¿Quién serás, Hansi Flick?

¿Quién serás, Hansi Flick?

Cuando, después de haber construido un equipo perfecto en Barcelona, Pep Guardiola fue anunciado como nuevo entrenador del Bayern de Múnich, sucedió un fenómeno llamativo: muchas conversaciones alrededor de su aterrizaje en Alemania se abordaron como si de una reconstrucción se tratara. Como si se debiera esperar que el técnico levantara un conjunto formal y estructuralmente idéntico. Como si el viaje fuera en realidad un traslado, piedra a piedra, del monumento futbolístico que dejaba atrás. ¿Quién haría de Messi en el Bayern? ¿Quién sería su Sergio Busquets? ¿Y su Xavi? Con la perspectiva del tiempo hoy se puede decir que aquel ejercicio no resultaba ni interesante ni eficaz, porque desde muy pronto Guardiola demostró en Múnich que lo suyo no era un libro de instrucciones, sino unos principios de juego que no tenían que ver necesariamente con la figura del falso nueve, con un interior que bajara a recibir en la base de la jugada o con un lateral que se convirtiera en tercer central para iniciar el juego.

Que su delantero podía ser Messi pero también Lewandowski o más tarde Haaland. Que su interior podía ser Xavi o Kroos, pero también De Bruyne o Foden. O que su extremo podía ser Henry pero también Robben o Grealish. Que su fútbol tenía un fondo compartido, pero diversidad de formas en función de los jugadores que compusieran su plantilla y del contexto competitivo en el que éstos se inscribieran. Aquel Bayern que siguió a su Barça jugó con un delantero centro de referencia, laterales que subían al ataque por dentro colocándose al lado del mediocentro y, por momentos, dos delanteros ejerciendo como interiores. Uno de los principales motivos de que la respuesta a su fichaje por el Bayern fuera ésta tuvo que ver con el hecho de que, por entonces, a Guardiola sólo se lo pudiera comparar con su versión azulgrana. El Pep entrenador había sido lo que había sido en Barcelona y con unos determinados futbolistas.

Algo similar puede ocurrir ahora con Hansi Flick, anunciado ayer como nuevo entrenador culer, y quien en la élite sólo ha podido ofrecer una única versión de si mismo. La que dominó el fútbol europeo a los mandos de un Bayern incontestable y que, con un grupo de jugadores muy similar, luego se quedó lejos de repetir esos éxitos dirigiendo a la selección germana. Por eso, como hace años cuando se supo que la segunda aventura de Guardiola en los banquillos sería en Alemania, para conocer al Flick entrenador y, a partir de eso, imaginar el camino de su desembarco en Barcelona, hoy cobra más valor destilar el sentido y las ideas futbolísticas que han tenido sus decisiones como técnico que tratar de adivinar réplicas de un equipo que no podrá repetir. A partir de la próxima temporada, en el Barça nadie será su nuevo David Alaba, su nuevo Goretzka o su nuevo Gnabry, pero rastreando aquello que pretendió con ellos será más fácil y eficaz pensar en qué serán con él Koundé, Araújo, Gavi, Pedri, Lamine y compañía.

Alaba como central

No fue la primera vez, pues ya antes Guardiola y el propio Niko Kovac lo habían utilizado ahí, pero sin duda una de las decisiones capitales que tomó Flick al hacerse cargo del banquillo del Bayern fue la de establecer definitivamente al futbolista austriaco en el centro de la zaga. La decisión, que además significó primero la irrupción y luego la consolidación de Alphonso Davies en el lateral izquierdo muniqués, le sirvió al técnico para marcar y reforzar algunos de los principios futbolísticos que iba a tener su equipo. Señaló, por ejemplo, la receta de una cuidada salida desde atrás con la que el Bayern lograba dos cosas: iniciar el juego manteniendo por delante del balón el mayor número de futbolistas posible, y darle a la jugada un ritmo alto desde el comienzo. Apoyándose en la calidad técnica y la inteligencia futbolística de sus hombres más retrasados para poner el balón en circulación rápidamente, antes de que el rival asentara sus posiciones y empujando a que la intensidad futbolística (que no necesariamente física) del conjunto bávaro fuera alta desde el nacimiento de la acción.

En segundo lugar, con el cambio de posición de Alaba, Flick llevó velocidad al centro de la zaga. Su Bayern defendería arriba, lejos de su propia portería y concediendo muchos metros a la espalda de la zaga. Al rival le costaría salir jugando en corto y sus soluciones más claras pasarían por intentarlo con servicios largos y directos que buscaran directamente el duelo del punta contra los centrales. Alaba, como también Boateng o Davies y Pavard desde los laterales, representaba la posibilidad de administrar defensivamente una gran cantidad de terreno, de corregir hacia las bandas o de batirse en el uno contra uno ante el delantero. Asumiendo un menor grado de pulcritud en la lectura de situaciones o en la técnica defensiva, pero contando con que la distancia con respecto a la portería siempre les iba a brindar una segunda oportunidad para enmendar el error. Equivocarse lejos de portería, teniendo la opción de corregir a lo largo de la carrera que los acercara a ella.

Thiago y Kimmich en el mediocentro

El dibujo que más habitualmente utilizó Flick tanto en el Bayern como en la selección de Alemania fue el 1-4-2-3-1. Sin embargo, el esquema, como todos, no ejercía como foto fija y, de hecho, se consolidaba mucho más claramente a la hora de defender que de atacar. Presionando o replegando, estructurar el mediocampo en un 2+1 (dos mediocentros y un mediapunta) le sirvió al técnico para lograr un emparejamiento más directo y natural con estructuras rivales en 1+2 (un mediocentro y dos interiores), pero cuando su equipo recuperaba el balón y empezaba a construir, lo más habitual resultó que uno de los dos teóricos mediocentros rompiera la paralela y escalara hasta la segunda altura, asimilándose más a un segundo mediapunta o interior que a un segundo mediocentro.

Esta cuestión, que ya de por sí era una decisión de Flick, escondía una segunda: el futbolista que ejercía de cierre y hombre más retrasado no era el integrante de la medular con mayor recorrido, sino un perfil eminentemente técnico y pasador. Así ocurría cuando Kimmich o Thiago hacían pareja con Goretzka y era el ex del Schalke el que en ataque avanzaba metros dejando la gestión de la base de la jugada a su compañero, o también cuando Joshua y el mayor de los Alcántara formaban juntos en el mediocampo y era el alemán quien se descolgaba para ofrecerse en la siguiente altura o para llegar al área desde la segunda línea. Nuevamente, asegurarse buen pie en el origen del pase, y el mayor número de futbolistas posible por delante del balón habilitados como receptores y para ejercer presión sobre la pérdida.

Las bandas y dos pases

Ya desde la penúltima etapa de Jupp Heynckes en Múnich el Bayern se había definido como un equipo marcado por sus extremos. Robben, Ribery, Douglas Costa, Coman, Gnabry, Perisic, Sané… la lista contiene tanto nivel como protagonistas. También en el caso de Flick, aunque en su caso cabría matizar que más que los extremos fueron las bandas, pues las características de un lateral como Davies y de un talento en zona de tres cuartos como Musiala le incorporaron matices al plan. Más allá de la formulación concreta de los costados, los equipos de Hansi han sido conjuntos que han buscado con ahínco las orillas del campo, repitiendo, por ejemplo, con frecuencia el servicio desde el central hacia la zona del extremo, una medida relacionada en sus equipos con la amplitud pero, sobre todo, con la profundidad. Su Bayern y su Alemania han empleado la amenaza de sus bandas como una solución para hundir a sus rivales.

Para hacerlos correr hacia atrás, aplastarlos contra su propia área y construir desde ahí un contexto de ataque favorable. Por un lado, por la directa cercanía del gol y la posibilidad de vincular con él a muchos futbolistas. Para acercarlos a la frontal o cargar con ellos zona de remate. Pero también para regalar tiempo y espacio a sus futbolistas más técnicos y pasadores, de tal modo que empujando hacia atrás las líneas del adversario éstas terminen juntándose en una única altura que libere al mediocampo. Por eso, a pesar del carácter verticalizador que a menudo (y con razón) se le ha atribuido a sus conjuntos, en equipos de Flick es habitual la utilización del pase atrás en campo contrario como medida para entregar el balón de cara a los mediocampistas, con tiempo, espacio y múltiples receptores desplegados esperando sus servicios. Una cadena que se inicia en defensa con el pase hacia el extremo y que luego regresa a la medular para encontrar a los centrocampistas instalados en campo rival.

«Yo le decía a Juanma Lillo: Jugaremos 4-3-3. Y él siempre me respondía: No me cuentes historias. ¿Quién juega de extremo? Dime qué cualidades tiene. Qué hace. A partir de eso, crea la forma de atacar, de defender, la estrategia… todos los matices que tiene un equipo de fútbol», Pep Guardiola.

– Foto: Alexander Hassenstein/Getty Images

Comments:3
  • Patrafisic 30 mayo, 2024

    A partir de este análisis, podemos empezar a imaginar opciones.
    En defensa, si lo prioritario es garantizar una salida limpia de balón por encima de efectividad en la acción defensiva, esto coloca a Araújo en la rampa de salida, para utilizarlo como una de las tan necesarias ventas. Personalmente, me dolerá mucho si finalmente el uruguayo se tiene que ir del equipo, pues es un jugador que, además de baluarte defensivo y capacidad para defender muy arriba, tiene un carácter y una garra que solo se acerca a igualar Gavi.
    Entonces quedaríamos con Cubarsí y Koundé como teóricos centrales titulares (buena salida de balón y capacidad defensiva en campo abierto), con Íñigo y Christensen como suplentes.
    En la banda izquierda, creo que Balde merece tener otra oportunidad como lateral-extremo.
    En el medio campo el Barça tiene muy buenos nombres y muchas combinaciones posibles, contando con dos supuestos que nadie garantiza: tanto Gavi como Pedri bien físicamente. De ser así, De Jong parece el más indicado para ocupar una plaza fija en el doble pivote, siendo también el jugador que quede como cierre para recibir siempre de cara. Las otras dos plazas las tendrían que pelear Gavi, Pedri y Gundogan. Gavi más fijo en el doble pivote, ofreciendo despliegue en las dos direcciones y siendo clave en la presión adelantada. Gundogan más fijo en la mediapunta, para dar el último pase y oler la portería. Pedri podría estar en las dos posiciones, más abajo dando salida al balón, al lado de De Jong, y arriba como mediapunta, ejerciendo de lo que mejor sabe hacer: mejorar la jugada.
    Dan tantas ganas de poner a los cuatro, que uno termina por volver a la idea de Xavi, poniendo a Gavi como falso extremo izquierdo.
    En la delantera, poco a imaginar: Lamine y Lewi como titulares y Raphinha y Ferran peleando por el extremo izquierdo. De estos cuatro jugadores, solo el de Mataró ilusiona, pero con la situación económica actual, es lo que hay. A priori, si Balde recuperara la titularidad, Ferran tendría ventaja para ese extremo izquierdo (o incluso Gavi). En caso de seguir Cancelo ocupando el lateral izquierdo, entonces Raphinha sería el aventajado.
    Sobre los Joaos, para mí la situación es clara: mandarlos para su casa. Pero aquí es donde veo las debilidades de la presidencia, con un Laporta que quiere decidir más de lo que le toca en el aspecto deportivo y, además, permitiendo que el equipo sea usado por Jorge Mendes como campo de juego para sus jugadas económicas.
    Muchas incógnitas por resolver, que se irán viendo próximamente. Supongo que, como la mayoría, no veo el panorama nada halagüeño.

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  • Gastón 30 mayo, 2024

    Muy buena nota. Realmente es ilusionante la llegada de Flick, solo comparable a la llegada de Xavi en 2021. Esa sensación de que podemos volver a jugar bien, jugar coherente, jugar a pasarnos la pelota. Los títulos, se ganan, se pierden, eso no importa. Importa MUCHO que uno pueda sentarse semana tras semana frente a la TV y reciba lo que se espera: un buen juego. Y eso no significa pasarse 100 veces la pelota para hacer un gol, pero sí significa tirar paredes, correr para defender, encontrar al compañero mejor ubicado, bajar a defender en bloque bajo cuando sea necesario, etc. Hay esperanzas.

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  • Shenzhen2020 2 junio, 2024

    Son todo incógnitas en el FCB 2024/25, así que al final se ha demostrado, una vez más, que Albert iba un paso por delante de todos nosotros cuando nos quejábamos en Abril de que la planificación de EUMD ya iba tarde ^^.

    Si la intención de Flick es que el equipo defienda muy arriba y deje muchos espacios a la espalda de la defensa, podemos imaginar que Araujo + Koundé vayan a ser capitales; pero claro, si pensamos en la necesidad imperiosa de que la salida de balón sea lo más pulcra posible, la salida del uruguayo para poder reforzar otras posiciones se puede ver como un mal menor sabiendo que tenemos a Pau Cubarsí, Christiansen e Íñigo Martínez.

    Pero mi mayor curiosidad es qué veremos en el mediocentro: a día de hoy no tenemos a un futbolista que ejerza de cierre, pero sí varios que se pueden ‘pisar’ unos a otros: Frenkie de Jong y Gavi pueden encajar como ese mediocentro que rompe a segunda altura y ayude en la presión alta de paso, mientras que Pedri y Gundogan parecen destinados a esa labor de ’10’ por detrás del punta (Lewandowski) por su claridad en el último pase y para quitarles metros que correr. Pedri podría ser el ‘4’, cualidades tiene, pero se nos haría raro perder todo lo que puede dar cerca del área.

    Los extremos necesitarían un lavado de cara, ni que sea por agitar el árbol, pero veo complicadas las salidas de Raphinha y Ferrán Torres para financiar a Iñaki Williams. Por cierto: si saliese Araujo rumbo a Munich y se quisiese traer a un central más, espectacular en salida de balón, por qué no Hummels, que acaba contrato en Dortmund?

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