La segunda fase de la reconstrucción

La segunda fase de la reconstrucción

Durante el pasado verano, el Barça empezó la reconstrucción sentando las bases del proyecto de Xavi Hernández. Después de un primer mercado (el de enero de 2022) más pensado para alcanzar los objetivos competitivos inmediatos que como punto de arranque del nuevo ciclo, fue en julio y agosto cuando con las llegadas de futbolistas como Lewandowski, Koundé, Raphinha o Christensen se empezaron a fijar los nombres propios de quienes se pretendía que fueran los encargados de capitanear el regreso del equipo azulgrana a la élite junto a Pedri, Araújo, De Jong, Ter Stegen, Gavi o Dembélé. Aquella fue una reconstrucción forzosamente incompleta, debido a los condicionantes económicos de la institución y a los anclajes de la plantilla, un trabajo inacabado que a lo largo del curso ha permitido la explosión de Alejandro Balde en el lateral, pero que también ha obligado a pagar más de un peaje competitivo al cuadro azulgrana, especialmente en competición europea y a la hora de sobrellevar la ausencia de determinadas piezas sobreexigidas tanto en minutos como en relevancia. Una temporada que de momento tiene buenas noticias en las competiciones nacionales y malas noticias en las internacionales, perfecta para medir la realidad y las necesidades del proyecto, y para afrontar el próximo mercado con los objetivos claros.

La situación económica vuelve a ser compleja, más incluso que el año pasado debido al menor margen a la hora de contar con recursos extraordinarios, y con un límite salarial excedido que prácticamente sólo permite dos líneas de actuación a la dirección deportiva: o bien acometer ventas importantes para poder maniobrar con cierta libertad a la hora de incorporar jugadores, o bien reducir la trascendencia de las ventas a cambio de optar por un saldo de llegadas mucho más contenido y prácticamente sin gasto. La escasa maniobrabilidad del Barça en materia económica supone un reto notable para la dirección deportiva culer, toda vez los perfiles que sobre el papel más necesita el equipo son también los que, por regla general, tienen un valor de mercado más alto: futbolistas con edades comprendidas entre los 23 y los 27 años, y que no sean complementos de plantilla sino verdaderos saltos de nivel. La encrucijada para el Barça no es fácil de resolver, pues el rendimiento inmediato con el que acompañar a los jóvenes talentos de la plantilla y subir el techo del equipo es caro, y apostar por promesas no consolidadas es más arriesgado cuando no puedes fallar.

– Objetivos generales a nivel deportivo:

1. Consolidar el grupo de jugadores de edades comprendidas entre los 23 y los 27 años, en la línea de las incorporaciones de Koundé, Christensen, Raphinha o Kessié, para reforzar un grupo de futbolistas que rellene el agujero entre jóvenes y veteranos, y cuyas carreras, por edad, se encuentren el momento de plenitud competitiva.
2. Priorizar equipo a plantilla. Apostar por subir el nivel en posiciones claves que esta temporada han condicionado el techo competitivo del equipo, antes que por perfiles para complementar la plantilla. Calidad sobre cantidad.
3. Confeccionar una plantilla adaptada a las variables tácticas más utilizadas por el entrenador. Buscar perfiles que puedan ajustarse a una propuesta en 1-4-3-3, a un sistema con cuatro centrocampistas y a un dibujo con solo tres defensas atrás.

– Objetivos particulares a nivel deportivo:

1. ATAQUE: Subir el nivel de la delantera titular.
2. MEDIOCAMPO: Contar con un mayor número de piezas útiles y de rendimiento a la hora de jugar con cuatro centrocampistas o de sobrellevar la eventual ausencia de algún futbolistas clave.
3. DEFENSA: Reducir la diferencia de nivel, rendimiento y características entre los zagueros titulares y sus respectivos recambios.

*Durante los próximos días se irán publicando los diferentes capítulos de la serie, abordando, línea por línea, la realidad del equipo, sus necesidades y algunas posibilidades para actuar sobre ellas.

– Foto: Aitor Alcalde/Getty Images