Once tipo:
Tras el espectacular 1-4-3-3 de su primera etapa en el Chelsea, Mourinho ha recuperado para el Inter el esquema que le condujo al éxito en el Porto, es decir, un 1-4-4-2 con rombo en el centro del campo que debido a la importancia ofensiva del mediapunta, en ocasiones se ha descrito como un 1-4-3-1-2. Por delante del portero brasileño ya asentado en la élite Julio Cesar, el equipo italiano sitúa una línea de cuatro defensores. Por el centro, el rol de central líbero acostumbra a recaer en Walter Samuel, mientras que el recién incorporado Lucio ejerce como marcador. En los laterales encontramos dos perfiles bastante diferenciados, por un lado Maicon, el dueño del carril diestro y un jugador con mucha presencia ofensiva, y por el otro Chivu, quien equilibra en defensa como tercer central y que en ataque, pese a no prodigarse por su banda, se convierte en el encargado de iniciar el juego desde atrás.
Ese equilibrio permanente en el centro del campo es, precisamente, una de las señas de identidad de este Inter de Milán. Sin el balón, es espectacular ver como las distintas posiciones están permanentemente cubiertas aunque alguno de los centrocampistas haya perdido el sitio. Cuando esto sucede, el resto de compañeros se reorganiza prácticamente al instante, exhibiendo una coordinación marca de la casa de la periodización táctica de Mourinho. Esto permite que los centrocampistas puedan disfrutar de un mayor recorrido en la presión y así ensuciar la transición defensa-ataque del rival, sin que ello suponga generar un agujero en el entramado defensivo del equipo. Así pues, es frecuente que uno de los hombres tanto de la medular como de la defensa, se descuelgue para presionar al jugador que recibe el balón. Esto permite una defensa muy agresiva que tiene como objetivo limitar las ocasiones que los jugadores más peligrosos del rival entran en contacto con el cuero. No siempre es necesario tener la posesión del balón para dominar el juego, y este es un ejemplo perfecto.
El hombre clave: Mourinho
‘The Special One’ es, además, el toque diferencial del equipo, quien permite desnivelar la balanza, en este caso, desde el banquillo. Mourinho asume el papel del crack, y del mismo modo que un futbolista decidiría con una jugada aislada, el portugués lo hace con sus planteamientos, y son estos los que dan ventaja al equipo. Por lo general su plan se inicia cuando el rival tiene la posesión, y en este escenario diseña la vía para atacar sobre sus debilidades. Desde la fase defensiva, es el Inter quien lleva la iniciativa, de manera que el equipo que tiene la posesión, lo hace en las zonas que deciden los italianos. Así, se marca que rivales no deben recibir el balón, cuales si, en que zonas y como poder sacar provecho a estas situaciones.
Las alternativas:
En el banquillo, Mourinho dispone de hombres importantes capaces de cambiar la cara al partido como pueden ser Mancini o Quaresma, dos futbolistas de banda que dan al equipo un aire diferente al planteado desde un inicio. No obstante, el portugués no parece tener demasiada confianza en estos jugadores, por lo que su ‘plan B’ acostumbra a ir en la línea de su propuesta habitual. En este sentido, hombres como Vieira o Muntari pueden aportar más músculo y recorrido en el centro del campo, mientras que las opciones de dar entrada en defensa a Iván Cordoba o al joven Santon, permitirían disponer de una línea defensiva más veloz.
No obstante, la alternativa habitual del entrenador es la de sobrecargar la segunda jugada con más gol, motivo por el cual, si debe remontar un resultado adverso, suele recurrir a dar entrada a un tercer delantero centro en lugar de uno de los centrocampistas. Con el mismo planteamiento de jugar a partir de la posición de Milito de espaldas a portería, ya no son Sneijder o Motta los encargados de llegar, junto a Eto’o, a posiciones de remate, sino que esta función recae en hombres con una mayor cuota de gol como Balotelli o Suazo. Atención también a Marko Arnautović, un joven delantero procedente del Twente holandés con un futuro espectacular.