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El ala izquierda de la Casa Blanca

El ala izquierda de la Casa Blanca

En lo que llevamos de siglo, buena parte de los proyectos exitosos del Real Madrid se han fundamentado en la potencia, calidad e inspiración de su banda izquierda. De la zona del campo que juntó a Roberto Carlos con Zidane, a Robinho con Sneijder, a Cristiano Ronaldo con Benzema, o a Kroos con Sergio Ramos y Marcelo. El mismo lado del campo desde el que esta temporada está teniendo lugar el -parece- estallido definitivo de Vinícius Júnior, con permiso de Karim, el gran protagonista del solvente inicio de curso del equipo de Carlo Ancelotti. Un despegue en el que todos han puesto de su parte, con victorias y complicidades de origen tanto individual como colectivo.

 

Vinícius + Benzema

Sobre estas últimas cabe señalar cómo el conjunto merengue arrancó la temporada reformulando el sentido de su costado izquierdo. Sus últimos dueños, Ramos, Marcelo, Kroos y Benzema, lo habían convertido en el hogar del control, la pausa y el temple, pero con la salida del primero, la pérdida de protagonismo del segundo y la ausencia del tercero, el técnico optó por teñir la banda izquierda del Madrid con la personalidad futbolística de Vinícius. Un carril más vertical, enérgico y acelerado. Abonado a un ritmo de juego más alto, provocado por los intentos sin freno del extremo, como el lugar desde donde regar los ataques blancos. Un Madrid en el que Vinícius no sería el diferente, sino la referencia a la hora de acompasar los ritmos de los demás. Donde el brasileño no tendría que acelerar, sino que el equipo ya llegaría a él acelerado. Un Madrid en el que ganar confianza para engrasar la sociedad con Karim Benzema, transitando los caminos que iluminara el galo.

Aprovechando los espacios que le ha procurado Ancelotti cuando, a partir del duelo de Champions ante el Shakhtar, cambió la presión por un repliegue que garantizara la posibilidad de contraatacar con muchos metros por delante, permitiendo lanzar a Vinícius tanto contra la defensa rival como a la espalda de la zaga. Corriendo en vertical, obligando a recular a su par, y apoyándose en su fantástica capacidad para el engaño, la finta, el cambio de ritmo y el contoneo a la hora de rebasar la marca. Retando al defensa, obligándolo a intervenir para poder sortear la entrada, y apuntalando una brillante evolución delante de la portería gracias a la mejor gestión de la última zancada. Hasta esta temporada, Vinícius había interpretado el instante previo al golpeo como un momento de impulso. Un último arreón, forzando la carrera, para abalanzarse sobre la pelota antes de disparar. Este curso, en cambio, su administración del último paso está resultando mucho más tranquilo, como un instante de pausa con el que templar la posición del cuerpo, la precisión del golpeo, la dirección del remate y la claridad de la decisión. Un instante sostenido, un respiro, para gestionar desde la tranquilidad lo que el adversario afronta desde el miedo.

 

Vinícius + Benzema + Kroos

Por lo apuntado en los párrafos anteriores sobre el acercamiento mutuo entre el Real Madrid y Vinícius, a propósito de los ritmos futbolísticos del brasileño, el regreso al equipo de Toni Kroos debía resultar un acontecimiento de enorme relevancia en el composición del Madrid 2021-22. La vuelta de quien a lo largo de los últimos años definió la personalidad del costado izquierdo del equipo desde su cerebral interpretación del juego. Del futbolista con el que se juntaron Sergio Ramos, Marcelo y Karim Benzema para construir un hábitat seguro para la circulación del balón, en el que la excelencia técnica de sus cómplices abría un abanico de posibilidades casi infinito. Vinícius es un socio diferente. Más arriesgado, más expuesto. De modo que sin sus aliados habituales y con el extremo brasileño en su mismo sector, la incursión del alemán en el Madrid de esta temporada se ha basado en tres ideas alternativas.

Una, la capacidad de Kroos de lanzar al extremo a partir de la claridad en el primer pase, como un inmejorable interruptor de la contra blanca. Un Kroos cerebro desde el inicio, cuya visón y golpeo permite vincular rápidamente el ataque madridista con la primera línea y con la amenaza de Vinícius con metros por delante. La segunda ha reforzado el papel de Benzema y Modric como sociedades del germano, ofreciéndole los apoyos en corto para circular el balón que el nuevo perfil de los integrantes del carril izquierdo ha cambiado en favor de otras virtudes. Karim y Luka son las soluciones que encuentra Kroos para juntar pases cerca de su posición, movilizar las atenciones de los rivales y vaciar otras zonas del campo. En este sentido, su tercera solución tiene que ver con el cambio de orientación, suerte que siempre ha formado parte del abanico del alemán y que este curso le está valiendo para que el equipo profundice también por el sector derecho. Hacia Rodrygo cuando es el brasileño quien ocupa el carril diestro, o hacia Carvajal cuando Asensio completa la delantera con un comportamiento más tendente hacia el carril central, sus diagonales agilizan la posesión cuando el Madrid se instala en campo rival, buscando en los alejados aquello que hasta hace poco encontraba en los más cercanos.

 

Vinícius + Benzema + Kroos + Alaba

Ferland Mendy no está resultando un socio especialmente beneficioso ni para Vinícius ni para Toni Kroos. A su innegable fortaleza defensiva cerrando el lateral izquierdo del equipo, el francés no ha sumado por el momento un comportamiento en ataque que armonice con el de los dos protagonistas del ala izquierda madridista. Técnicamente menos fino, y no muy claro en la asociación, su entendimiento con Kroos es escaso, y en banda, a pesar de las posibilidades de sus diagonales, hasta el momento no ha logrado acompasarse con Vinícius. Se acerca cuando el brasileño necesita soledad, ocupa el centro cuando el extremo requiere pista libre hacia la frontal y su entendimiento combinando en el pico del área no viene resultando demasiado productivo. Seguramente por eso, y con el objetivo de conservar los beneficios defensivos que le aporta a la defensa blanca, Carlo Ancelotti probó contra la Real Sociedad un matiz distinto para sus zagueros a la hora de alimentar el carril zurdo. Alaba, central izquierdo, tuvo licencia para incorporarse al mediocampo o, incluso, a la delantera, como un elemento más de ataque.

La polivalencia del austriaco luce una espléndida particularidad, pues no se trata solo de un jugador capaz de mantener el nivel en varias posiciones, sino que su categoría le permite ser diferentes jugadores en cada una de ellas. No es que Alaba sea él mismo en cada demarcación que le asigne su entrenador, arrastrando con él las características generales que le son propias, sino que posee la capacidad de mutar en función del espacio del campo que ocupe. Hay un Alaba lateral, un Alaba central y un Alaba centrocampista. En este último puede apoyarse el Madrid para acercarle a Kroos un centrocampista extra con sensibilidad para el toque y la combinación, y para acompañar a Vinícius de una suerte de lateral capaz de fijarle rivales, de despejarle caminos y de hacerle llegar el balón en el lugar y el momento más adecuados. Para gestionar el riesgo que implica la participación tan adelantada de uno de los centrales, Ancelotti contó con Mendy, Casemiro y un gigantesco Militao. No para ocupar el vacío, sino para cubrirlo desde sus flancos. Tapando los accesos o llegando a la corrección. Guardando las espaldas de un central que a veces es un lateral que avanza como un centrocampista que llega como un delantero. De un David Alaba que tiene mil caras. La última es la de socio de Kroos y Vinícius en el Madrid de Carlo Ancelotti. En el ala izquierda de la Casa Blanca.

 

– Foto: Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images

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