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Kevin de Bruyne a placer

Kevin de Bruyne a placer

El Manchester City de Guardiola es un equipo que hace muchas cosas, y que la mayoría las hace bien o muy bien. Un conjunto en el que ninguno de sus fantásticos intérpretes viaja por separado de la propuesta coral, y que viviendo ya el sexto año desde que Pep aterrizara en Inglaterra, tiene perfectamente interiorizado el camino a través del cual quiere conseguir los éxitos. A esta alturas del proyecto, el conocimiento que el cuadro citizen tiene de su plan y de los actores que le dan vida le permite al técnico una enorme flexibilidad a la hora de trazar estrategias concretas para cada duelo. Puede cambiar la forma sabiendo que sus hombres serán capaces de mantener el fondo. Sin una individualidad que esté por encima del colectivo y varios futbolistas aptos para desenvolverse y rendir en diferentes posiciones, el de Guardiola es un equipo enormemente adaptable a las maniobras que diseña su entrenador. Para asestar el primer golpe a las semifinales contra el Real Madrid, anoche el principal ajuste de Guardiola tuvo que ver con la posición de sus dos interiores. Siendo lo más habitual ver a Kevin de Bruyne a la derecha de Rodri y a Bernardo Silva a la izquierda del internacional español, para enfrentarse a los blancos Pep intercambió sus perfiles: Bernardo se situaría en la derecha, y De Bruyne en la izquierda.

El impacto del ajuste fue inmediato, y prácticamente desde el saque inicial la posición del belga quedó señalada como una de las claves de la superioridad local en el partido, ya que permitiría que el determinante centrocampista del City jugara a placer. De entrada, De Bruyne se situaría en el mismo lado del campo que el interior del Madrid más importante en la presión, Valverde, lo que significaba que cada vez que el uruguayo adelantase su posición para presionar, Kevin descubriría a su espalda un enorme espacio libre donde esperar el balón, recibirlo sin demasiada oposición y arrancar la conducción hacia la portería de Courtois (Imagen abajo). Para colmo madridista, con Foden y Gabriel Jesus alejando del belga las ayudas de Carvajal o Militao, la cobertura quedaría enteramente para un Toni Kroos menguado como mediocentro y obligado a administrar una enorme extensión de terreno cuando su equipo no tenía el balón. Si De Bruyne lo obligaba a salir hacia la banda, luego no tenía tiempo de regresar al centro, y si se mantenía en su parcela como pivote, el belga podía moverse libre a su derecha.

Aun así, por si el mero reparto posicional de los futbolistas no era suficiente para sacar ventajas, el plan de Guardiola tenía reservadas tres soluciones para agigantar la comodidad y la huella de De Bruyne en el partido. La primera fue la utilización del pase atrás, recurso al que el City recurrió para invitar al Madrid a salir y a abrir distancia entre sus jugadores en pos de la recuperación. La segunda, la posición de Zinchenko apareciendo por dentro desde el lateral como un invitado inesperado en la zona del interior izquierdo skyblue, con el que generar dudas a los futbolistas del Madrid. Para que Valverde y Kroos tuvieran una referencia más a la que atender, y una distracción extra por la cual perder de vista a De Bruyne más tiempo del recomendado (Imagen abajo). Finalmente, la tercera consistió en aumentar la separación entre el belga y Rodri Hernández, entendiendo que la distancia que hubiera entre ellos sería, también, la distancia que se crearía entre Fede y Kroos. Si uno de los dos quería evitar que el mediocentro del City recibiera el balón sin oposición y pudiera guiar la circulación local de lado a lado, tenía que salir a defender demasiado lejos de su compañero y, por lo tanto, de Kevin de Bruyne.

El cambio de perfil de los interiores del Manchester City no solo le permitió a Guardiola aumentar la transcendencia del futbolista belga en ataque, sino que lo liberó de los esfuerzos defensivos a los que suele obligar la banda izquierda del Real Madrid. Hacia el lado donde se juntan Benzema, Vinícius, Alaba y el interior merengue que más protagonismo asume con la pelota, Pep prefirió llevar las piernas, el sacrificio y los recorridos defensivos de Bernardo Silva, quien se desfondó mezclando la vigilancia sobre Modric y las ayudas a Stones en su duelo contra Vinícius. Además, en ataque el portugués constó tanto en la medular como a través de los desmarques de dentro hacia fuera a la espalda de de Mendy, un tipo de movimiento muy presente en el plan de juego del City a través del cual los citizen buscan extraer del área a los centrales rivales para que sus delanteros tengan ventaja a la hora de aprovechar el centro lateral. No en vano, el primer gol local llegó después de que Bernardo se llevara a banda a David Alaba, y el segundo después de que Foden hiciera lo propio con Militao.

Si el planteamiento del Manchester City no fue redondo a la hora de traducir en el marcador la misma rotundidad que demostró en el juego, fue por tres motivos. En primer lugar, porque ninguno de sus delanteros pasa por ser un infalible depredador del área capaz de cobrarse el más mínimo error del rival. De los tres que alineó ayer de inicio, de hecho, solo Mahrez (con 11) supera la barrera de los diez goles en liga esta temporada. El segundo motivo tuvo que ver con que la presión del Real Madrid a partir del 2-0, si bien es cierto que separó las líneas del conjunto merengue y facilitó las transiciones claras del City, también contribuyó a que los locales sumaran imprecisiones en la construcción del juego, perdiendo control y abriendo la opción a errores cerca del área de Ederson. Por último, el tercer factor fueron los propios fallos de la zaga skyblue, especialmente de un Laporte muy condicionado por la amenaza de Karim Benzema, y un Fernandinho que cambió la forma de defender a Vinícius Jr.

Sin sus laterales titulares, el City había optado por compensar la inferioridad individual a partir de la solución colectiva. En este sentido, la estrategia para contener al extremo madridista mientras Stones estuvo sobre el césped giró alrededor de las siguientes ideas: darle espacio cuando recibiera el balón para que no pudiera eliminar al defensor en el uno contra uno, correr hacia atrás para dar tiempo a que llegara la ayuda del compañero, y no meter el pie para robar el balón hasta tener una cobertura (Imágenes arriba). Fernandinho, en cambio, optó por una táctica más expuesta y agresiva incluso cuando, como en la jugada del segundo tanto visitante, sus compañeros de carril no estaban en posición de socorrerle. Fue el cabo suelto que aprovechó el Real Madrid y Benzema para apretar el marcador y dejar que sea el Bernabéu el que dicte sentencia.

– Foto: PAUL ELLIS/AFP via Getty Images

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