Servirse del caos
La eliminatoria ante el Milan, se ha parecido mucho a los dos partidos que enfrentaron al Barça con los italianos en la fase de grupo. Un primer partido -entonces en el Camp Nou, ahora en San Siro- de dominio azulgrana no reflejado en el marcador, y un segundo partido marcado por la elección de Guardiola: enloquecer el choque. Pese a que en la ida el Barça fue dueño del partido, el Milan sobrevivió. Los italianos se parapetaron delante de su área, renunciaron prácticamente a la transición ofensiva y construyeron el muro en el que una y otra vez golpeaba el ataque azulgrana. El Barça fue mejor, pero el resultado igualó a ambos conjuntos. Y no fue un caso aislado en los enfrentamientos Barça-Milan. El peligro estaba ahí: con el cero a cero de la ida no era descabellado imaginar otro partido igual, con el Barça golpeando y el Milan aguantando en pié milagrosamente. Un detalle, y por el valor doble de los goles fuera de casa, el Barça fuera de las semifinales. Guardiola, pues, buscó el cambio. Enrareció el partido. Lo rompió.
Defensa de tres, dos hombres abiertos a banda, Busi uniendo y cuatro hombres en un constante fluir, situados durante muchos minutos por delante del balón y prácticamente sobre la misma horizontal. Xavi, Cesc, Iniesta y Messi. Cuando uno tenia el balón, los otros tres trabajaban por delante para habilitarle líneas de pase. Si la jugada salía bien el planteamiento se traducía en ocasión de gol, sino, el Barça asumía mucho riesgo en la pérdida. Con tantos hombres en una línea superior al balón, cuando se perdía, al Milan le era fácil superar una presión local que nacía de un contexto desfavorable. Sólo Busquets y los tres defensas para frenar, y un hombre, Robinho, que aprovecho esta situación de manera excepcional. El objetivo era que el Milan saliera, perdiera sus posiciones fijas y fiarlo todo a un intercambio de golpes en el que se impusiera la calidad de los azulgranas. Además, Guardiola tenía a Messi.
El argentino descosió a la espalda de un Seedorf tan admirable como lesivo al máximo nivel. En ese ir y volver al holandés le faltaron piernas para lo segundo, lo que permitió a Leo una cómoda zona de recepción que Alves estiraba desde su posición de extremo. A partir de ahí el Barça lo tenía claro: cambiarle el paso al Milan y obligarle a defender en mucho terreno. El esférico viajaba de un costado al otro prácticamente en todos los ataques del Barça. De Alves a Xavi y terminando en Iniesta o Cuenca en banda izquierda, para, si era preciso, volver sobre Alves de nuevo. No permitir a los de Allegri defender estrechos.
Por parte del Milan, el hombre que protagonizó su transición defensa-ataque, fue Robinho. El brasileño, completamente desaparecido en la ida, fue el palo en las ruedas del plan de Guardiola. Recibiendo a la espalda de Xavi y Alves, obligando a salir a Mascherano o a lateralizar a Busquets, permitió alargar las posesiones de los italianos en campo contrario. Robinho fue la pausa que necesitaba el Milan y que el Barça no podía permitirle. Si el Barça es ya de por si, un equipo que sufre defendiendo en estático, con defensa de 3, es una opción que no se puede permitir. La zaga de tres es para correr, bien hacia adelante para buscar la anticipación, bien hacia atrás para cortar el envío a la espalda, pero no para plantarse en estático. Y así llegó el gol del Milan, aprovechando una de las lagunas del 3-4-3 cuando el Barça defiende el borde de su área: la espalda del central más alejado de la jugada. Por ahí entró Nocerino para firmar el empate, sin que ni Cuenca ni Iniesta llegaran a tiempo para tapar.
Cuando el marcador volvió a ser favorable, Guardiola volvió a ordenar defensa de cuatro, ante los problemas que estaba generando la recepción de Robinho. El ímpetu de Alves para encimar al milanista, y una disposición defensiva que permite al equipo sobrevivir sin balón. Ya se había sacado ventaja y era el momento de exponerse menos. El Barça es mejor cuando controla, pero sólo en el caos ha podido imponerse a este Milan.
Carlos 4 abril, 2012
Grandioso analisis, queria comentar algo, no os parece que Messi en esta eliminatoria a sido demasiado chupon, en muchas ocasiones a seguido driblando (y perdiendo el balon) cuando tenia demasiados rivales por delante y compañeros bien abiertos a bandas, no digo que no lo intente pero si siempre hace lo mismo le facilita mucho el trabajo al defensor pues sabe que no la pasara y centra su vigilancia y efectivos en robarsela a Messi, en cambio tendria que combinar individualidades con mas pases y cambios de orientacion. Igual pasa con Alves que a veces parece que solo se la puede pasar a Messi. Cuidado no es una critica ni una queja, todo es mejorable.