
Braithwaite dejando migas de pan
En el FC Barcelona, el del verano de 2004 es recordado como uno de sus mejores mercados de fichajes. El equipo incorporó hasta siete caras nuevas y todas, sin excepción, terminaron cumpliendo según el rol que les fue asignado. La estratégica llegada de Deco y la apuesta por un futuro crack como Samuel Eto’o, acompañadas por los fichajes de Giuly, Belletti, Larsson, Edmilson y Silvinho. En total, cinco titulares y dos recursos de plantilla que permitieron dar el salto definitivo al proyecto que doce meses atrás había arrancado con el aterrizaje de Ronaldinho y Frank Rijkaard en el Camp Nou. Además del talento y buen ojo en la decisión, aquel exitoso verano contó con una ayuda decisiva pues, a pesar del considerable número de necesidades a cubrir, el curso anterior había señalado casi exactamente el perfil requerido en cada una de ellas. La temporal incorporación de Edgar Davids había servido para ordenar las piezas recuperando el 1-4-3-3, adelantando a Xavi del mediocentro al interior y abriendo a Ronaldinho sobre la banda izquierda, pero fueron los encajes que en este nuevo orden alcanzaron piezas como Luis García los que fijaron el molde. Descubierta la receta, se trataba de encontrar actores capaces de subir el nivel en determinados puestos sin dejar de interpretar ese mismo papel.
Dieciséis años más tarde, una idea parecida sobrevuela al Barça de Koeman a propósito de la figura de Martin Braithwaite. El danés es el único futbolista de la plantilla azulgrana capaz de asumir el rol de delantero centro sin pagar peajes personales, en un equipo que, a menudo, deja la impresión de haber estado diseñado para contar con un jugador cumpliendo esta función. Por tener menos herramientas que en otras épocas para rodear a una figura tan compleja como el falso nueve y porque, sin ellas, ni Leo Messi ni Antoine Griezmann se han desenvuelto cómodamente en la punta de ataque. Al primero la falta de espacios y balones lo ha llevado a encontrarse con ambos en otras zonas del campo; y la obediencia posicional del segundo, ejerciendo de referencia para los centrales, a reducir demasiado sus contactos con la pelota y su participación en el juego. En su aquí y ahora, tanto el argentino como el francés agradecen que ese papel lo tenga otro. Y pocos otros que no sean Braithwaite tiene a su disposición Koeman, después del accidentado verano culé y de la desdichada lesión de Ansu Fati.
– El mapa de pases y el mapa de calor de Antoine Griezmann contra Osasuna (vía As.com)-
Así la cosas, ante Osasuna el delantero danés sumó su segunda titularidad de la semana, formando como punta de lanza del equipo en el primer partido del curso en el que el Barça ubicó a un delantero por delante de Messi y Griezmann. Cómodo peleando la posición contra los tres centrales visitantes, más vinculado a los espacios que al balón y generoso en los recorridos, se movió por delante de todos con más intención de generarle espacios al resto que de acercarse a combinar con ellos. De todos modos, la de Braithwaite no fue la única novedad reseñable en el ataque barcelonista, pues con el 9 en su lugar, Koeman sorprendió con el posicionamiento de Leo y Antoine. El hecho de que, desde la visita a Turín, el extremo izquierdo del Barça se haya reorientado más hacia un segundo mediapunta que hacia un hombre de banda le permitía a Ronald que la entrada de Coutinho en el once no fuera para ocupar la mediapunta en la que recientemente había encontrado acomodo Messi, pero aun con la presencia del brasileño en el perfil zurdo el puesto de enganche por delante del doble pivote no recayó en Leo. Fue para Griezmann. Desde esa situación, emulando a su yo de la selección francesa, Antoine fue más centrocampista que nunca antes como azulgrana, dándole a Koeman aquello que el neerlandés ha buscado en otras latitudes con futbolistas como Wijnaldum o Van de Beek: constante movimiento y actividad por delante del balón, recorridos horizontales para crear líneas de pase, llegada desde la segunda línea y comportamiento defensivo propio de un centrocampista. A diferencia de Messi, mucho más delantero en su lectura incluso cuando interviene lejos del área, cuando Griezmann apareció en zonas propias de mediocampista lo hizo interpretando el juego como si esa fuera su condición natural. Participó mucho y habitualmente bien (Imágenes arriba).
En este caso, también Leo agradeció el cambio. De un tiempo a esta parte el argentino se había mostrado incómodo recibiendo por delante del balón en el carril central, lo que en ocasiones lo había llevado a retrasar un peldaño su posición en busca de espacios para una recepción y giro más liberados. El domingo, con Griezmann absorbiendo más volumen de juego desde la mediapunta, Leo pudo recuperar su ubicación en banda derecha de otras épocas, orientado lateralmente evitando el acoso rival por la espalda y con los metros que permite el costado en comparación a la parcela central. Además, contó con el apoyo interior de Antoine, con Pedri como mediocentro más cercano y con un Sergiño Dest vestido de lateral-extremo para abrir el ataque y mantener el carril derecho activado aunque el 10 se trasladara a otras zonas del campo. Igual que la posición de Griezmann en la mediapunta, la de Leo en banda derecha fue clave en la victoria del Barça. Para los azulgranas hacerle llegar el esférico a su capitán no resultó difícil, ya que en primera instancia la presencia de De Jong como tercer central en el inicio de la jugada garantizaba la superioridad numérica del primer pase y porque, en segundo lugar, el mediocampo de tres hombres -y por lo tanto estrecho- de Osasuna liberaba las conexiones externas de la salida de balón barcelonista. Tanto Mingueza como Pedri podían hacer llegar el balón a la banda derecha sin demasiados obstáculos.
El sistema visitante, de hecho, influyó también en la fórmula que utilizó el Barça para llevar peligro sobre la portería de Sergio Herrera, pues los culés hicieron valer el contexto de dos contra uno en banda derecha que les permitió su rival. Con Griezmann, De Jong y Pedri sujetando a los centrocampistas rojillos por dentro, cada vez que la pelota llegaba a la orilla derecha Messi y Dest podían atacar en superioridad la posición del carrilero izquierdo rival que primero ocupó Jony y posteriormente Juan Cruz, de modo que uno lo atrajera y el otro atacara su espalda. Por eso, resultó una constante que el central más próximo a la acción -Facundo Roncaglia- una y otra vez ejerciera como una suerte de segundo lateral izquierdo, separando a los centrales de Osasuna y abriendo un agujero en la zaga que los movimientos al espacio de Braithwaite y las llegadas de Griezmann desde la segunda línea supieron explotar (Imágenes arriba). Lo mismo ocurría cuando Leo y Coutinho se trasladaban al centro para sobrecargar la frontal, generando un cinco contra tres en la línea de medios que terminaba sacando de zona a uno de los centrales descubriendo un espacio para la irrupción de Jordi Alba, de Griezmann o del delantero centro.
Es precisamente la particular organización táctica que presentaron los de Jagoba Arrasate la que seguramente obligue a la precaución acerca del futuro recorrido de alguno de los ajustes que llevaron a la goleada local. Y es que la presencia de Messi en el teórico extremo derecho barcelonista, si bien le proporciona al diez un escenario más cómodo para la recepción orientada, en otros momentos también ha implicado algunas tensiones defensivas que está por ver si el Barça actual podrá sobrellevar. Sin ir más lejos, el triunfo azulgrana de este fin de semana se produjo con Dest en permanente posición de extremo (Imagen abajo a la izquierda), sin un medio cubriéndole la espalda como sí hace De Jong con la de Jordi Alba en la otra orilla del campo (Imagen abajo a la derecha), y sin una amenaza directa que atacara por velocidad el espacio abierto entre el lateral y el central derecho culé. La apuesta de Osasuna para castigar en esa zona del campo resultó mucho más directa y enfocada a los envíos largos sobre Budimir, ante los cuales el canterano Mingueza demostró una gran solvencia. Mientras el primer equipo va perdiendo centrales partido a partido, el de Santa Perpetua de Moguda minimizó las opciones del rival de llevar peligro por su zona.
– Foto: David Ramos/Getty Images