
Un derbi a cuatro esquinas
A pesar de que el derbi entre Real Madrid y Atlético ha ido modificando sus coordenadas a lo largo de la última década, desde que menguó el impacto de Diego Costa en estos duelos hay un factor que marca sus planteamientos, sus nudos y sus desenlaces: la distancia a la que inicia sus ataques el conjunto colchonero con respecto a la portería rival. Atenuada la influencia del hispano-brasileño -ya fuera por ausencia o por descenso en el rendimiento- y con ello la autosuficiencia del punta atlético a la hora de amenazar en inferioridad o de generar el tiempo necesario para que sus compañeros remontaran el río, buena parte de las constantes vitales de los enfrentamientos entre los dos grandes de la capital han bebido de esta circunstancia. Contra el Real Madrid de Sergio Ramos, Kroos, Modric, Varane o Marcelo, la presión que ante otros adversarios le servía a Simeone para acercar a su equipo al área rival perdía eficacia, y la vía alternativa del juego directo topaba con un mediocentro tan dominador en la materia como el paulista Casemiro.
Así las cosas, sus duelos, envolviendo el mar de batallas que compone un partido de este calibre, tienen un objetivo compartido. Para los blancos ser profundos ante sus vecinos implica poder alejarles del peligro y enclaustrarlos en una zona del campo que ya no dominan como antaño, mientras que para los rojiblancos ser capaces de girar las dos últimas líneas merengues significa un plan de juego ofensivo y defensivo mucho más afín a sus actuales necesidades. Probablemente por eso el Madrid-Atlético de la última jornada arrancó con ambos conjuntos insistiendo en un mismo movimiento: el desmarque a la espalda de un lateral rival. Especialmente orientado a castigar la zona de Renan Lodi o de Carvajal según fuera el bando, el mecanismo debía significar un pasillo abierto hacia la esquina del campo que permitiera ganar altura al juego del equipo, empujar hacia atrás el punto de estabilidad del equipo contrario y, progresivamente, extraer del carril central algunas de sus piezas defensivas más poderosas. Durante los primeros compases del encuentro, de hecho, prácticamente no existió una jugada de ataque que no contara en el algún momento de la misma con un movimiento como el descrito.
Zinedine Zidane, para la ocasión, había dispuesto a Fede Valverde muy abierto en el perfil derecho, en la altura del campo por donde se movería un centrocampista pero atrayendo la marca que le correspondería al extremo. Una y otra vez, pues, la posición del uruguayo lanzó el anzuelo sobre Renan Lodi, de modo que cuando el lateral mordiera el hilo quedara atrapado y fuera arrastrado fuera de la línea defensiva, tanto Modric como Benzema pudieran atacar su espalda conquistando la esquina y estirando hacia ella a Felipe Monteiro (Imagen de arriba a la derecha). Ocurrió, sin embargo, que si el desmarque corría a cuenta de Karim, ante la ausencia de más delanteros, la jugada quedaba huérfana de referencias rematadoras y reducía su mayor aspiración a forzar un saque de esquina que acercara a los blancos al gol; mientras que si el encargado de romper a la espalda de Lodi era Modric, tras recuperar el esférico el Atlético hacía sangre en el vacío dejado por el croata.
A diferencia del Real Madrid, que atraía al lateral rival hacia adelante para que descubriera su retaguardia, la puerta que abrían los colchoneros tenía la llave en zonas más interiores. Juntando a Vitolo y a Morata de forma escalonada en el carril central (En la imagen de la izquierda, el mapa de calor de los dos atacantes durante el primer tiempo), la treta de El Cholo consistió en la recepción del canario a la espalda de la teórica zona del interior derecho madridista, de tal forma que su presencia entre líneas obligara a que Carvajal saltara sobre su posición habilitando su parcela para el desmarque de Morata. Raphael Varane, del mismo modo que Felipe Monteiro, vivió por ello buena parte del encuentro en situación de lateral (Imagen abajo a la derecha). Seguramente porque el peso del problema defensivo que suponían para el Madrid los desmarques dentro-fuera de Modric fuera superior a su impacto ofensivo, los locales pasaron a anclar mucho más los recorridos del croata, algo que, en un primer momento, lejos de aclararles el paisaje del encuentro inauguró el tramo del mismo más favorable a su rival.
El hecho de que todos los movimientos de los blancos por delante del balón tendieran más a acercarse al esférico y a redundar posiciones que a atacar los espacios y a estirar distancias, redujo casi por completo la profundidad de la ofensiva local. De este modo, el Atlético de Madrid no se vio forzado a hundirse demasiado sobre su propia área y poco a poco fue dándole mayor altura a su estructura sin balón. Pese a no tener el cuero, iba teniendo el dominio del espacio quedando en disposición de recuperar la posesión en campo contrario y de llegar en poco tiempo a la meta de Courtois. Tan claramente se había inclinado la línea del guion durante la primera mitad que en la salida de vestuarios Zidane ordenó un doble cambio a la postre definitivo. Rompió la fórmula de los cinco centrocampistas sustituyendo a dos de ellos por dos delanteros de banda, de manera que con Vinicius y Lucas Vázquez en las orillas su panorámica con balón se ensanchara.
– A la izquierda, el mapa de calor de Karim Benzema en el primer tiempo. A la derecha, el mapa del galo tras la entrada de Lucas y Vinicius.-
El Atlético pasó a tener más espacio que cubrir y el Madrid más espacio hacia donde poder dirigir la pelota, una solución que le valió a los de Zinedine para inyectar profundidad a su juego y, en definitiva, lograr el objetivo previo: hacer jugar a los rojiblancos muy lejos del área rival. Encontrando a Lucas y a Vinicius muy arriba, avanzando a través del juego de pares con el lateral, abriendo los carriles interiores para Valverde, Casemiro y Modric, y permitiendo mayor presencia central de Benzema al poder avanzar la jugada de ataque sin necesidad de apoyarse en el galo (Imágenes de arriba). A los rojiblancos, ya sin Morata como salida de emergencia con muchos metros por delante, no les quedó más que aguardar a unos minutos finales de mayor descontrol en los que, a cambio de abrir caminos hacia Oblak, poder reencontrarse con los que dirigían hacia Thibaut Courtois.
– Foto: Angel Martinez/Getty Images
– Gráficos: as.com