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Memphis y las segundas oportunidades

Memphis y las segundas oportunidades

La historia de Memphis Depay en el fútbol de élite empezó como la de tantos otros. Destacó en la antesala del primer nivel, en el PSV Eindhoven, como un extremo dominante a nivel físico, potente, rápido, con mucho desborde y goleador, capaz de llevar al conjunto de Phillip Cocu al título de liga y de coronarse como máximo realizador de la Eredivisie. Fueron logros que le valieron el esperado salto a uno de los clubs más importantes del mundo. Aguardaba el Manchester United de su compatriota Louis van Gaal, un histórico inmerso en la orfandad dejada por Sir Alex Ferguson, al que sus intentos de reconstrucción no le estaban funcionando. De hecho, Radamel Falcao y Ángel Di María, las principales incorporaciones del verano anterior, abandonaban los red devils aquel mismo verano, sumándose a la salida de un Robin van Persie que dejaban a Wayne Rooney como único estandarte ofensivo de los de Old Trafford. El de 2015 no fue un verano más en Manchester. Memphis, pues, no aterrizaría en su nuevo club para integrarse, como secundario, en un ataque definido tanto a nivel estructural como jerárquico, sino que llegaría al United con la misión de abanderarlo. De darle forma. Fuera porque el jugador no estaba preparado para el reto que suponía su nuevo equipo, o porque el equipo no estaba preparado para el reto que suponía su nueva incorporación, el intento resultó fallido.

Y entonces Memphis dio un paso atrás. Recaló en un Olympique de Lyon que a lomos de futbolistas como Lacazette, Fekir, Umtiti, Tolisso o Gonalons encadenaba dos subcampeonatos en un torneo tiranizado por el PSG, y poco a poco veía salir a sus jugadores más importantes hacia Londres, Barcelona, Múnich o Roma. Normalmente, en la mayoría de historias este capítulo de la narración suele identificarse con la necesidad que tiene el protagonista de encontrarse consigo mismo después de una experiencia fracasada. De regresar a los orígenes. De volver a ser quien era. Pero Memphis no fue a Lyon para reencontrarse, sino para reinventarse. Ser el jugador que salió de Eindhoven no le había valido para triunfar en un club del máximo nivel, de modo que si quería afrontar un nuevo intento debía hacerlo siendo un Memphis diferente. Un Memphis transformado.

La transformación de Memphis en el fútbol francés ha resultado profunda. Partiendo del mismo material (esto es: un físico dominante, una gran capacidad en el regate, uno de los mejores disparos del continente y una afinada facilidad para llevar peligro sobre la portería contraria), ha dado forma a un jugador distinto. Por ejemplo, a uno cuya influencia en el carril central le ha ganado la partida al juego de banda que exhibía en sus comienzos. A veces delantero centro, otras falso nueve, algunas extremo pero con más afinidad hacia la frontal que hacia el banderín de córner, y a veces, incluso, mediapunta, su influencia en Lyon se localizó mayoritariamente por dentro. Y es que aquel desequilibrante atacante de banda que fue en Eindhoven, en la Ligue 1 ha adquirido tintes de generador. De epicentro del juego ofensivo, como núcleo a partir del cual organizar tanto al resto de piezas como los mecanismos ofensivos de su equipo. Con la libertad para mezclar el apoyo entre líneas (en ocasiones, incluso, a la altura del mediocampo) con la aparición en el área, el protagonismo para que la mayoría de balones busquen pasar por sus pies, y el estatus para que sus decisiones a cerca de la pelota sean las directrices a seguir. El futbolista al que buscar casi en cualquier zona del campo, y al que ofrecerle apoyos y desmarques tanto para avanzar conjuntamente como para facilitar que su golpeo regale a sus compañeros una situación ventajosa. En definitiva, Memphis aprendió en Lyon a ser la estrella que no pudo ser en Manchester. Un proceso que se reprodujo también en su selección, cuando el combinado orange se despidió de referentes como Robben, Sneijder o Van Persie.

Su próxima parada será un FC Barcelona huérfano de quien durante más de una década le puso el azul y el grana a la camiseta. De quien lo representó todo. Un Barça pendiente de encontrar a un nuevo líder para su fútbol, como aquellos Manchester United y Olympique de Lyon en los que aterrizó Memphis años atrás. Uno en el que, por lo tanto, el encaje del futbolista libre, presente y principal en que se ha convertido en Francia tenga un contexto más apropiado. Con más cuota de balón a disposición del resto, un carril central a compartir y una jerarquía en el juego obligada a redefinirse. Memphis debutará en un Barça distinto al que lo contrató. Si en aquel la clave de su éxito iba a pasar por su entendimiento y convivencia con Leo Messi, en este la vara de medir correrá a cargo de Antoine Griezmann. Mientras dure la lesión de Ansu y salvo explosión repentina de alguno de los talentos más jóvenes del plantel, ellos dos sean la cara más visible de la ofensiva azulgrana. Dos futbolistas a los que, curiosamente, sus respectivas carreras han deparado un recorrido futbolístico similar, partiendo de una versión primigenia como delanteros verticales de banda para llegar a la cumbre transformados en atacantes de dotes organizativas, mucho protagonismo con el balón en los pies y una mayor tendencia a moverse lejos de la cal.

A favor de su futura relación jugará el hecho de que los dos prefieran perfiles del campo opuestos. Memphis, diestro, vive más cómodo cuando su fútbol cae hacia la izquierda, al tiempo que Griezmann, zurdo, se naturaliza cuando se inclina hacia la derecha. También el carácter futbolístico del neerlandés y el galo, pues al tiempo que el primero suele reclamar más espacio en los focos, el segundo es un crack atípico y sin demasiados inconvenientes para ceder protagonismo. Como en la selección francesa de Pogba, Benzema o Mbappé, Antoine sabe ejercer de núcleo silencioso acompasando sus movimientos a los de sus socios. Ayudado por las posibilidades de un delantero como Memphis en el juego de espaldas, y situando a su compañero delante del portero a través de la asistencia. Pero probablemente la clave de la sociedad entre los dos atacantes sea el compás. La coordinación en la alternancia. Los dos sienten el balón al pie y la voz de mando en la acción, por lo que deberán aprender a acompasarse de tal manera que no lo sientan a la vez. Que ambos no quieran el balón al pie a la vez ni el pase profundo en el mismo momento. Que se los repartan. Que hablen los dos el mismo idioma, pero sin decirse el uno al otro las mismas palabras.

A nivel posicional, salvo sorprendente adaptación al carril diestro, las alternativas del nuevo fichaje culé son tres: la posición de delantero centro, la banda izquierda y la doble punta. La primera tendría la misión de cubrir la vacante que el club dejó sin cubrir tras la salida de Luis Suárez y que sin Messi probablemente se opte por ocupar de forma más clara, utilizando su buen hacer en la frontal pero manteniendo una relación más estrecha con el área y la pelea contra los centrales de la que tenía como estandarte del Olympique. Un juego de alternancias entre la corona y el punto de penalti, a través del cual mimar el vínculo con el balón de la segunda línea y que, a la vez, permita fijar a la defensa rival para abrir espacios en la mediapunta. Una solución que, a priori, en el 1-4-3-3 se completaría con Griezmann en el perfil derecho del ataque y con un extremo izquierdo sin referente claro a la espera del regreso de Ansu Fati.

Las opciones de ver a Griezmann afincado en el carril central coincidiendo en el once con Memphis pasarían o bien por el encaje del neerlandés en la banda izquierda, como alterativa a Ansu y gestionando la zona mediapunta-izquierda aprovechando la preferencia de Antoine por la mediapunta-derecha; o por una doble punta como la que Koeman puso en liza durante la segunda mitad del curso anterior. Abriendo el campo a través de dos carrileros y otorgando el centro del ataque a dos delanteros. Una fórmula en la que, sin la intervención de un tercer atacante, sería especialmente valioso el crecimiento que ha experimentado el juego sin balón de Memphis durante su última temporada en Francia. Habituado a ser el destino de gran parte de los envíos de sus compañeros, y de serlo preferiblemente recibiendo al pie, el jugador se despidió de Lyon añadiendo un mayor volumen de movimientos profundos al espacio. Esos en los que Antoine pueda encontrar receptor para sus pases o espacios para sus recepciones, y que solo Jordi Alba viene ofreciendo con continuidad en el Barça de las últimas temporadas.

Al respecto, huelga decir que para un atacante con los atributos físicos y la determinación en los últimos metros de Memphis, será clave la capacidad que tenga Griezmann de absorber miradas que hasta hoy quedaban reservados a Messi en lo que respecta al pase final y a la atracción sobre los rivales. También para potenciar sus virtudes en el regate, pues aunque esta es una suerte que el ex del Lyon puede activar también cuando se desenvuelve en espacios reducidos, la cantidad de vigilancias que pueda movilizar el perfil derecho del ataque culé se relacionarán directamente con la posibilidad de que el neerlandés disfrute de más espacios y situaciones de uno contra uno. La habilidad de Memphis a la hora de superar rivales no se enmarca únicamente en situaciones de partido en los que el jugador recibe el esférico orientado hacia la portería rival, sino también cuando lo hace mirando hacia la propia. Su juego de espaldas, tanto cuando se localiza en el carril central como cuando lo hace en banda, es uno de los argumentos con más peso dentro de su juego. Un argumento al que recurre también ante presión, como paso previo para una descarga haca el compañero que viene de cara, para pausar la acción dando tiempo a que el equipo adelante líneas, o para girar sobre su propio eje y empezar a correr hacia el área.

Pero el Barça después de Leo es un libro abierto, y cabe la opción de que en ausencia de Messi sea justamente la zona de Memphis la que atraiga más vigilancias y rivales. La que incline el campo y, por lo tanto, a las defensas contrarias. Girando el foco hacia su parcela y generando vacíos en la otra orilla para que Griezmann encare el desenlace de la jugada con el paisaje aclarado, o para que sea Dest, como lateral o carrilero, quien saque lustre al uno contra uno en el borde del área. Pegada, profundidad, visión de juego, regate y juego de espaldas. Cinco ingredientes que han viajado con Memphis desde Lyon a Barcelona, y con los que contará el conjunto azulgrana para empezar de nuevo. Para volverlo a intentar de un modo distinto. Para transformarse. Para ser otro.

 

– Foto: Jose Breton.

Comments:4
  • oleguer 12 agosto, 2021

    Reconozco que esta es una opinión minoritaria, pero soy bastante optimista de cara a la temporada que viene. Tenemos mucho talento, jóvenes y fichajes que ilusionan, veteranos como Grisou, Dembouz, o Coutinho que no encajaban con Messi, y todos tienen mucha hambre, sabiendo que este es el momento idóneo para explotar y demostrar que pueden ganar títulos sin Messi. El equipo había entrado en una dinámica perdedora y reinaba un malestar en el vestuario, del que habla Setien, que tuvo mucho que ver con Messi, aunque éste no fuera el único culpable. Si, Messi ha sido y sigue siendo el mejor de todos los tiempos, pero no era feliz en el FCB, suspiraba por ganar la Champions con su amigo Neymar en Paris, tenia 34 años, y no podíamos contar con el para construir un nuevo proyecto. En mi opinión nunca íbamos a volver a ganar la Champions con Messi en la plantilla. Me alegro que haya salido por la puerta grande, como tiene que ser, por todo que ha hecho por el club, pero me alegro que haya salido.

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    • Pedri8 12 agosto, 2021

      Por la puerta grande? Explicate.

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      • oleguer 12 agosto, 2021

        Sin ser vendido, con carta de libertad, con un homenaje muy respetuoso, a diferencia de Ronaldinho y Etoo, por ejemplo, que son casos mas o menos parecidos, salvando las distancias

  • Pedri8 12 agosto, 2021

    Mucha suerte Memphis.

    Además de Memphis y Griezmann, también Demir me parece un generador, y además de perfil muy barça

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