
Socorrista en el infierno
El Madrid 2019-20 todavía no ha llegado. Los de Zidane no han logrado, aún, el plan y el sentido que los defina a nivel colectivo. Su camino más allá del peso individual de sus futbolistas. Una idea en la que se ponga de relieve la singularidad e importancia de cada ausencia, pero que pese a ello permanezca reconocible en las intenciones del colectivo. Un Madrid que extrañe a Toni Kroos para ejecutar su propuesta pero no para identificarse con ella. El alemán, director y encargado de unir los puntos de la pizarra blanca en los tramos de mayor compostura táctica del conjunto merengue en los últimos años, es hoy, en la dificultad, una especie de socorrista que más que conectar a sus compañeros los rescata. Los saca del vacío y de la batalla individual para incorporarlos a una lucha compartida. Es una luz que, en plena noche, permite que Marcelo descubra a Hazard, que el belga distinga a Benzema o que Karim reconozca al lateral. Un puente capaz de entregar al carril derecho el juego generado en la orilla contraria. La pieza donde actualmente nace cada acción del Madrid que insinúa trazos de sociedad.
Así sucedió anoche en el Türk Telekom Arena, ante el Galatasaray, en una victoria tan necesaria para el cuadro de Zidane como, aparentemente, poco reparadora. Si bien el conjunto visitante contó actuaciones individuales positivas como las de Benzema, Rodrygo, Hazard, Valverde, Varane o el mencionado Toni Kroos, el asentamiento colectivo se mostró endeble, tanto con balón como en transición defensiva, a excepción hecha del esqueleto que fueran capaces de construir los golpeos del interior alemán. En esta ocasión, durante la primera mitad, éstos orientaron su ofenda hacia un Hazard más activo y dinámico, que apoyándose en la amplitud de Marcelo por banda y en las dificultades del Galatasaray para controlar el espacio entre sus centrales y sus carrileros, recibió con comodidad sobre la perpendicular de Kroos. Dado que los turcos emplearon un dibujo con cinco zagueros y sin más contención por banda que la de los carrileros, la presencia exterior de Marcelo y Carvajal estiró el espacio entre ellos y los centrales, y habilitó extensas zonas de recepción para los apoyos y desmarques interiores de los tres puntas blancos. Con ambos extremos alternando entre la cal y el pico del área, con Kroos en la base y con Valverde abarcando mucho campo tanto en eje vertical como en el horizontal, si bien el ataque del Madrid no halló demasiado orden ni reposo sí dio con la fórmula de acercarse al peligro. Ocurrió, sin embargo, que cuando la ofensiva madridista necesitó alargarse y sumar acciones a la jugada, la fragilidad de su estructura tendió a romperse y a permitir escenarios poco sostenibles para la pérdida de balón.
Puesto que esto es algo que también afectó al Galatasaray, que presentó tantos problemas para ordenarse desde la posesión como de coordinarse en la retirada, durante muchos minutos el encuentro se definió a partir de un vaivén de imprecisiones más amable con el Madrid que con el conjunto local. Y es que donde los de Zidane tuvieron la dirección de Kroos y las acciones de Hazard, Benzema o Rodrygo, el equipo turco halló una suerte de cortocircuito que desactivó su planteamiento. El principal problema de la propuesta de Fatih Terim fue que, pese a formar con tres centrales, ninguno de los tres fue capaz de dar salida al juego. Ninguno de sus primeros pases llegó al receptor en forma de ventaja, de modo que con más frecuencia de la deseada el mediocentro, N’Zonzi, se vio forzado a ejercer como circunstancial cuarto central, situación que a continuación, como consecuencia de la presión que ejerció Kroos sobre el centrocampista francés, a su vez retrasó también la posición de Jean Michaël Seri. Así pues, el Galatasaray perdió la posibilidad de situar a dos centrocampistas como receptores a la espalda de los interiores del Madrid, atacando en pareja la zona de Casemiro y haciendo buena la sujeción de Andone y Babel sobre Varane y Sergio Ramos. Emparejándose en igualdad, la doble punta local, además de impedir la ayuda del central a banda, debía facilitar un escenario de superioridad numérica de Belhanda y Seri contra el mediocentro merengue que finalmente no se dio.
Probablemente por eso el técnico otomano reorganizó a su equipo en el descanso con la entrada de Feghouli por Donk, pasando a línea de cuatro en defensa. Abriendo al ex valencianista por delante de Mariano en la derecha y a Babel por delante de Nagatomo en la izquierda, con el objetivo de doblar la ocupación de la banda en defensa y de ensanchar su zona de mediapuntas. A cambio de llegar arriba con más intención que claridad en la creación de peligro, sin embargo, Terim le restó abrigo a la parcela central de su zaga, todo un riesgo atendiendo al deslavazado comportamiento y escasa coordinación de la pareja de centrales en transición defensiva.
– Foto: OZAN KOSE/AFP via Getty Images