
Gavi y Nico al cuadrado
El camino de Carles Puyol hasta la élite no fue un camino de rosas. No solo porque su aterrizaje en el primer equipo se produjera de forma in extremis y cuando todo parecía indicar que el futuro del canterano en la Liga tendría los colores de otro equipo, sino porque, ya como jugador del Barça con todas las letras, al de La Pobla de Segur le tocó navegar en aguas enrarecidas. Al declive y consecuente fin del primer Barça de Van Gaal no le siguió la construcción de un nuevo ciclo poderoso, sino un periodo de descomposición que abarcó a todos los niveles de la institución. Un Barça deprimido y empequeñecido, en el que Carles representaba el principal -y a veces único- vínculo con la grandeza que por dimensión le correspondía. El recuerdo de los últimos triunfos, y la promesa de que las próximos volverían a llegar. Un defensor que, en un Barça apartado de la lucha por los títulos, era capaz de anular al futbolista más caro del mundo. El jugador con el que mirar de tú a tú a los demás aunque ya no se pudiera. La pieza desde la que equipo podía sentirse superior aunque ya no lo fuera.
Salvando algunas notables distancias, Ronald Araújo ha representado un papel parecido en el Barça de los últimos meses. El uruguayo es un zaguero capaz de imponerse a cualquiera, y de transmitir su impacto emocional al colectivo desde esa autoridad individual. Un futbolista gracias al cual sentirse más grande y legitimado. Cuando un equipo tiene de su lado a Puyol o a Araújo, no debería temerle a nada. Así pareció sentirlo anoche el Barça en su trascendental duelo contra el Benfica. Un partido que no se resolvió con el marcador esperado para los locales, pero que sobre el césped dejó ver la personalidad futbolística que se espera de los de Xavi. Aunque el debut del de Terrassa en el banquillo culé se produjera ante el Espanyol, probablemente, con el tiempo, el recuerdo querrá señalar el partido de ayer como el primer capítulo de su particular historia.
Es algo que también le pasó al Barça de Guardiola, pues su relato arranca con la derrota ante el Numancia por mucho que su estreno fuera antes contra el Wisla de Cracovia, en la fase previa de la Champions League. Para el regreso a la máxima competición europea, Xavi recurrió al dibujo que más habitualmente utilizó durante sus últimos meses en Qatar, con una línea de tres en defensa. “Si hemos de jugar con tres, con tres jugaremos pero los tres las piernas de Oleguer y Puyol han de tener“, escribía Guardiola en 2007, antes de ser entrenador, algo similar a lo que debió pensar Xavi a la hora de incluir a Araújo en su reducida defensa. Y es que el dominio defensivo del uruguayo no solo le permitió al Barça controlar la parcela derecha de su zaga, sino que a nivel anímico fue una permanente fuente de confianza para el grupo. Con Araújo atrás, no había nada que temer. Ni siquiera si el Benfica medía la espalda de Jordi Alba atacando la posición de Lenglet, o si lejos del área Piqué sufría a ras de césped todo lo que no sufría imponiéndose en los balones aéreos.
Las de Gerard, Ronald y Clément fueron las piernas en las que se apoyó Xavi para poder juntar cuatro hombres en su mediocampo, dando forma al característico cuadrado que tantas veces buscó en el Al-Sadd. Con dos futbolistas en la base del centro del campo, y otros dos a la espalda de los pivotes rivales, combinando la atracción de los mediocentros con el balón y la fijación entre líneas de los interiores adelantados. Superpoblando el carril central, retando a medios y centrales, y juntando a muchos adversarios por dentro para liberar las alas. Cabe decir, no obstante, que la pizarra de Jorge Jesus igualó tácticamente el duelo replicando las posiciones ofensivas del Barça. Formó con cinco atrás de modo que sus carrileros pudieran emparejarse con Jordi Alba y Demir en banda, y posibilitó sendos cuadrados interiores para defender al mediocampo culé a diferentes alturas. Juntando a Weigl y Joao Mario con Everton y Rafa cuando los azulgranas jugaban lejos del guardameta Odysseas, o con Almeida y Vertonghen cuando se acercaban a la frontal. Corrigiendo con un gigantesco Otamendi y saliendo en busca de Yaremchuk.
La estrategia de Jorge Jesus pretendía igualar posicionalmente su bloque defensivo con el bloque ofensivo del Barça, y llevar el partido a una sucesión de duelos. Retos prácticamente hombre a hombre en los que inicialmente creció Frenkie de Jong y en los que brillaron Gavi y Nico. El primero, extremo ante el Espanyol, en esta ocasión solo ocupó la banda cuando el Barça salía desde atrás, fase en la que los azulgranas situaban a Alba como lateral en una línea de cuatro, de modo que con el equipo instalado en campo rival la zona del canterano era una de los vértices superiores del cuadrado de centrocampistas culés. Su réplica fue Nico, más presente en la mediapunta que en el derbi, perfectamente acompasado con sus compañeros de línea, y atinadísimo girando el juego, progresando con el balón, fijando rivales y liberando compañeros. La actuación del gallego sirvió para que el Barça dibujara ventajas tanto en la zona de Demir como en la de Memphis, si bien ni el austríaco ni el neerlandés consiguieron concretarlas.
Más cerca estuvo Yusuf que Memphis, pues el ex del Lyon firmó una actuación bastante desafortunada tanto en lo individual como en lo colectivo, trufada de imprecisiones técnicas, errores de lectura y desatenciones tácticas. Su desatino y el escaso bagaje de Jordi Alba ejerciendo como extremo sirvieron para explicar la falta de lucidez culé en los últimos metros, así como el impacto de Ousmane Dembélé cuando el francés entro al campo. Situado en la banda derecha, su diferencia física con respecto a Demir y su insistencia en el desborde encendieron el ataque del Barça, falto de referentes autosuficientes para generar peligro. Quizá por eso es probable que a los blaugranas les falta seleccionar mejor los momentos para apoyarse en el galo, con tal de obligar al Benfica a mezclar sus atenciones y sus respuestas defensivas, y de procurarle a Dembélé un escenario más claro. Activarlo menos veces, pero en situaciones más prometedoras.
– Foto: Alex Caparros/Getty Images
Andrés 24 noviembre, 2021
Vi el titular y pensé “Este tío es un genio”. Cualquier día nos sorprende con un libro de poesías de fútbol
Pedri8 25 noviembre, 2021
Ya se nota la mano de Xavi en la sala de máquinas. Ahora falta que Dembelé y Anssu la rompan, y fichar un delantero centro. Cuento también con Abde.
Poco a poco saldremos adelante.
Pedri8 25 noviembre, 2021
No parece que Memphis sea el delantero que necesita el Barça. En todo caso, al menos en la liga, se podría jugar con la delantera de izquierda a derecha: Abde-Ansu-Ousmane. No sería la primera vez que Ansu juega de 9.