
45 minutos de 1-4-3-3
Martin Braithwaite empezó el curso como el único delantero centro de un equipo que durante las últimas seis temporadas ha jugado con uno, y en el que las demás alternativas planteaban dudas acerca de su adaptación a la posición. Por eso, cuando Ronald Koeman dejó a un lado la variante del falso nueve y el encaje más o menos forzado de Antoine Griezmann en punta, al danés se le abrieron las puertas del once gracias a su perfil. El técnico buscaba un papel que sólo él podía representar, independientemente de la gracia o el acierto con que lo hiciera. Braithwaite, el delantero centro, lucía más por delantero centro que por Braithwaite. Además del de nueve exclusivo del plantel, Martin ocupa una segundo lugar en el reparto de atributos de la plantilla azulgrana, pues se trata del único delantero que, con Ansu Fati fuera de combate, siente más el desmarque y los movimientos al espacio que el apoyo buscando el balón. En ataque, el fútbol del danés no necesita la pelota, por lo que su juego puede orientarse a un trabajo que permita a los demás recibirla. Bregando con los centrales si actúa en punta o fijando la amplitud de la banda si, como el domingo, su técnico opta por situarlo en uno de los costados.
– El ataque del Barça, con Braithwaite y Dest por fuera, y Griezmann por dentro. A la derecha, los mapas de calor del danés y del galo durante el primer tiempo (vía as.com) –
Igual que cuando ha cumplido con el papel de ariete, ante el Levante de Paco López el suyo fue un rol más vinculado al puesto que al jugador, pues su función como extremo izquierdo en el 1-4-3-3 que desempolvó Koeman se explicó más a partir de lo táctico que del aprovechamiento directo de las virtudes del jugador. Arrancando la jugada muy cerca de la cal, de hecho, Braithwaite fue, de los dos delanteros de banda, el menos liberado para trazar recorridos hacia el centro. A nivel de colocación y movimientos, se comportó más como un extremo clásico que como un delantero relacionado con la diagonal fuera-dentro. Dicha función, en este caso, el entrenador del Barça se la reservó a Antoine Griezmann, quien desde la derecha sí fluía con más libertad hacia el área o la corona, acercándose a Leo Messi y delegando la activación de la orilla a las subidas de Sergiño Dest. Desde la lesión de Sergi Roberto, Koeman ha replanteado los roles del carril diestro culé, pasando de emplear al lateral en funciones más interiores mientras el extremo estiraba por fuera, a utilizar a Dest para abrir la banda permitiendo que el delantero se mueva más libre por dentro. Tras la lesión del catalán, de hecho, Ousmane Dembélé, que venía cumpliendo con el papel de atacante exterior, no volvió a ocupar, de inicio, la banda derecha del Barça.
Ocurre que con Dest convertido en extremo, su distancia respecto al central derecho del equipo amenaza con ser una zona abonada a la transición ofensiva del rival, toda vez en la izquierda la actitud posicional de De Jong a la hora de recibir escorado sí suele permitir que la estructura barcelonista cubra la espalda de Jordi Alba. En este caso, en el 1-4-3-3 con el que saltó el Barça al césped, la presencia como interior del neerlandés a la derecha del mediocentro replicaba la solución que con el 1-4-2-3-1 procura el ex del Ajax a la otra orilla. No puede decirse, sin embargo, que el cambio de dibujo se tradujera en una mejor respuesta defensiva del equipo. Ciertamente, jugar con interiores le dio a los locales la posibilidad de saltar lateralmente a la espalda de los laterales, y un integrante más en la medular tanto a la hora de ensanchar la línea como de alternar los saltos en la presión, pero ninguna de las dos cuestiones resultó especialmente eficaz. De hecho, la maniobra descubrió un agujero en la zona del pivote. La presión no tenía éxito, Coutinho, como interior izquierdo, no se integraba en la medular con la puntualidad debida, y las dudas de Lenglet hacían que el central francés respondiera a cada ataque levantinista retrocediendo hacia el área.
– La cobertura de De Jong a la espalda de Serginho Dest, y el mapa de calor del neerlandés durante el primer tiempo (vía as.com). –
Por delante de Busquets, pues, la línea se adelantaba, por detrás se retrasaba y a la zona del catalán no llegaba la ayuda de ningún compañero. Quizá por eso, tras el descanso, más que insistir en su plan inicial y ajustar individualmente en las posiciones del extremo y el interior izquierdo, Koeman prefirió una intervención más estructural que devolviera al equipo al 1-4-2-3-1, con Braithwaite como nueve, sin extremos en las bandas pero con un segundo centrocampista justo por delante de la defensa. Un cambio que, sobre el papel, podía resultar especialmente comprometedor para el central diestro del Barça, pues dejaría de contar con el apoyo de De Jong a la espalda de Dest que con el replanteamiento táctico el neerlandés se llevó a la banda izquierda. Lejos de sucumbir a tan expuesto escenario, Ronald Araújo no sólo sostuvo los peligros que se le abrían a su zona sino que auxilió en sus dudas a los compañeros de línea. Sus últimas acciones defensivas, despejando de cabeza dos saques de esquina en el rol de Gerard Piqué, sirvieron para subrayar tanto el tamaño del reto que había asumido el uruguayo como el éxito con el que lo culminó.
– Foto: LLUIS GENE/AFP via Getty Images