
Interiores contra un repliegue
El Barça de Xavi Hernández se estrenó contra un rival replegado. Contra un Espanyol de Vicente Moreno que conocedor de los problemas de los azulgranas para generar ocasiones de peligro cuando su rival no les concede espacios, optó por jugar con la ansiedad de un conjunto culé deseoso de dejar atrás su dinámica negativa tan pronto como le sea posible. El FC Barcelona de esta temporada es un equipo que sufre de dos maneras: cuando la impotencia generada por sus pocas soluciones en ataque le llevan a caer en el nerviosismo y en la imprudencia, o cuando se ve forzado a competir los encuentros sin balón y defendiendo en campo propio. El Espanyol, de partida, escogió exprimir la primera de estas dos situaciones.
Así saltaron al Camp Nou los periquitos formando con defensa de cinco, incrustando a David López junto a Sergi Gómez y Cabrera, y situando por delante una segunda barrera de contención, bastante hundida, integrada por cuatro futbolistas en línea. Un 5+4 sin balón de enorme exigencia para el equipo atacante, y que obligó al Barça a un ejercicio ofensivo en campo contrario en el que ningún espacio se encontraba liberado de antemano. Cada futbolista del Espanyol tenía a un compañero cerca, una ayuda en banda para evitar el duelo uno contra uno y una amplitud de la línea lo suficientemente grande como para que el cambio de orientación del juego culé no encontrara desnuda la orilla contraria.
Siguiendo parte de la receta que había empleado Sergi Barjuan al frente del primer equipo, la primera puesta en escena del Barça de Xavi subrayó el papel de los extremos abriendo el campo, liberó a los laterales para participar en los momentos previos de la jugada, y otorgó a los dos interiores una posición muy adelantada, separada de Sergio Busquets, que por momentos incluso llegó a superar la altura de Memphis Depay. Interiores con aroma de mediapuntas, lanzados contra los centrales y a la espalda del mediocampo rival, a la manera de Gündogan, Bernardo Silva o De Bruyne en el Manchester City de Guardiola o de Asad, Al-Haydos o Afif en el Al-Sadd de Xavi.
A la actual plantilla del Barça, sin embargo, no le sobran centrocampistas del perfil de los comentados. Interiores capaces se fijarse por dentro, recibir entre líneas, girarse en espacios reducidos y atacar la posición de los centrales rivales. Nico y Frenkie de Jong, los designados por Xavi en su estreno, son dos medios con autoridad en la llegada y soluciones cerca del área, pero que se desenvuelven con más claridad cuando pueden viajar de abajo para arriba y no fijándose por delante del balón. Al Barça le costó encontrarlos entre las líneas defensivas del Espanyol, y de hecho fue más habitual verlos lanzando desmarques hacia la banda o a la espalda de la defensa espanyolista que fijando atenciones en tres cuartos de campo. En realidad quien más buscó esa zona fue Memphis, pero el neerlandés no tuvo ni el acierto ni el contexto para dar continuidad a la jugada desde el apoyo. Los centrales del Espanyol le ganaron en el giro, y el hecho de que en muchas ocasiones los interiores del Barça estuvieran proyectados le restó opción para la descarga.
Más allá de que la falta referencias entre líneas le dificultara al Barça la aparición de escenarios ventajosos en ataque, cerrando a un lateral rival para que los extremos atacaran el uno contra uno o sacando de línea a un central para que el punta se desmarcara a su espalda, esta situación también tuvo una contrapartida a nivel defensivo. Y es que, en ocasiones, cuando los locales perdían la posesión en el apoyo de Memphis y con los dos interiores por delante, a la medular le faltaron efectivos para realizar la presión. Lo suplió el buen posicionamiento de Sergio Busquets, la atención a las vigilancias de Eric y Piqué, y un Espanyol que al que a pesar del gran partido de Sergi Darder y Raúl de Tomás (Imágenes arriba), uno dando el primer pase y el otro protegiéndolo en el control, hasta la segunda mitad extrañó una tercera pieza con la que completarlos.
Antes de que Vicente Moreno la encontrara en la figura de Manu Morlanes, también Xavi intervino en su equipo para solucionar alguna de sus dificultades en la frontal. Liberando ligeramente a Gavi de la banda para que el canterano pudiera intervenir por dentro y, él sí, recibir y girarse a la espalda del mediocampo blanquiazul (Imágenes abajo). Obligando a cerrarse sobre su posición al lateral, de tal modo que Jordi Alba pudiera atacar sin oposición el carril, o extrayendo al central para habilitar el desmarque de Memphis como en la jugada del penalti. Fijando por dentro para que, por fuera, Abde encontrara las situaciones de uno contra uno que durante el primer tiempo no pudo disfrutar Ilias Akhomach.
Más impacto tuvo, si cabe, el doble cambio de Vicente Moreno tras el gol. En concreto una entrada de Manu Morlanes con la que el Espanyol se reorganizó en una defensa de cuatro y ganando un efectivo en la medular para aumentar su protagonismo con la pelota. Alargando la posesión, creciendo en campo del Barça y encontrando ventajas en banda para llegar al área de Ter Stegen. Apoyándose especialmente en el costado izquierdo, donde Mingueza sufrió ante cada movimiento blanquiazul, para desorganizar al bloque barcelonista y llegar a zona de remate. Un guión que Xavi trató de modificar con la entrada de Riqui Puig para alargar algo más las cadenas de pases y así poder defenderse a través de la posesión, pero que poco después volvió a seguir el dictado de los visitantes, más entonados en la lectura de los últimos minutos del choque. Un Espanyol que quizá descubrió demasiado tarde la fragilidad defensiva de su adversario.
– Foto: David Ramos/Getty Images