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Tres defensas para arriesgar

Tres defensas para arriesgar

Aunque en 2012 fue cuando el Barça de Guardiola no consiguió el título de Liga, seguramente la temporada 2009-10 resultó la más compleja del ciclo del de Santpedor. También el germen de la casi perfecta 2010-11. Después de estrenar el proyecto con un histórico triplete, el siguiente curso fue el del cambio Ibra-Eto’o, el del bajón de rendimiento de Henry o el de los recurrentes problemas físicos de Andrés Iniesta, tres escollos que coincidían en castigar la profundidad ofensiva de un equipo que solo unos meses antes había vestido su ataque de una enorme agresividad. Perder los desmarques de los dos delanteros y la capacidad para regatear y conducir del manchego sobrecargó de dificultad la puesta en escena culé en campo rival, y castigó especialmente su capacidad de presionar a partir de un contexto ventajoso generado previamente con el balón. Esa dificultad, sin embargo, descubrió que aquel equipo escondía una solución única. Donde el fútbol obliga a tomar algún tipo de riesgo para romper la jugada y hacer aparecer la ocasión de gol, el Barça de Xavi y Messi podría mover el balón sin riesgo y, aún así, permanecer cerca de la portería contraria. Con el egarense podría jugar a no perder nunca la pelota, confiado que gracias a la explosión anotadora de Leo su amenaza arriba se mantendría intacta. El argentino haría posible lo que para los demás no es una opción: atacar sin arriesgar.

La delantera actual del Barça, sobra decirlo, está lejos de producir unos efectos siquiera cercanos. De los cuatro atacantes azulgranas más importantes que arrancaron el curso, hoy no cuenta con ninguno debido a las lesiones de Memphis y Ansu, a la retirada del Kun y a la situación de Ousmane Dembélé. En su lugar, junto al recién incorporado Ferran Torres, las armas ofensivas del equipo de Xavi pasan por Luuk de Jong y por unos Abde y Jutglà fichados en verano para reforzar al Barça B. Una delantera sin los recursos individuales para agredir sin ayuda, y que necesita que la jugada le llegue con una ventaja que los coloque por delante en la pelea contra la defensa rival. El domingo en Mendizorroza, sin embargo, ocurrió que el desarrollo del Barça con balón se caracterizó por una ausencia casi total de iniciativa individual y por una prudencia colectiva muy acentuada a la hora de comprometer la posesión. Probablemente castigado en su confianza tras sus dos últimos tropiezos, al equipo le faltó regate, riesgo en el pase y valentía en el desmarque.

Extrañó, por ejemplo, la personalidad y creatividad que hasta su lesión estaba sumando Eric Garcia desde el centro de la zaga, incorporando desde atrás una intención al mediocampo que permitiera a la sala de máquinas culé recoger la jugada a su favor. En esta ocasión, a pesar de volver a acomodar a Gerard Piqué en su perfil natural para que Araújo cubriera las espaldas de Jordi Alba desde la izquierda, salvo algunos intentos en largo del catalán, a los visitantes les volvió a costar dar una salida desde atrás beneficiosa. Nuevamente con Busquets participando abajo e incorporando, también, a un Frenkie de Jong con libertad para caer a la izquierda de los centrales, por detrás de Alba, en los primeros compases de la jugada, de hecho fue habitual ver a Pedri, sobre el papel el hombre más adelantado del mediocampo, retrasar mucho su posición para erigirse en el epicentro de la circulación. Una circulación que normalmente no logró desbordar a la estructura defensiva del Alavés, que encontró una puerta abierta en el cambio de orientación que a menudo no pudo aprovechar por la ausencia de referencias cuando el esférico debía ir hacia el lado contrario, y que con Pedri tan abajo tampoco contó con un receptor claro entre líneas con el que romper las dos barreras defensivas de Mendilibar.

Sobre ello recayó la intervención de Xavi desde el banquillo en el segundo tiempo, con la entrada de Nico en lugar de Abde para que el equipo pasara a utilizar un 1-3-4-3. Cerrando abajo con Dest, Piqué y Araújo, abriendo las bandas con Ferran y Jordi Alba, y dibujando en mediocampo un cuadrado con la pareja Busquets – De Jong en la primera altura y el tándem Nico – Pedri en la segunda. Sumando un jugador por delante de la pelota, ganando presencia en la zona de la mediapunta y ajustando las coordenadas del juego de Frenkie de Jong. Hasta entonces, el partido del neerlandés se había desarrollado como una mezcla entre la participación en salida y la irrupción en el área, pero sin un protagonismo ni un lugar claro en las fases comprendidas entre ambos momentos del juego. El cuadrado de Xavi sí se lo entregó. Situado a la izquierda de Busquets y por detrás de Pedri, con el equipo moviendo el balón en campo contrario pudo ver la jugada de cara, desde la base del mediocampo. Yendo de abajo a arriba, y no esperando el pase por delante del balón. Interviniendo más y abarcando más campo, en un segundo tiempo mucho más abierto que el primero, en el que a falta de iniciativa individual el riesgo corrió a cuenta del esquema.

– Foto: Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images

Comments:1
  • anbargil 24 enero, 2022

    Tiene pinta de que ese 3-4-3 es el que mejor casa con los efectivos disponibles. Eric-Piqué-Araujo como línea de 3, acomodar a Busi, Frenkie, Pedri y Nico/Gavi y 2 extremos + 9 (diría que aquí puede haber muchas rotaciones, sin descartar que Alba, Dest o Alves puedan cumplir a veces esa labor). La sensación es que se pueden maximizar el potencial de lo que hay hoy de esta forma. Gracias

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