Las últimas temporadas del FC Barcelona, a propósito del delantero centro, han constatado una doble realidad. Por un lado la figura de Luis Suárez, libro de instrucciones y aval competitivo en el día a día, marca un techo colectivo concreto para el equipo insuficiente en la máxima exigencia, fruto de la decaída física del uruguayo y de cómo ésta ha afectado a la sociedad que construyen el charrúa y Messi sobre el campo. Por el otro, tanto el cuadro azulgrana en su conjunto como el crack argentino en particular, se han resentido cuando Luis Suárez no ha estado disponible. Hace seis años que el Barça y Leo juegan con un delantero centro, y bien porque el a veces precario sistema culé no aspira a poder abrazar un rol tan complejo como el de falso nueve, porque en este momento de su carrera a La Pulga le sea más costoso ceñirse a él o porque los contrarios entienden mejor que antaño las particularidades de esta amenaza, cuando no lo tienen lo extrañan. En ausencia de Luis Suárez, el juego del Barça ha hallado un vacío en los mecanismos que suele poner en práctica y, quizá porque no ha terminado de apostar por llenarlo con unos alternativos, ha encontrado cerradas varias de las puertas a las que suele llamar en busca de soluciones.
Por eso, en caso de que el planteamiento barcelonista en verano no sea tanto el abandono de sus recientes caminos sino el refuerzo de los mismos, cabe la opción de que el movimiento más importante en el mercado de fichajes en cuanto a su ataque no recaiga en un futbolista para ocupar la plaza de extremo izquierdo sino la de delantero centro. Un jugador capaz de recordarle al equipo barcelonista gran parte de sus pautas de juego pero con la posibilidad de rehuir los límites que hoy encuentran los culés en su actual 9 a la hora de desarrollar este plan. Seguir utilizando la figura del delantero centro, pero invertir en un cambio de protagonista en este rol. En este sentido, si a la hora de analizar la hipotética contratación de un futbolista de banda izquierda la mayor parte de los focos miraban en dirección a Neymar Jr, a propósito de la incorporación de un ariete todo parece indicar que el nombre propio correspondiente será, en este caso, el del interista Lautaro Martínez.
Su nombre ya apareció en la web el año pasado hablando de algunos candidatos a desempeñar el rol de delantero centro en el Barça en un futuro. Entonces presentado como un atacante prometedor, todavía con escaso bagaje e impacto en el primer nivel, doce meses después el argentino reaparece como opción destacada convertido en una de las claves de la temporada del Inter de Antonio Conte. Acompañante de Lukaku en la ofensiva del habitual 1-3-5-2 neroazzurro, se trata de un delantero acostumbrado a un gran y variado volumen de actividad. Profundo, agresivo e inteligente en el desmarque, capacitado para romper en vertical o hacia fuera, es también un delantero que sabe relacionarse con el esférico a partir de aproximaciones y toques de espalda más engrasados de lo que su ímpetu finalizador haría adivinar. Lautaro puede mezclar la pelea con los centrales, la ocupación del punto de penalti y el olfato rematador con la cabeza y ambos pies, con movimientos que habiliten la entrada de otros compañeros en zona de definición, o incluso compensar acercándose a los costados la diagonal de los teóricos hombres de banda.
Es, por lo tanto, un ariete en constante amenaza hacia lo que sucede por delante, pero aparentemente afín a cuanto acontece por detrás, ya sea a la hora de generar espacio entre líneas empujando la defensa del adversario, o activando la pared y la dejada para permitir que el compañero enfile el camino del área encarado hacia el meta rival. Su encaje como punta de lanza en un ecosistema como el azulgrana casaría como contrapunto y vínculo con otras piezas de ataque menos agresivas y más participativas con el balón, incluso a través de recorridos hacia las orillas que se cruzaran con los caminos de extremos poco canónicos. También, incluso, en formulaciones menos simétricas como aquella que en la temporada 2017-18 llevó al Barça a experimentar con un dibujo en el que el delantero centro era, a su vez, el jugador encargado de activar el perfil izquierdo del campo por delante de Jordi Alba. Con el pico del área como centro de operaciones, esperando abierto al inicio hasta la llegada del lateral y cerrando por delante del segundo punta con la jugada y el balón asentados en campo contrario.
– Foto: ALBERTO PIZZOLI/AFP via Getty Images
– Vídeo: 刘轩旗


