
Encontrar al hombre libre
Hace aproximadamente un lustro, los esquemas de tres centrales comenzaron a regresar al concurso europeo con una fuerza sorprendente. Como si el fútbol de entonces abonara el terreno para que la puesta en escena de ese tipo de organización significara ventajas, por ella misma, para quienes le reservaran un lugar preferente en sus planes. Así pues, mientras tomaba cuerpo el debate acerca de los motivos de tan provechoso encaje, surgió otro en paralelo que se preguntaba si, del mismo modo que los esquemas de tres centrales habían supuesto una suerte de kryptonita para determinados planteamientos, también para ellos existía una fórmula que desnudara sus debilidades. Varios de los entrenadores más entregados a la receta mágica coincidieron en la confesión: el espejo era su enemigo más temido. Enfrentar conjuntos que les imitasen la forma y contrarrestaran, así, los diferentes desajustes posicionales sobre los que se fundamentaban en parte sus victorias. En consecuencia, no fueron pocos los equipos que, pese a profesar otras tendencias, optaron por mutar puntualmente ante este tipo de adversario.
Esto es, exactamente, lo que hizo anoche el Barça de Ronald Koeman para tratar de imponerse a la Juventus y lograr la primera victoria de su historia como visitante en Turín. El de Andrea Pirlo es un conjunto híbrido, que presenta dibujos distintos dependiendo de si se encuentra en fase ofensiva o defensiva. Mientras con la pelota en poder de su adversario adquieren forma de un 1-4-4-2 en línea que ayer representaron Cuadrado y Danilo en los laterales y Kulusevski y Chiesa en las alas, cuando recuperan el esférico buscan una ordenación más próxima al 1-3-4-3 con carrileros y coronado por tres atacantes de tendencia interior. Para pasar de un esquema al otro, pues, el planteamiento de Pirlo interviene sobre los laterales, de modo que Danilo pasa a tercer central por la izquierda y Cuadrado a carrilero por la derecha; y sobre los centrocampistas de banda, convirtiéndose Chiesa en el carrilero zurdo y Kulusevski en un segundo punta diestro que comparte vanguardia con Morata por delante de Dybala. En este sentido, la idea del técnico italiano y de buena parte de los entrenadores que optan por este tipo de dispositivo es la de terminar planteando una primera línea con hasta cuatro teóricos delanteros, que se empareje en igualdad con la zaga contraria tanto en ataque como en defensa.
Al respecto, la medida en la que se resguardó Koeman consistió en convertir a Pedri en la sobra de Cuadrado. Esta vez desde la izquierda y no desde la derecha como en el clásico, el canario recibió el encargo de emparejarse con el colombiano hasta el punto de cerrar como lateral en determinados lances del juego (Imagen arriba a la izquierda), incorporando un quinto defensor a la ecuación que permitiera que o bien Jordi Alba o bien uno de los centrales culés quedara liberado para cubrir cualquier eventualidad. Lo más habitual fue que con Pedri y Sergi Roberto cubriendo los carriles, el lateral izquierdo del Barça defendiera la zona de Kulusevski mientras Araújo y Lenglet se repartían la marca sobre Morata. Ciertamente, la superioridad numérica central del Barça no le valió a los de Koeman para fortificar el área, pero sí que le aportó un desahogo a su pareja de mediocentros que les evitó un mayor sufrimiento y una respuesta más tímida a los movimientos trazados por Dybala desde al mediapunta. El enganche argentino tendió a buscar la recepción en la teórica zona del interior derecho, ante lo cual muchas veces De Jong tuvo que lateralizar su defensa abandonando el espacio del pivote (Imagen arriba a la derecha). Con Pjanic equilibrando la pizarra en el centro del tablero, la Juventus tenía que castigar la estrechez del del doble pivote azulgrana aprovechando el espacio entre el bosnio, Dembélé y Sergi Roberto, pero Adrien Rabiot, el futbolista en disposición de hacerlo, vivió su partido en paralelo a Betancur y sin apenas escalonamiento con su socio en el mediocampo.
De hecho, el posicionamiento redundante de los dos medios de la Juventus también condicionó otra de las posibilidades que le ofrecía el duelo a los locales: la superioridad numérica de sus centrales en salida. El Barça la aceptó, esperando con Dembélé una hipotética progresión de Danilo, y corrigiendo con Griezmann o De Jong sobre Demiral sin miedo a que la situación descubriera a un centrocampista rival en disposición de romper la estructura defensiva. Jugando ambos a la misma altura, para los de Koeman defender a Betancur significó no tener que sufrir por Rabiot, y viceversa. Más acertados se mostraron, en cambio, los visitantes a la hora de encontrar el hombre libre.
Para lograrlo, Koeman introdujo varias novedades en el planteamiento con balón de su equipo. El primer grupo de las mismas tuvo que ver con la elección de los futbolistas, donde además de la presencia forzada de Araújo en el centro de la defensa destacaron la alineación de Sergi Roberto, Pjanic, Dembélé, Griezmann y del ya mencionado Pedri. Después de los nombres, el segundo factor novedoso resultó el lugar en el esquema que ocuparon algunas de ellas. Así, por ejemplo, a pesar de que hasta la fecha el técnico había utilizado a Griezmann preferentemente en la derecha, a Pedri en la mediapunta y a Dembélé como alternativa a Ansu Fati en la izquierda, en esta ocasión optó por una distribución alternativa de sus jugadores de ataque. El canario ejerció como falso extremo en el perfil zurdo, Ousmane se abrió a la banda derecha y Antoine compartió con Messi el carril central. Finalmente, la tercera propiedad de las novedades del técnico tuvo que ver con las funciones atribuídas a algunos de sus hombres. Para Leo Messi, por ejemplo, volvió a ser la mediapunta. Con libertad y espacio en tres cuartos de campo, dos futbolistas como apoyo por detrás, un compañero en cada carril encargado de estirar el campo y socios en los que encontrar tanto réplica como compensación. Por otro lado, puesto que, con Leo en la demarcación que en el arranque de temporada ha sido de Coutinho, Koeman habría perdido a un tercer centrocampista, Pedri cumplió esa función desde una posición distinta. Partiendo desde la banda izquierda, pero entregándosela a Jordi Alba, su misión consistió en asegurarse de que al ataque del Barça nunca le faltara una altura entre la base de la jugada y la frontal del área.
También el partido de Griezmann contribuyó a ello. Nueve sobre la pizarra, el suyo fue un comportamiento mucho más flexible que el de otras noches en las que ha actuado como referencia central (Imagen de la derecha), turnándose en el carril derecho, asociándose con Messi y Pedri en la mediapunta y lo suficientemente pendiente de los centrales como para que ni Demiral ni Bonucci sintieran su zona desatendida. La banda derecha, en este caso, corrió a cuenta de Dembélé, habilitado para intercambiar la demarcación tanto con Antoine como con Leo, pero más responsable de lo habitual cuando aparecía por el costado tanto a la hora de mantener la posición abierta como de exponerse a la pérdida. Si Jordi Alba fue la chincheta en la izquierda, Ousmane lo fue en la derecha. La traducción de todo esto resultó un Barça que con balón formó con Sergi Roberto como tercer central, con Pjanic y De Jong en la base, con Alba y Dembélé abriendo desde los extremos y con Pedri, Messi y Griezmann atacando en superioridad al doble pivote juventino.
Al respecto de esto último, fue fundamental la sujeción de los centrales italianos que consiguieron tanto la amplitud del ataque culé como los movimientos de Griezmann, así como las ventajas que sí construyeron los barcelonistas a partir de la superioridad numérica de su salida de balón. Con Dybala y Morata tratando de contener el avance de Sergi Roberto, Araújo y Lenglet, el plan del Barça consistió en generar dos superioridades numéricas más a través de su primera ventaja. Una en mediocampo y otra en la banda. En primer lugar, mediante la conducción de Sergi Roberto o Lenglet, el inicio del juego azulgrana obligó a la Juventus a renunciar a uno de sus centrocampistas de banda para igualar el primer envite, de modo que Chiesa saliera a tapar al canterano y Kulusevski al central zurdo dependiendo de cual fuera el sector elegido para comenzar a construir el ataque. Si era el izquierdo, con Cuadrado sujetado en el lateral por Jordi Alba y Kulusevski atraído sobre Lenglet, el Barça generaba un dos contra uno de Pedri y De Jong contra Betancur con el que ganar la espalda del mediocampista uruguayo (Imagen arriba a la izquierda). Más suculento era todavía el botín en caso de salir por el sector derecho, pues en este caso el reclamado era Chiesa y el dos contra uno frente a Rabiot lo disfrutaban Pjanic y Messi (Imagen arriba a la derecha). Cuando la segunda mitad de Pedri equilibró su extraordinaria contribución defensiva con una lectura e iniciativa en ataque a la altura, la supervivencia del mediocampo de la Juventus sucumbió ante la cantidad de frentes abiertos y el Barça lució como fuera del Camp Nou hace tiempo que no lucía.
– Foto: MARCO BERTORELLO/AFP via Getty Images