy no pudieran seguir a Fekir, Joaquín o Canales cuando alguno de ellos interiorizaba su posición desde la banda. Casemiro quedaba sólo por delante de la defensa, y atacado por dos o hasta tres futbolistas del Betis que replicaban, con matices, uno de los aspectos de la propuesta que Guardiola ideó para castigar a los blancos en la pasada edición de la Champions League. Los mediapuntas del Betis equilibraron el duelo interviniendo entre líneas a ambos lados del pivote brasileño, y reclamando con sus intervenciones a los centrales fuera del área de tal manera que al ataque local se le agrandaran los pasillos para llegar hasta Courtois.
A propósito de la mediapunta del Real Madrid, la entrada de Isco al descanso resultó un capítulo nuevo. El malagueño la interpretó de una forma sensiblemente diferente a Odegaard, más móvil y menos sujeta entre líneas, pero a la vez, por eso mismo, más activa y protagonista sobre el balón. Se desplazó a las bandas, retrasó la posición interviniendo en zona de interior y, en definitiva, incrementó la fluidez de la circulación madridista, de modo que los ataques blancos pudieran ganar el tiempo necesario para atacar el perfil débil de la defensa bética (el izquierdo) y tensionar la respuesta de su perfil fuerte (el derecho). Si los mediapuntas de Pellegrini habrían protagonizado el primer giro de guion en el primer tiempo, el mediapunta de Zidane le puso firma al segundo, antes de que la expulsión de Emerson y la inmediata salida del campo de Sanabria cerraran la puerta a un hipotético final inesperado.
– Foto: JORGE GUERRERO/AFP via Getty Images