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El partido prometido

El partido prometido

El FC Barcelona jugó ante el Atlético de Madrid el partido que se empezó a esperar de él tan pronto como al equipo campeón de la última Liga se le unieron dos futbolistas como Joao Cancelo y Joao Félix. Contra los de Simeone, durante la mayor parte del enfrentamiento el cuadro azulgrana fue un conjunto autoritario sin balón, tanto a la hora de presionar y recuperar el cuero en campo rival (como solución para detener los avances colchoneros pero también para abrir caminos hacia la ocasión de gol) como a la hora de imponerse en los duelos defensivos en campo propio. El impacto de la pareja compuesta por Araújo y Christensen que guió el último alirón, una suerte de agujero negro para sus adversarios en el cuerpo a cuerpo y de muralla en el juego directo, se hizo notar negándole la continuidad a las respuestas visitantes y encerrando muchos tramos más allá de la divisoria para que sus compañeros no tuvieran que girarse y regresar a campo propio para defender. A su derecha, Koundé mejoró prestaciones como lateral, siendo claramente vencedor de su particular duelo con Riquelme, a quien controló en defensa y sobrecargó en ataque aliándose con un Raphinha muy activo que agitó la ofensiva culer desde la zona de Hermoso y del carrilero izquierdo rojiblanco. También fue clave De Jong en el crecimiento defensivo de los de Xavi, mezclando los saltos a la presión con las coberturas, los cortes y las vigilancias sobre la zona de la mediapunta que suele frecuentar Antoine Griezmann.

En líneas generales, pues, Montjuïc pudo ver un Barça muy comprometido individual y colectivamente con la presión y el retorno, como si el contagio que hace unos meses tuvo Gavi se hubiese logrado mantener a pesar de la traumática ausencia del canterano. Por tener, el Barça tuvo hasta las transcendentales atajadas de su guardameta, que esta vez no fue Ter Stegen sino un tan puntual como impertérrito Iñaki Peña. Sin la pelota, los locales compitieron el partido como los competían el curso pasado: con el equilibrio exacto entre superioridad física, intensidad y concentración. A aquel Barça se esperaba que esta temporada se le sumaran nuevas capas de creatividad en las botas de sus nuevas incorporaciones. Que jugadores como Gündogan, Cancelo y Joao Félix le permitirían compaginar la solidez con unas mayores dosis de calidad y talento con las que Pedri no se sintiera tan solo. Alemán y portugueses lo hicieron con creces, el primero aprovechando la titularidad de Pedri para delegar la mediapunta en el canario y asumir el rol de mediocentro del equipo. Gündogan fue el pivote del Barça cuando De Jong buscó libertad abriendo la posición o desplazándose arriba y abajo, y acompañante del neerlandés cuando éste se adentró en el círculo central para gobernarlo. Al respecto, ninguno de los dos vivió permanentemente en línea con los centrales y, por lo tanto, abandonando la espalda de la primera línea de presión del Atlético (Imágenes arriba).

Los dos integrantes de la base del cuadrado culer sólo retrocedían si el equilibrio numérico de la jugada lo requería, es decir, si su presencia atrás permitía al Barça iniciar juego con un futbolista más. Si no, Ilkay y Frenkie se referenciaban a la espalda de Griezmann y Morata, garantizando un escalonamiento armónico del mediocampo. Esto permitió que tanto Pedri como Cancelo y Joao Félix pudieran conservar sus posiciones, pero sobre todo que el conjunto de Simeone no pudiera defender a los mediocentros del Barça con sus dos puntas y tuviera que hacerlo con sus centrocampistas. La inferioridad numérica y posicional de Koke, Llorente y De Paul contra el cuadrado de Xavi fue la clave del partido. Un tres contra cuatro, que en ocasiones eran cinco como consecuencia del rol que ejerció Koundé en salida, con el que el Barça rompía la zona de medios rival sacando a uno de sus interiores hacia arriba o hacia fuera, abriendo una grieta en el corazón colchonero en la que podían recibir Pedri y Joao Félix (Imágenes arriba). El canario para organizar a su equipo desorganizando al rival, y el portugués castigando ese desorden con intervenciones verticales y agresivas hacia el área. Lo hicieron, además, demasiado lejos como para que los centrales rojiblancos se sumaran a su defensa sin asumir riesgos demasiado costosos, especialmente en un lado izquierdo del ataque barcelonista en el que con Cancelo fijando a Nahuel Molina y De Jong arrastrando a Llorente, Joao Félix encontró muchos espacios para girarse lejos de las atenciones de unos marcadores que sólo le alcanzaban tarde, en vuelo y, por lo tanto, generalmente en falta (Imagen abajo).

Un Barça seguro en la salida, superior en el mediocampo y capaz de generar peligro en los últimos metros, por bien que Lewandowski, más rápido y acertado en sus toques fuera del área que otros días, esta vez no consiguiera concretar el peligro dentro de ella. Tuvo que corregir Simeone pasando a formar con cuatro medios en defensa, cambiando a De Paul de lado y abriendo a Griezmann a la banda izquierda para que la segunda muralla visitante no fuera tan estrecha cuando el Barcelona tuviera la posesión y, ya tras el descanso, dando entrada a Azpilicueta para que, ubicando como central derecho a un jugador más veloz, Joao Félix no pudiera recibir con tanto espacio. Sin embargo fue la suma de hombres de refresco en el Atlético de Madrid y el cansancio acumulado en los de Xavi lo que repartió el dominio del segundo tiempo. Los visitantes pudieron incrementar la presión, mientras el Barça progresivamente perdió amenaza para castigar con metros por delante y frescura tanto en la presión como en los duelos. Para esos minutos contó con sus centrales y su portero. Como la temporada pasada.

 

– Foto: PAU BARRENA/AFP via Getty Images

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