
Un fortín contra Modric
Quique Sánchez Flores le ha cambiado la cara al Getafe desde el 1-5-3-2. Se trata de un dibujo de renovada popularidad en los últimos años, con la última Champions League del Chelsea como lustrosa confirmación, gracias a cómo su reparto facilita la respuesta a alguno de los principales retos del fútbol actual. La presencia de un tercer central para iniciar el juego con tres jugadores, la posibilidad de presionar con los carrileros muy arriba y su espalda mejor cubierta, o la acumulación de hombres en el carril central son aspectos sobre los que se apoyan algunos de sus más firmes defensores. En su duelo contra el Real Madrid de Ancelotti, fueron cuatro las ventajas del dibujo azulón las que más sobresalieron.
En primer lugar, cuando los blancos iniciaban el juego desde Courtois, Quique pudo apretar el avance de Lucas Vázquez y Mendy adelantando la posición de Olivera y Damián Suárez manteniendo detrás de los carrileros una estructura con tres centrales más efectiva lanzando la cobertura en banda que las habituales de dos. La posibilidad de recortar la distancia entre los carrileros y los centrales, además, resultó una suerte de red de seguridad para que los primeros pudieran sumar profundidad a través de los carriles, como una solución simple para ganar metros, asomarse al área de Courtois y poner centros desde la orilla en busca de Sandro y de un magnífico Enes Ünal. La pareja de delanteros que conformaron el turco y el español fue otro de los favores que el esquema le concedió al Getafe, propiciando de partida un emparejamiento en igualdad numérica contra los centrales del Madrid abonado a castigar cualquier error o desequilibrio. Finalmente, la presencia de un zaguero extra incrementó la seguridad local defendiendo su propia área, tanto a la hora de minimizar el peligro de los balones colgados desde la banda como de taponar los intentos madridistas de acceder al área desde el carril central.
Como todos, el 1-5-3-2 es un dibujo que también encierra dificultades, siendo en su caso una de las más claras la obligación de atacar y defender los costados con un solo futbolista en cada lado. Consciente de ello y del peligro que podía plantear por este motivo el 1-4-3-3 del Real Madrid, Quique Sánchez Flores introdujo un matiz al dibujo cuando su equipo se organizara sin balón en un bloque medio. Así, si bien tanto en la presión más adelantada como en el repliegue Olivera y Damián representaron papeles simétricos, cuando el conjunto local situaba su defensa en una altura intermedia Quique los diferenció. De este modo, mientras por banda derecha fue habitual ver a Damián abandonar la zaga para saltar sobre Mendy haciendo que Cabaco tuviera que caer a banda para defender a Rodrygo (Imagen abajo a la izquierda), en la orilla contraria fue Aleñá, desde una posición en mediocampo, el encargado de vigilar a Lucas Vázquez de forma que Olivera pudiera permanecer en su zona de lateral.
No tardó mucho Luka Modric en descifrar el ajuste del Getafe, aprovechando las vigilancias de Olivera y Aleñá sobre Lucas y Asensio para moverse con libertad por ese sector (Imagen arriba a la derecha). Cayendo a la zona del lateral derecho para guiar la salida, cortando por dentro para atacar la zona del mediocentro alejándose de Aleñá, o apareciendo entre Jorge Cuenca y el lateral izquierdo local para girar a la zaga getafense. Primero poniendo a funcionar el mecanismo para que su equipo moviera el balón de lado a lado, y después encontrándole las grietas a una medular azulona que compuesta únicamente por tres efectivos se veía obligada a bascular de banda a banda en cada ataque del rival. Quizá por eso la receta de Ancelotti para darle la vuelta al marcador en el segundo tiempo pasó, en primer lugar, por fijar de forma más clara por fuera con la entrada de Marcelo, y por amenazar de forma más directa la zona de la mediapunta primero con Hazard y posteriormente también con Benzema cuando la entrada de Mariano permitió al galo descolgarse hasta la frontal del área. Su interior, sin embargo, Cabaco, Mitrovic, Jorge Cuenca y David Soria lo mantuvieron infranqueable en todo momento. Por arriba y por abajo. Cuatro muros para mantener a salvo una fortaleza getafense que, desde la llegada de Quique Sánchez Flores y el 1-5-3-2 al Coliseum, acostumbra a mantenerse en pie.
– Foto: Denis Doyle/Getty Images