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Un camino más simple

Un camino más simple

Ocurrió en El Molinón, en un duelo en el que se enfrentaban el Barça de Guardiola y el Sporting de Preciado. Solo era la jornada tres de Liga, pero el conjunto barcelonista llegaba a Gijón marcado por dos tropiezos inesperados ante Numancia y Racing de Santander, y con parte de su entorno a punto de dar la voz de alarma. Para cambiar el curso de la historia, aquel día Pep decidió repetir con el inexperto Sergio Busquets como mediocentro, alinear a Andrés Iniesta como falso extremo izquierdo y lanzar un guiño hacia el pasado recuperando para Leo Messi la función de falso nueve que antaño había visto lucir gracias al fútbol de Michael Laudrup. “Como centrocampista, nunca había tenido tantos espacios y tantas líneas de pase como esos años en que Laudrup era el falso nueve del Barça de Cruyff”. Varios años más tarde, con Messi situado entre Iniesta y un Samuel Eto’o tirado a banda derecha, el Barça se impuso por 1-6 cambiando la dinámica de resultados del equipo, y Guardiola registró una solución que no repitió hasta meses después pero que cuando lo hizo se sintió como una explosión. La unión entre Messi y la posición de falso nueve cambió la carrera del argentino, la suerte de quienes le rodeaban y la exigencia para quienes le debían enfrentar.

Sin embargo, bien podría decirse que aquel Leo era un falso falso nueve. Un futbolista con los efectos tácticos esperables de una pieza que gozara de semejante libertad posicional -esto es, la capacidad de construir superioridades con los centrocampistas, de generar dudas en los centrales sobre del camino que debían tomar y de habilitarse zonas de recepción más potencialmente dañinas entre las líneas del rival-, pero que al mismo tiempo lograba esquivar los inconvenientes con los que podía amenazar un rol tan particular. Con el falso nueve el Barça de Guardiola renunciaba, desde la pizarra, a su hombre de área, al futbolista posicionalmente más próximo al portero rival y el que, dada su cercanía con el gol, más soluciones simples podía aportar a la hora de alojar en el fondo de la red el fútbol de su equipo, pero en las botas de Messi todos estos obstáculos se volvían transparentes. Leo se movía como un falso nueve, pero goleaba como el rematador de área más voraz. Era ambas cosas a la vez. El nueve falso y el verdadero. Al contrario que Cruyff, que en 1994 había tenido que elegir entre uno y otro, y optar por Romário con la siguiente explicación: Por su manera de moverse en el área y por la forma de jugar del Barcelona puede resultar un hombre definitivo. Tiene la virtud de que si llegan pelotas al área puede marcar gol. Esta tranquilidad la transmite a todo el equipo, que puede tener la certeza de que marcará. Esto es lo que no teníamos la temporada anterior, Guardiola podía tenerlos a ambos. Messi era Laudrup y Romário en un mismo jugador.

Defiende Martí Perarnau que “un falso nueve sin gol no es un falso nueve”, cuando explica cómo, después de salir del Barça, Guardiola buscó sin suerte a un futbolista capaz de reproducir este papel en la plantilla del Bayern. Götze o Ribéry podían moverse como un falso nueve, pero no aseguraban el potencial realizador necesario. Primero Mandzukic y después Lewandowski fueron sus delanteros en Alemania, antes de encontrarse con El Kun Agüero en Manchester. Sin un falso nueve con gol y hasta que el equipo pudiera compensar esta cuestión de forma colectiva como viene haciendo recientemente el cuadro skyblue, la figura de una referencia ofensiva más clara le ofrecía la tranquilidad y la certeza que años atrás había encontrado su mentor en la figura de Romário. Un atajo. Un camino más sencillo.

Quizá por ello ha insistido Ronald Koeman en más de una ocasión en el vacío goleador que deja en el equipo el adiós de Leo Messi, y seguramente por eso también el Barça que queda después del argentino parece encaminarse a recuperar la demarcación de delantero centro. Ya sea con opciones más móviles como la que plantea Memphis Depay o más circunscritas al área como la que podría ofrecer una buena versión de Agüero. La última carta que sumar a la baraja es al del neerlandés Luuk de Jong, un punta con un vínculo con el gol no especialmente llamativo lejos de la Eredivisie, y con una utilidad como simplificador más relacionada con determinados momentos del juego que con el remate final más allá de los episodios -a priori escasos- en que el Barça opte por solucionar la acción a través de centros laterales. Y es que la pérdida de Leo Messi no solo obliga al conjunto culé a encontrar caminos alternativos para ver portería, sino también para solucionar aquellas situaciones de partido que el argentino era capaz de resolver de forma autónoma. A ello se refería Koeman, sin ir más lejos, tras el partido del Barça en San Mamés:

Ante el Athletic de Marcelino, el Barça sufrió especialmente a la hora de hacer frente a la presión adelantada de los locales, una exigencia aparentemente ineludible en el fútbol actual y en la cual, hasta esta temporada, a menudo los culés habían podido recurrir a Messi. Sin el argentino, los caminos alternativos que viene tratando de seguir el conjunto catalán son principalmente dos: el pase largo y la salida lateral. La primera es una tendencia cada vez más presente en un fútbol en el que las presiones adelantadas cada vez dificultan más la tarea de salir en corto al tiempo que descubren espacios libres alejados más fácilmente activables a través de un envío largo. Se trata de un recurso que el Barça 2021-22 ha utilizado tanto en banda buscando la superioridad física de Braithwaite contra la mayoría de laterales, como en el centro apoyándose en el excelente juego de espaldas de Memphis Depay. Separándose de los centrales para recibir a la espalda de los mediocentros, bajando el balón al suelo, aguantándolo el tiempo necesario para que el resto de compañeros adelanten posiciones y sirviéndolo hacia atrás para que los centrocampistas reciban de cara, el neerlandés ha puesto firma a una solución quien bien podría encajar ahora con las características de su compatriota De Jong. Por supuesto Luuk no posee ni la creatividad, ni la visión, ni la capacidad de giro de Memphis, pero tanto si Koeman opta por ubicar al ex del Lyon en banda como si prefiere utilizar en el centro a una pieza que combine el juego de espaldas con la sujeción de los centrales, la nueva incorporación azulgrana le asegura al técnico poder conservar el mecanismo.

A propósito de esto, cabe señalar que la segunda alternativa que ha venido usando el equipo para salir desde atrás en el arranque de curso, la salida lateral, ha dado alguna muestra de que también funciona mejor cuando es Memphis quien participa en ella desde la banda izquierda. En este tipo de acción, el avance que pretende construir el equipo sigue el siguiente esquema: en el inicio, el lateral participa de la fase de salida desde una posición retrasada para atraer al marcador; por delante, el extremo agranda el campo ensanchando hacia la banda y estirando hacia arriba de modo que el espacio entre él y su propio lateral sea lo más extenso posible; finalmente, en esa zona libre abierta entre el lateral y el extremo aparece el interior, dibujando un movimiento de dentro a fuera, para recibir solo y en situación de ganar metros con balón. Ocurre que por lo visto hasta la fecha, Martin Braithwaite ha tendido a interpretar mal este tipo de jugada, ocupando la zona reservada al interior y acercando hacia ella también al lateral derecho del equipo contrario. En cambio, cuando el encargado de caer por la izquierda ha sido Memphis, el juego barcelonista en ese sector ha fluido de forma mucho más armónica. No en vano, los cuatro tantos que ha generado la banda izquierda del Barça en el inicio liguero han tenido lugar con el neerlandés apareciendo por ese sector del ataque.

Con Luuk de Jong, por lo tanto, Koeman contará con una pieza que le permitirá acostar a Memphis sobre la orilla izquierda sin perder algunos de sus aportes cuando juega por dentro. Al menos hasta que vuelva Ansu Fati. Y es que, puesto que con las salidas de Messi y Griezmann tanto Ansu como Memphis se anuncian como las principales referencias ofensivas del equipo, y teniendo en cuenta que ambos se sienten más cómodos alternando el carril central y la banda izquierda, cabe suponer que la recuperación del canterano reduzca las opciones de que Luuk de Jong encuentre acomodo fuera del papel de especialista entrando desde el banquillo. Momentos en los que Koeman quiera dar rienda suelta a Memphis por detrás de un delantero que distraiga a los delanteros, recuperar un dibujo con dos atacantes centrales o recurrir en los segundos tiempos a maniobras aéreas de remate y segunda jugada. Para encontrar caminos fáciles. Esos para los que, sin Messi, el equipo puede no ser suficiente.

 

– Foto: MAURICE VAN STEEN

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