El detalle Post-Partido: La soledad de Forlín
Cuando un equipo juega como jugó el Barça ayer ante el Espanyol, poco o nada puede hacer el rival para evitar la avalancha. Esto no quita, sin embargo, para que haya decisiones que, lejos de dar un soporte extra ante lo que se avecina, supongan algo así como un tiro en el pie para los propios intereses.
Anoche el Espanyol saltó al campo dibujando un esquema de 4-1-4-1 en el que la línea de cuatro situada por detrás del punta, trataba de salir a la presión todos a una. Ante un adversario como el Barça de Tito Vilanova, no parece la mejor opción. Señalamos hace unos meses, ante el Benfica, como la sola presencia de un Bruno César descolgado desde la posición de interior izquierda, había permitido a Pedro generar la ventaja para los azulgranas recibiendo una y otra vez en el espacio generado a la espalda del medio brasileño. En el Espanyol no fue un jugador, sino que fueron cuatro, con lo que se palpaba el festín para los culés.
El Barça de Vilanova, por el centro, sitúa hasta cuatro futbolistas por delante del balón generando líneas de pase cerca de la posición del mediocentro rival. Es la zona Messi, donde el argentino se junta con Iniesta, Cesc y -esta temporada- Xavi Hernández. Cuatro contra un Forlín que, además, debía atender todo el ancho del campo, pues los volantes -Baena y Simao- adelantaban mientras Pedro y las permutas en el perfil izquierdo culé sujetaban a los laterales blanquiazules. Así las cosas, durante la primera mitad, Forlín estuvo más acompañado de rivales que de compañeros. Y no eran unos cualquiera. Por lo pronto, dos estarán hoy en Zúrich nominados a mejor futbolista del año.