
La caja fuerte de Celades
A diferencia de los proyectos que nacen al comienzo de la temporada, esos que disponen de meses para ensayar, cuestionarse y llevarse la contraria, para elegir un camino tras otro hasta encontrar el correcto y, en definitiva, para desdecirse, el Barça de Setién ha arrancado con un calendario diferente al que marcan los cánones. Los meses para tantear la mejor fórmula y construir desde el prueba-error le han pertenecido a otro, de tal modo que el ciclo del cántabro en el banquillo barcelonista fija su punto de inicio en el tramo en el que un equipo aspirante suele definirse. La elección del técnico, siempre a expensas de ser ratificada por el césped, en esta ocasión ha tenido que venir marcada de antemano.
Así, los primeros compasases de su andadura culé han replicado fórmula, protagonistas y objetivos. Un dibujo híbrido que en ataque cierra con tres atrás y en defensa hace lo propio con un futbolista más, como aquel Barça de Luis Enrique que buscaba agitar la pizarra en época de dificultades, Griezmann como socio interior de Leo Messi, y Sergi Roberto como clara apuesta en un lateral derecho tácticamente clave e individualmente muy exigente. Una apuesta en la que invertir cada segundo de juego, en pos de recortar tiempo al tiempo en busca de unos meses que no ha tenido a su alcance y de situar al equipo en el punto competitivo que demanda el momento del curso a través del perfeccionamiento de las áreas que hoy todavía descubre demasiado oscuras. En este sentido, los tres encuentros de vida que cuenta el nuevo proyecto han tenido en su contra la dificultad para acercarse al gol como solución para vestir con músculo finalizador las lógicas lagunas de un juego y un esqueleto en formación.
En Mestalla, como sucediera la pasada jornada en el Camp Nou, el Barça abrazó una propuesta insistente en la salida de balón y muy poblada en el carril central según la cual las bandas serían atacadas por un único futbolista. Ante este tipo de situación, el libreto por lo general indica dos caminos: o bien un desequilibrio exterior que abra al rival y genere espacios por dentro, o bien un desequilibrio interior que se sobreponga a la acumulación de efectivos en la frontal del área y logre agrietar la defensa contraria. Todavía sin Dembélé y sin el concurso de Carles Pérez para regatear en la orilla, y ocupados los costados por dos piezas con otro tipo de atributos como son Ansu Fati cuando actúa en la derecha y Jordi Alba cuando fija arriba sin un extremo que le limpie el carril, el Valencia de Celades tomó nota del encuentro del Barça ante el Granada y se preparó para contener las posibilidades del carril central culé aun con las entradas de Arthur y De Jong en los interiores del Barça.
La estrategia defensiva de los locales consistió en orientar hacia el interior el trabajo en la contención de sus centrocampistas de banda, de modo que Ferran Torres y Carlos Soler permitieran a su doble pivote no tener que salir sobre las recepciones del mediocampo barcelonista pudiendo guardar la posición por delante de Garay y Gabriel Paulista (Imagen arriba a la derecha). Sin una amenaza del Barça que secundara la presencia escorada de Ansu y Alba, y sin que éstos lograran inclinar la batalla desde la victoria en el uno contra uno, la medida adoptada por Celades consiguió levantar una suerte de fortaleza impenetrable en la corona del área che, que alejó de sus inmediaciones a todos los rivales susceptibles de intimidarla.
Así, a lo largo de la primera mitad, tanto la pareja Messi-Griezmann como la que conformaron Arthur y Frenkie de Jong recibieron fuera de la caja fuerte que en la zona de la mediapunta apuntalaban Coquelin, Kondogbia y los centrales aprovechando que ninguna de las cuatro piezas valencianistas se veía forzada a acudir en la ayuda de los laterales. La falta de profundidad en la posesión culé tuvo consecuencias también en el momento en que el balón cambiaba de manos, por un lado porque permitió al Valencia recuperar habitualmente con el equipo mirando hacia la portería de Ter Stegen, y por el otro porque la dificultó al Barça coser los dos sistemas que alterna según cual sea el equipo en poder de la pelota.
Y es que, si bien la propuesta de Quique Setién se desarrolla en ataque con tres futbolistas en el primer escalón y sólo un ocupante en cada una de las bandas, en defensa el esquema se recompone según un 1-4-3-3 más canónico que en el retorno se transforma en un 1-4-5-1. Con Messi como avanzadilla, la idea del técnico tiene el doble objetivo de poder ocupar el ancho del campo con un futbolista más y de tapar los carriles con un segundo jugador por delante del lateral. Sin embargo, el hecho de que la posesión barcelonista no sirviera en Mestalla para desordenar a los futbolistas del Valencia ni para ordenar a los culés alrededor de la pelota a la hora de lanzarse a la recuperación en caso de pérdida, permitió a los locales construir sus ataques sin dar tiempo a que el esqueleto defensivo visitante se formara. De este modo, aunque sobre el papel el diseño culé en la contención distinguiera una doble barrera exterior, el hecho de que los jugadores no estuvieran en disposición de ocupar sus respectivas posiciones defensivas desnudó los carriles para las internadas de Gayà y Wass.
– La posición adelantada de Gayà en la salida de balón del Valencia. –
Quienes sí consiguieron armonizar su disposición defensiva con su posicionamiento ofensivo fueron Soler y Ferran Torres, que si bien sin balón ocuparon zonas más interiores, a la hora de desplegarse lo hicieron por fuera para movilizar la atención de los laterales del Barça. Atados Jordi Alba y Sergi Roberto (quien además, en su tránsito de tercer central a lateral derecho muchas veces quedó atado a Kevin Gameiro), Wass y Gayà pudieron incorporarse con relativo desahogo, con especial mención al alicantino, quien a lo largo del primer tiempo se erigió como la pieza más productiva de su equipo en ataque (Imagen arriba). A propósito de la comodidad de los laterales locales subiendo por banda, también constó la orientación central de Ansu y Griezmann en la presión, de manera que si el Valencia conseguía superar el primer acoso del Barça involucrando a Garay, Paulista, Kondogbia y Coquelin, tanto Wass como Gayà recibían detrás de la presión y lejos de la vigilancia del extremo azulgrana.
– A la izquierda, el mapa de calor de De Jong durante el primer tiempo. A la derecha, el mapa de calor del holandés tras el descanso. –
De cara al segundo tiempo, Quique Setién trató de atajar el problema con una doble intervención. A nivel defensivo, matizó la colocación de los extremos en la presión de manera que su posición fuera menos cerrada y más próxima en amplitud y altura a la de los laterales del Valencia, y en ataque lanzó a los interiores contra la caja fuerte que formaban los centrales y el doble pivote che. De Jong pasó de buscar el balón abierto y en la base de la jugada a hacerlo encaramado a la frontal por delante del pasador (Imagen arriba), y el técnico completó la estrategia con la entrada de Arturo Vidal para agredir por dentro a modo de una primera oleada que facilitara la posterior incursión de Messi o Antoine Griezmann. Sucedió, no obstante, que si bien el ataque barcelonista mejoró, la separación de los interiores culés con respecto al mediocentro partió en dos mitades al conjunto visitante, exponiendo al rombo compuesto por Sergi Roberto, Busquets, Piqué y Samuel Umtiti. La mitad más retrasada del equipo quedaba lejos de la recuperación, por lo que si el Valencia lograba superar la primera barrera encontraba espacio para progresar sin obstáculos, mientas que la mitad más adelantada quedaba demasiado arriba para, en tal caso, auxiliar en el retorno a un Ter Stegen sin escudo.
– Foto: JOSE JORDAN/AFP via Getty Images
– Gráficos: as.com
Carlos Brítez 27 enero, 2020
Un gran análisis, realmente poco que comentar no haya abordado en el artículo. El Valencia expuso algunas debilidades de la falta de madurez del sistema.
Ve factible que por una cuestión de ¨acelerar procesos¨ Setién termine retornando a la línea de 4? A mí me queda la duda de la dificultad que tendría eso sin que Messi terminase siendo por momentos el interior derecho del equipo y Arturo Vidal la referencia más adelantada. Lo veo como recurso puntual y no tanto como discurso.