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Pajarito enjaulado

Pajarito enjaulado

Desde que Zidane recuperara las riendas del Real Madrid, ya sin Cristiano Ronaldo, sobre el campo el suyo ha sido un equipo con muchos padres. A menudo de Benzema, Toni Kroos y Sergio Ramos, en ocasiones, cuando ha podido, de Hazard, y otras veces de Vinícius o Luka Modric, la segunda obra de Zizou en la casa blanca ha rotado, también, en materia de estandartes. Es posible que en la lista no quepa incluir el nombre de Fede Valverde, aunque el uruguayo, si bien no ha ejercido la paternidad del equipo, normalmente sí ha representado el pegamento particular de cada una de las formulaciones de su entrenador. La pieza necesaria en cada una de ellas para hacerla posible, a pesar de que el carácter futbolístico del colectivo naciera desde la individualidad de alguno de sus compañeros.

Así, cuando al cuadro merengue le ha faltado el fútbol para asentar el ataque en campo rival y para generarse las ocasiones de gol desde un desarrollo más posicional, Fede Valverde ha ejercido como un elemento capital para poner en liza una alternativa basada en la presión alta. Una respuesta defensiva en pos de mantener el bloque cerca del guardameta rival y de forzar la recuperación con el equipo contrario pensando más en abrirle rutas a su circulación que en cerrárselas al adversario, como solución a las jornadas menos lúcidas y fluidas de los blancos. Cuando sí las ha encontrado, en aquellos partidos en los que las sociedades que establecen jugadores como Benzema, Hazard, Kroos o Sergio Ramos en el perfil izquierdo de la ofensiva madridista, igualmente el charrúa le ha dado sentido al plan incorporándole la dosis necesaria de profundidad y presencia llegando desde la segunda línea. En un ataque tendente a reclamar a su delantero centro en la frontal o la esquina del área, y a priorizar más el balón al pie que al espacio, a menudo Valverde ha sido el contrapunto imprescindible desde el lado menos transitado de la jugada. El hombre con el que provocar que un rival enfocado únicamente en mirar hacia adelante y fuera del área, tenga que atender también a lo que ocurre dentro de ella y a la espalda de su defensa.

Durante las últimas semanas, además, Zidane ha invertido confianza y minutos en la recomposición de una banda derecha del Madrid que distingue a Lucas Vázquez como lateral y a Marco Asensio como extremo. Una fórmula en la que el mallorquín adquiere presencia interior a través de la compensación exterior que le ofrece el gallego, y en la que Fede ha vuelto a desempeñar funciones de soporte incorporando dos dinámicas más a su lista de prestaciones: la lateralización en el inicio de la jugada para que Lucas Vázquez tome impulso en su posición como circunstancial tercer central, y la cobertura defensiva en un carril en el que el Madrid presenta a un lateral con referencias de extremo y a un extremo con retorno de mediapunta. Abajo para iniciar el juego, arriba para presionar o irrumpir desde segunda línea, y en banda tanto para ocupar espacios vacíos en ataque como para reforzar zonas vulnerables en defensa. Un Fede Valverde para cada planteamiento y cada situación. Un Fede Valverde de vuelo largo y extenso radio de acción al que, sin embargo, la ausencia de Casemiro enjauló en la visita del Madrid a Mestalla.

– A la izquierda, el mapa de posiciones medias del Real Madrid contra el Valencia. A la derecha, el mapa de pases de Fede Valverde durante el primer tiempo en Mestalla. (vía as.com)-

Sin el brasileño y sin un equivalente del mediocentro en plantilla, Zidane recurrió a su alternativa más utilizada en estos casos, la colocación de dos futbolistas en el primer escalón del mediocampo, aunque esta vez la suplencia de Kroos significara que el interior sujetado al lado de Modric fuera Valverde. Con Isco por delante haciendo las veces de mediapunta, y Luka ganando altura e impacto a lo largo del partido, fueron varios los tramos del mismo en el que el uruguayo cumplió como el integrante más retrasado de la medular madridista (Imagen arriba a la izquierda). Esto, por momentos, principalmente durante los cuarenta y cinco minutos iniciales, le permitió a los visitantes juntar cerca de la frontal la técnica de Marcelo, Modric, Isco y Benzema, un cuarteto que hundió a la defensa valencianista pero que extrañó la movilidad sin balón que Vinícius no supo darle y que un Valverde demasiado atrasado no le podía proporcionar.

Quizá por eso, a pesar del dominio posicional y sobre el balón que en algunos momentos llegaron a ejercer los blancos, los de Javi Gracia no dejaron de tener opciones para avanzar con el esférico cuando la posesión pasaba a manos ches. Sin el acoso del Madrid que defiende en campo rival situando a Fede a la primera línea de presión, y con una puerta abierta en banda izquierda que un sublime José Luis Gayà cruzó con tino e insistencia. Y es que si en los mejores compases del discurso ofensivo del Madrid la figura de su lateral izquierdo tuvo un papel destacado, no lo tuvo menor el de su homólogo valencianista en los ataques locales. Castigando el pasillo liberado por el fuera-dentro de Cheryshev arrastrando a Lucas hacia el centro, y dañando la espalda de Asensio para llegar con tiempo y claridad a las inmediaciones del área. Mientras Valverde, anclado en el centro, quedaba lejos de la ayuda en banda. Vistiendo a Fede de Casemiro, por el camino el Madrid perdió también al uruguayo. Y, con él, al pegamento que de un tiempo a esta parte cose a los madridistas alrededor de un plan.

– Foto: JOSE JORDAN/AFP via Getty Images

– Gráficos: As.com

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