
Dos más uno no siempre son tres
El Manchester City ha arrancado la temporada insistiendo en determinados patrones de juego cuando tiene el balón. Seguramente con la idea de construir rápidamente un abecedario futbolístico alrededor de Jack Grealish, los de Pep Guardiola han empezado el curso 2021-22 con un semblante más inmutable de lo habitual. Siempre con falso nueve, con los dos interiores muy adelantados y con el pase diagonal del central izquierdo al extremo como uno de sus automatismo más reconocibles. A él llega a través de dos ajustes recurrentes. En primer lugar, la posición centrada de los laterales, que arrastra al delantero de banda rival hacia el centro limpiando la línea de pase hacia el extremo citizen. En segundo lugar, éste último no espera a recibir el pase sujeto en la última línea, sino que es frecuente verle perder altura para encontrar la pelota cerca del mediocampo, en parte para acortar la distancia del pase y en parte para sacar de su zona al marcador contrario con tal de que otros compañeros puedan atacar su espalda.
Que en sus primeros partidos del curso el Manchester City haya perseverado tanto en las rutas de ataque arriba señaladas, a menudo ha estandarizado también la respuesta de su oponente, especialmente por lo que respecta a la estrechez de su primera línea de presión. Varios han repetido la receta ante la situación centrada de los laterales skyblue a la hora de iniciar el juego. Fue el caso del Southampton este fin de semana, que arrancó su duelo contra el actual campeón de la Premier formando un 1-4-4-2 sin balón en el que su pareja de puntas pudiera emparejarse hombre a hombre con los dos centrales locales. Con Walker y Joao Cancelo a ambos lados de Fernandinho, el City recurrió a Ederson para romper la igualdad numérica, utilizando al guardameta como un tercer central situado entre Rúben Dias y Aké. Sucedió que la implicación del meta brasileño en el inicio del juego no se tradujo en una posición más abierta de los centrales, lo que provocó que la teórica superioridad numérica citizen no repercutiera en una superioridad posicional práctica (Imágenes abajo). Armstrong y Che Adams podían defender a tres rivales y, a la vez, obstaculizar las conexiones con el mediocentro y los laterales.
La facilidad que encontró al comienzo el Southampton para tapar el carril central debido a la estrechez de la salida del City no sólo dificultó el avance por dentro de los de Guardiola, sino que redujo el peligro de las intervenciones de los extremos en banda. Sin haber fijado primero dentro la atención de los rivales y haber desplazado hacia esa zona sus coberturas, permitió que la respuesta visitante por fuera también resultara más estable y controlada. La solución se la dieron al conjunto skyblue sus dos interiores, alternando apariciones entre líneas y movimientos hacia los costados para atacar la espalda de los laterales rivales o para recibir el esférico cerca de la cal a la altura del mediocampo, una situación que obligó a que Hasenhüttl también tuviera que adaptar el plan. Pasó entonces el austríaco a organizar a su equipo en un 1-4-3-3 sin balón que desplazó a Elyounoussi cerca de Ward-Prowse y Oriol Romeu, y desde el que el catalán se retrasó en varias ocasiones para formar una defensa de cinco que se protegiera con más efectivos del impacto de Gündogan y Bernardo Silva.
El inicio de la segunda mitad marcó también la vuelta del Southampton a su 1-4-4-2 inicial como respuesta a una salida de balón local que, sin embargo, había cambiado. A la hora de iniciar la jugada, el equipo de Guardiola se hizo más ancho. Formando con Walker como tercer central en la derecha, de modo que mientras Cancelo se integraba en la medular como un segundo mediocentro el lateral inglés completara una primera línea de tres más ancha junto a Dias y Aké (Imagen abajo); o ampliando el campo desde abajo con los dos laterales abiertos y permitiendo que fuera Gündogan quien apareciera al lado de Fernandinho, el City abrió la presión de su oponente y los espacios para su progresión con balón. Aprovechó, por ejemplo, la aparición de Bernardo Silva en el vacío creado entre la amplitud del lateral y el apoyo del mediocentro, como una forma de sacar al equipo de atrás y de llevar el esférico a la espalda del mediocampo de The Saints.
La solución también le valió a Guardiola para adelantar la altura de sus dos extremos, alejando de la presión a Livramento y a Walker-Peters y acercando al área la amenaza de Grealish o Sterling en el desequilibrio. No fueron sus únicas cartas a la hora de encarar a su par para desnivelar el duelo, pues el técnico de Santpedor dio entrada desde el banquillo a Kevin de Bruyne, Phil Foden y Riyad Mahrez, los dos primeros para formar como interiores por delante de Gündogan y el argelino completando el ataque junto a Sterling y Grealish. “Yo ya sólo pregunto: ¿Este jugador dribla? Yo quiero jugadores que driblen. Nada más, es la principal pregunta que hago. Quiero laterales que driblen, y centrales y mediocentros e interiores y extremos que driblen. Porque lo de control y pase se puede aprender… Ahora bien, que driblen y se vayan, esto es clave”, le confesaba Pep a Martí Perarnau en ‘Pep Guardiola. La metamorfosi’.
Foto: Conor Molloy News Images