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La fortaleza y la grieta

La fortaleza y la grieta

Pocos partidos en Europa pueden despertar el interés de un Chelsea – Manchester City. Los conjuntos que dirigen Thomas Tuchel y Pep Guardiola no sólo son los dos últimos finalistas de la Champions League y dos de los más firmes candidatos a conquistar la Premier, sino que su duelo probablemente enfrente, por un lado, al equipo que maneja un mayor número de opciones y soluciones ofensivas y, por el otro, al que más registros defensivos domina. El City con la pelota y el Chelsea sin ella, representan dos caras distintas, y a veces contrapuestas, de la excelencia. Hasta el partido del sábado por la tarde, los blues únicamente habían encajado dos goles en sus siete partidos oficiales, confirmando una temporada más la solidez de su inexpugnable fortaleza. Así la s cosas, y tras su empate sin goles ante en Southampton, al ataque citizen se le presentaba uno de los retos más duros que puede encarar actualmente un equipo en Europa: romper la muralla de Tuchel.

Su planteamiento para conseguirlo se apoyó en tres puntos clave. En primer lugar, desde la alineación, en ataque Guardiola le entregó el carril central a tres futbolistas con alta capacidad de desborde, como medida para agredir el corazón de la estructura blue. Foden como falso nueve, Bernardo Silva desde el interior derecho y Kevin de Bruyne desde el izquierdo amenazaban con profundizar por dentro, rompiendo las líneas defensivas de su rival o constriñéndolas para que aparecieran los espacios en banda. Renunció incluso Pep a uno de los mecanismos que más ha repetido su equipo en el arranque de temporada, pues con De Bruyne en el mismo sector del campo que Grealish el City alteró el tipo de recorrido a trazar por parte del interior que acompaña al inglés, habitualmente tendente al dentro-fuera para conquistar la espalda del lateral derecho rival y en esta ocasión más fijo en el centro. No fue lo único que cambio en la banda izquierda skyblue, pues también Cancelo matizó su rol. Su ascensión hacia la zona del interior limpiando el pase de Laporte hacia la banda fue mucho menos frecuente que en los partidos anteriores.

El nuevo papel del portugués respondía a la segunda de las soluciones que escondía el planteamiento visitante para intentar penetrar en el sistema defensivo de Tuchel. Sabedor que una de las particularidades del 1-5-3-2 de su oponente tiene que ver con la presencia de un único futbolista en cada una de las bandas, Pep situó en ellas al menos un segundo reclamo. Cancelo en la izquierda y tanto Walker como Bernardo Silva apareciendo en la zona teórica del lateral derecho, tenían la misión de extraer hacia la orilla a una de las piezas centrales del Chelsea (Imágenes arriba). Apoyados en la estrechez con la que la pareja Lukaku-Werner priorizaba la contención de las conexiones entre los centrales citizen y Rodri (Imagen abajo a la izquierda), las recepciones escoradas de los laterales o de Silva eran señuelos con los que atraer a Kanté o a Kovacic. La respuesta blue fue perfecta, y tanto Jorginho desde el mediocentro como los tres centrales lograron taponar cualquier conato de fuga. El italo-brasileño por delante y la anticipación de la zaga desde atrás, hicieron prácticamente imposible que el City pudiera filtrar un pase entre líneas (Imagen abajo a la derecha).

La tercera bala de los de Guardiola era la presión, ejercida desde muy arriba, después de lograr altura atacando la espalda de Marcos Alonso, y de tal manera que abriera la puerta a una posible pérdida peligrosa cerca de Mendy. Más que eso, lo que consiguieron los visitantes fue desconectar en gran medida la transición defensa-ataque del Chelsea, limitando mucho la intervenciones de Lukaku y Werner tanto en número como en posibilidades. El belga y el alemán recibieron menos, más lejos del área de Ederson y perfectamente defendidos por Laporte, Rúben Dias y por un Rodri Hernández que firmó una de sus actuaciones desde que llegó a Inglaterra. Posicionalmente perfecto, fue un baluarte con y sin la pelota, y acertó a dominar los ritmos del partidos para anticiparse a cada acción del juego. El escaso protagonismo de los delanteros locales motivó que, ya en el segundo tiempo, Tuchel optara por introducir al campo una tercera pieza ofensiva en la figura de Havertz con tal de incrementar la amenaza.

La entrada del alemán inauguró un tramo de más presencia del Chelsea en campo contrario, pero también de opciones para el City de salir con espacios. Constó, por ejemplo, la presencia en el centro de la zaga de Thiago Silva, un central menos eléctrico en la persecución y la anticipación que Azpilicueta, Christensen o Rüdiger, y que otorgó una mayor libertad a Foden o De Bruyne a la espalda de los centrocampistas blues (Imágenes arriba). Fue también el tramo en el que más exigido estuvo Ederson Moraes a nivel defensivo, más en la gestión de la espalda de su defensa y de su área grande que en la atajada final. El portero brasileño se sumó a Rodri y Rúben Dias con la misma solvencia con la que su bota izquierda impacta en el balón para habilitar a un compañero lejano. Fueron los tres pilares de la fortaleza del Manchester City, el día que los de Guardiola encontraron una grieta en los muros del vigente campeón de Europa.

– Foto: Adam Davy

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