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Fernando Llorente

La temporada, a nivel de clubs, termina. Y lo hace con una Final de Copa tremendamente atractiva. Finaliza el Barça de Pep Guardiola ante un Athletic de Bilbao que busca rubricar con un título una temporada histórica. Ambos conjuntos dejan atrás un período de éxitos, con la esperanza de reescribirlos la próxima temporada, pero ante el enigma del futuro. Además, el último partido de Guardiola será ante el maestro Bielsa. El escenario emocional, pues, será complejo. En este aspecto, para ambos equipos el título significa mucho. No obstante, ambos vienen de sendos golpes anímicos en Europa. La eliminación ante el Chelsea para el Barça, y la final de la Europa League para el Athletic. Antes del pitido inicial la ilusión será la gasolina tanto para culés como para los leones, sin embargo el equilibrio emocional del choque parece frágil. Veremos como responden los equipos al primer golpe. Por eso, seguramente los dos técnicos desaten a sus equipos. Sólo habrá un objetivo, atacar, y el camino será no reservarse nada. Vaciarse de fútbol, exponerlo todo, concéderselo todo al juego. De Bielsa lo sabemos, de Pep lo suponemos. El Athletic saldrá a atacar con todo y el Barça responderá con la misma moneda. Puede ser la final y el final soñados.

Mover el balón más rápido que nunca, hacerse con el esférico en un partido en el que ambos equipos lo iban a querer del minuto uno al noventa. Esa fue una de las ideas repetidas por Guardiola en la previa del partido de San Mamés y se tradujo en la coincidencia en el once de Busquets, Xavi, Cesc e Iniesta, cuatro campeones del mundo, cuatro peloteros. Sólo Thiago quedaba fuera del equipo titular, pues Guardiola volvió a repetir defensa de cuatro fuera de casa. Juntar superioridades por dentro para mover rápido, encontrando líneas de pase a varias alturas y castigando la transición ataque-defensa del Athletic. Para potenciar esta superioridad por dentro, Guardiola volvió a echar mano de Adriano en la posición de extremo izquierdo, estirando hacia la orilla al sistema defensivo de los de Bielsa. Sin Pedro lesionado y con un Alexis adquiriendo ritmo después de semanas de ausencia, el brasileño pasó por delante del Guaje Villa, pues mientras Adriano permite ese juego fijo en banda, el asturiano es un futbolista de diagonal hacia el centro que podría arrastrar hacia el interior a los defensores exteriores del rival. El objetivo era eliminar soldados para la batalla que se disputaría en el carril central.