
Ayudas y dificultades
En el fútbol no hay fórmulas estándar. No existen moldes que funcionen igual, para todo el mundo y bajo las mismas circunstancias. No hay caminos prohibidos, y cualquier plan puede salir bien. Sí que hay propuestas más complejas o que requieren de una mayor exigencia en tiempo o esfuerzo dado su particular funcionamiento, y en consecuencia, también fórmulas que en determinados momentos y a según qué plantillas les pueden facilitar los procesos. El Barça de Quique Setién es uno de esos equipos que ahora mismo necesita soluciones que le allanen el camino, dado su inusual nacimiento a mitad de temporada, con una serie de problemas futbolísticos heredados y limitaciones tanto en tiempo como en recursos de plantilla. Ese tipo de ayuda es la que le procuran Ansu Fati y Riqui Puig, dos futbolistas que a pesar de su bisoñez y su evidente margen de mejora, representan dos tipologías de jugador, escasas en la disciplina culé, cuya presencia armoniza al desarrollo del equipo sobre el césped. Un delantero de banda izquierda, profundo y agresivo al espacio pero también capaz de fijarse en el costado y dar amplitud hasta que la jugada entra en fase de finalización, y un interior cómodo a espaldas del mediocampo rival, que conserva el balón sin volver horizontal el juego, y con dinámica para profundizar por dentro afectando a los tres carriles del ataque.
– De izquierda a derecha, los mapas de calor del Barça en el primer tiempo, de Ansu Fati y de Riqui Puig, el sábado en Balaídos. (vía as.com) –
Su titularidad el sábado en Vigo se reflejó en la naturalidad con la que el equipo ejecutó determinados procesos, en un reparto de espacios menos forzado a pesar de algún pecado de juventud, y en la clara tendencia culé de cargar el juego hacia su sector (Imágenes arriba). El Barça salió a Balaídos con clara intención de girar el campo hacia su carril izquierdo, hasta el punto de que en varias ocasiones, a la hora de iniciar juego, el central diestro azulgrana -Gerard Piqué- dio la espalda al lateral derecho. El comienzo del camino no pasaba por Semedo, sino por Jordi Alba o Riqui Puig. El peso del canterano a la hora de elaborar la jugada se hizo notar en los tres carriles del ataque, desde la liberación de compañeros cercanos en la izquierda, permitiendo mantener las posiciones alzadas del resto en el carril central, o vaciando la orilla derecha para que el Nélson Semedo que el Barça no buscó en salida tratara de encontrarlo entrando al espacio por el lado débil de la ofensiva. El juego de Puig fue especialmente liberador para Leo Messi, quien en los anteriores encuentros se había visto obligado a ejercer de nexo del equipo entre la base de la jugada y la frontal del área rival, alejándose él mismo de las zonas del campo potencialmente más peligrosos.
En Vigo, como este papel lo desempeñó Riqui, el argentino pudo orientarse hacia otras funciones. Ocurrió, sin embargo, que en lugar de aprovechar la situación para instalarse en la frontal a la espera de un balón casi definitivo, Leo en muchos momentos tuvo que rellenar una parcela a la derecha del mediocampo que el Barça dejó sin dueño. A pesar de que con la entrada de Ansu el Barça incorporara a un segundo jugador que, junto a Luis Suárez, pudiera moverse por delante del balón, rellenar zona de remate y amenazar con desmarques a la espalda de los centrales, Setién mantuvo el rol más reciente de Arturo Vidal, inicialmente lejos de la línea de medios y por momentos con apariencia de delantero. A la derecha de Rakitic, pues, entre Piqué y Semedo, el avance culé desatendía una enorme extensión de terreno que muchas veces Messi se encargó de ocupar (Imágenes abajo), de modo que, nuevamente, en la zona del ataque con menos espacios las botas encargadas de decidir no fueran las suyas sino las de Suárez o Vidal.
Quizá por eso, de cara al segundo tiempo, Quique Setién modificara la posición del chileno acercándolo mucho más al mediocentro hasta formar, en ocasiones, una suerte de doble pivote junto a Rakitic. Otra posibilidad es que el ajuste del entrenador tuviera que ver con la necesidad de reforzar defensivamente un carril central muy expuesto por la errática actuación de Samuel Umtiti. Apuesta del técnico en el central izquierdo, el encuentro del francés resultó una mezcla fatal de anticipaciones temerarias y recuperaciones pasivas. Perdió la posición en innumerables ocasiones, mordiendo cada anzuelo que le lanzaron Iago Aspas e Smolov y condenando a Gerard Piqué a gestionar constantemente escenarios defensivos de inferioridad tanto táctica como numérica. Sea como fuere, el caso es que sin la participación de Messi a la derecha del mediocentro y dado el poco carácter asociativo del sector derecho azulgrana, coincidiendo con el adelantamiento de la presión celtista menguaron las opciones de salida de los visitantes, muchas veces reducidas a un desplazamiento largo hacia la cabeza de Braithwaite finalmente infructuoso.
– Foto: David Ramos/Getty Images